Itziar Torrecilla Gorbea, la líder de la secta de Cáceres identificada por la Policía Nacional, llegó a amasar durante más de dos décadas una fortuna de cerca de dos millones de euros gracias a las actividades de la organización que gestionaba junto a su pareja, el psicólogo José Carlos Alvero, también detenido esta semana. Entre esas actividades, se incluyen rituales que ella anunciaba como sesiones terapéuticas y en los que suministraba drogas a sus adeptos.
Entre las personas a las que llegó a dar sustancias como el MDMA, el peyote o la ayahuasca había menores de edad, hijos de algunos de sus más fieles, que crecieron durante años en ese ambiente.
Itziar tiene cerca de 60 años. Es periodista de formación. Se había bautizado a sí misma como la "Maestra de Maestros".
En el año 1998, fundó una suerte de comunidad junto a su pareja. Desde entonces, y según la investigación, decenas de personas han pasado años atrapadas, sometidas contra su voluntad.
Itziar sostenía que la homosexualidad era una enfermedad, y prometía curar a sus feligreses mediante "sexo sanatorio" con ella. También con sesiones a base de drogas y sustancias psicoactivas.
Sobre el papel, su negocio era una especie de escuela en la que se promocionaban terapias alternativas. En realidad, tal y como ha descubierto el Grupo de Sectas Destructivas de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional, tanto ella como su pareja se dedicaban a manipular a sus víctimas, consiguiendo presuntamente anular su voluntad durante años y logrando que les pagasen considerables cantidades de dinero a cambio de insólitos remedios sin ninguna base científica.
Esas estrafalarias soluciones que Itziar proponía a quienes recurrían a ella, señalan fuentes de la investigación a EL ESPAÑOL, propiciaron que muchos se aislasen de su entorno. Algunos pusieron en riesgo su salud física y psíquica al abandonar la medicina convencional y los tratamientos avalados por la evidencia científica.
Esto les ocasionó no solo un riesgo para su salud. También un fraude económico. Según revelan los investigadores, Itziar cobraba sus sesiones individuales a 200 euros cada una. Las grupales a 500. Y así, con decenas de seguidores que recurrían a ella año tras año, había logrado amasar una fortuna que la Policía Nacional y la Agencia Tributaria estiman en al menos 2 millones de euros.
Los expertos en sectas de la Comisaría General de Información han recabado los testimonios de al menos 13 víctimas que se han atrevido a contar sus casos. Cuentan que en sus mejores momentos la secta llegó a contar con hasta 50 seguidores, cuya voluntad había sido absolutamente anulada. En la actualidad, unas 20 personas acudían a sus sesiones.
[Cae una secta en Cáceres que prometía curar la homosexualidad teniendo sexo con la gurú del grupo]
Gracias a las víctimas que dieron el paso de hablar, los investigadores lograron averiguar el modus operandi de una mujer que basaba su método en su carisma personal y en la presunta manipulación mental.
El centro respondía al nombre de Escuela Aquí. En él, los dos miembros de la pareja se presentaban como expertos en terapia gestalt, una pseudociencia que se basa en la curación a través de canales sensoriales como la percepción o la memoria.
Los expertos en sectas consultados por EL ESPAÑOL, así como los investigadores de la Policía Nacional, advierten de que se están descubriendo cada vez más derivaciones delictivas de esta corriente.
"Seres humanos nuevos"
Las víctimas le contaron a la Policía Nacional que la gurú y su pareja ofrecían a los alumnos un curso con el que prometían formar "seres humanos enteramente nuevos". Para ello buscaban alejar a los pacientes y tratar de que terminasen repudiando a su familia.
Itziar y José Carlos, señalan desde la Policía Nacional, aislaban a los integrantes de la secta, en algunos casos llevándose a las familias con hijos a una casa de campo que figura a nombre de la secta.
"La gente se acercaba a ellos como si fueran psicólogos normales. Les consultaban desde problemas en el trabajo, o con la pareja, como en sesión de terapia normales. Ella detectaba los puntos débiles o las flaquezas de estas personas y actuaba", señalan fuentes de la investigación.
Según constataron los policías, la gurú llegaba incluso a recurrir a ataques personales. "Todo se transformaba dentro. Humillaba y vejaba a personas que recurrían a ella".
Llegó un punto en que la cosa cambió. "Las sesiones empezaron a girar en torno a lo que ella llamaba energía sexual. Acusaba a unos y otros de mirarse con intenciones lascivas. A ellas las llamaba 'guarras' o 'cerdas' por intentar provocar al resto", señalan fuentes de la investigación.
Sexo como remedio
Su estrategia estaba enfocada constantentemente en el sexo como forma de poder. Los líderes de la secta describían a los padres de sus clientes como "violadores". Les aseguraban que ellos eran los responsables de que mantuvieran una sexualidad adulterada.
En un rocambolesco razonamiento, señalan desde la Policía Nacional, Itziar defendía que los hombres estaban enamorados de sus madres y, al no poder tener sexo con ellas, algunos se convertían en homosexuales.
En el caso de las lesbianas, el argumento de la gurú era que en casa habían escuchado demasiadas críticas de sus madres a sus padres.
"Al homosexual le decía que su relación con las mujeres no había sido sana, que tenía que ponerse en una etapa de abstinencia. Tras ese período, el tratamiento pasaba a veces por acostarse con ella", relatan fuentes de la investigación.
Dentro de este contexto de terapias grupales, la investigación ha determinado que la gurú, que se presentaba a sí misma como una suerte de chamán, facilitaba en ocasiones marihuana, peyote y ayahuasca, presuntamente para facilitar el sometimiento de las víctimas.
La terapia, entonces, consistía en ofrecer en algunos casos un cóctel de drogas, como el MDMA o LSD, ambas con efectos alucinógenos. Y llegado el caso, la sesión podía derivar en tener sexo con alguno de los líderes con el presunto objetivo de "curar" la homosexualidad de los alumnos.
El psicólogo Miguel Perlado, uno de los mayores expertos de España en el mundo de las sectas, publicó sus investigaciones sobre el grupo ahora arrestado y desmantelado en el blog EducaSectas. En esa publicación señalaba cómo Itziar obtuvo su inspiración de otro supuesto terapeuta llamado Antonio Asín, experto en terapia biogestalt. Un tipo condenado a una pena de siete años de prisión por haber abusado sexualmente de una antigua paciente durante cuatro años consecutivos.
Simular violaciones
Para estimular esos traumas relacionados con la sexualidad, según señalan fuentes de la investigación, los gurús ordenaron en una de los sesiones que dos de sus seguidores simulasen una violación. Eso sí, sin tocarse, sin quitarse la ropa ni llegar a representar la penetración, para que el resto quedara impresionado.
En la puesta en escena también estaban presentes las parejas de cada uno de los participantes, con el objetivo de traumatizarles.
El Grupo de Sectas Destructivas de la Policía Nacional descubrió que el perfil de las víctimas de la escuela de Itziar Torrecilla y José Carlos Albero era el de personas con un alto nivel de estudios y con alto nivel adquisitivo, incluso líderes de empresas de cierta relevancia. Al margen del coste de las sesiones, algunos de ellos participaban en la financiación del grupo con donaciones privadas.
Pese a que tenían sede en Madrid y se habían desplazado a Valverde de la Vera (Cáceres) para realizar sus retiros, su perfil público fue decreciendo con el paso de los años. La escuela retiró su página web y el acceso a la secta se producía sólo a través de conocidos. Tras haber pasado unas horas detenidos por la Policía, ahora sus líderes esperan en libertad a ser citados para la primera vista oral ante el juez.