"Cuídate de los idus de marzo". En su obra Julio César, Shakespeare pone en boca de un extraño vidente esta célebre frase, transmitida al dictador romano antes de su asesinato. Menos conocida es la fecha concreta de su muerte, el 15 de marzo del 44 a. C.
Esa fecha, con dos mil años de diferencia, también quedó marcada a fuego en la biografía de Juan Carlos I. Lo que ocurrió aquel día supuso la ruptura definitiva del Rey con buena parte de la sociedad española.
Se han cumplido cuatro años desde que el periódico The Telegraph inició las informaciones que precipitaron los particulares idus de marzo de Juan Carlos I. La crónica de su muerte civil comenzó con una serie de revelaciones que, como fichas de dominó, fueron cayendo hasta el desenlace del 3 de agosto de 2020. Ese día se anunció la marcha del Emérito de España.
A diferencia del asesinato de César, la muerte civil de Juan Carlos no fue fruto de la conspiración de ningún allegado: no fue Felipe VI quien urdió una conjura para derribarlo, como Bruto, fueron sus propios errores los que precipitaron su final.
Han pasado más de 1.300 días desde que Felipe VI renunció ante notario a la herencia económica de su padre, desde que la Casa Real eliminó la asignación presupuestaria al Emérito y desde que le tendió un puente de plata de 7.000 kilómetros, desde la Zarzuela a Abu Dabi. Tres medidas necesarias de Felipe VI para mostrar ejemplaridad y no poner en riesgo su mismo reinado.
[Juan Carlos I encargó en Zarzuela "crear una estructura" para ocultar dinero saudí en Suiza]
En el cuarto año desde aquellos idus de marzo hay signos que apuntan a que Juan Carlos puede trasladarse a Europa más pronto que tarde, concretamente a Suiza, como parada intermedia para regresar a España.
Como la extraordinaria La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester, la de J. C. también tiene tres partes, con tres fechas: las ya mencionadas 15 de marzo de 2020 y 3 de agosto de 2020, y la del año 2024, ésta más imprecisa, en el que acabará volviendo a casa.
1. El 'no' beneficiario
The Telegraph publicó el 14 de marzo de 2020 que Felipe VI aparecía como segundo beneficiario en los estatutos de la opaca fundación panameña offshore Lucum. Esta fundación figuraba como titular de una cuenta en la entidad bancaria suiza Mirabaud, en la que ya había ingresado, el 8 de agosto de 2008, una donación de 100 millones de dólares que el entonces rey de Arabia Saudí, Abdallah bin Abdulaziz, hizo a Juan Carlos.
La investigación relacionó el cobro de esta cantidad de dinero con comisiones supuestamente cobradas por la construcción del AVE a La Meca. Estos fondos permanecieron en la cuenta suiza hasta septiembre de 2012, cuando el Rey Juan Carlos transfirió los últimos 65 millones de dólares a su entonces compañera sentimental Corinna Larsen.
[Juan Carlos I y Corinna firmaron blindar los 65 millones frente a Felipe y sus hermanas]
El escándalo saltaba a la opinión pública mientras España se adentraba en una grave crisis financiera. Vinieron años duros para la sociedad española, con el cierre de miles de empresas y decenas de miles de desempleados.
Lucum había sido creada por dos personas: el gestor suizo de confianza del Emérito, Arturo Fasana, y el abogado Dante Canónica. El objetivo era ocultar aquella cuenta bancaria.
La Fiscalía suiza descubrió, además, que el verdadero titular del depósito bancario y beneficiario de la mercantil era Juan Carlos de Borbón y Borbón. El segundo beneficiario que aparecía era el entonces Príncipe de Asturias, sin que éste último lo supiera, según declaró ante notario en Madrid en 2019.
Pero había más: según los estatutos de la fundación, su padre le encarga, como segundo beneficiario de la fortuna, el deber de cuidar al resto de la familia en caso de que herede el fondo.
"El segundo beneficiario debe [...] proporcionar mantenimiento durante la vida de todos los miembros de la Familia Real" y "satisfacer cualquier solicitud razonable que pueda hacerle a él" su madre, la reina Sofía, hermanas e hijos.
2. La crisis del 15-M
Felipe VI hizo público un comunicado en el que admitía haber conocido en 2019 su designación como beneficiario de esa herencia a través de una carta remitida desde un despacho de Londres. Procedía de los abogados de Corinna Larsen.
El comunicado de Zarzuela explicitaba que, nada más saberlo, el Rey renunció ante un notario de Madrid a esta supuesta herencia. También, que a su padre le sería retirada la asignación económica que, como ex Jefe del Estado, tenía incluida en el presupuesto de la Casa Real. Dicha asignación anual era de 194.232 euros brutos.
No era la primera señal recibida por Felipe VI sobre los desmanes cometidos y exhibidos por su padre durante su reinado.
En febrero de ese mismo año, The Telegraph había revelado que el primo y testaferro del entonces rey Juan Carlos, Álvaro de Orleans, cobró 39 millones de libras (cerca de 50 millones de euros) por ejercer como mediador en la venta del Banco Zaragozano a Barclays en 2003.
Aunque el primo del monarca negó haber sido su testaferro, el periodista James Badcock confirmó a EL ESPAÑOL que el diario británico tuvo constancia documental del ingreso de esa cantidad de dinero "en la cuenta suiza de Álvaro de Orleans", así como su relación "con la venta realizada en 2003 del Banco Zaragozano al Barclays". En dicha cuenta también figuraban como beneficiarios Juan Carlos y Felipe.
En aquel momento, el Banco Zaragozano era propiedad de los Albertos -los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer-, íntimos amigos de Juan Carlos, habituales en las cacerías presididas por el monarca. Precisamente, el Barclays estaba participado por capital árabe. De ahí la doble conexión de Juan Carlos con los Albertos y con Arabia Saudí.
[La comisión a su testaferro alimenta la sospecha de que Juan Carlos ayudó a vender el Zaragozano]
La prensa española -aunque de manera minoritaria- había denunciado estas prácticas en distintas ocasiones desde 1995. Los periodistas Isabel Durán y José Díaz Herrera publicaron el 9 de noviembre de aquel año, en Diario 16, un reportaje titulado "Jaque al Rey".
En esa información se detallaba cómo el empresario catalán Javier de la Rosa había estado lanzando advertencias sobre los supuestos pagos de hasta 100 millones de dólares "al antiguo embajador [Manuel Prado y Colón de Carvajal] por indicación y petición de una alta institución del Estado". Prado y Colón de Carbajal actuó de secretario privado y correveidile de Juan Carlos desde principios de los años 70, antes incluso de que fuera coronado rey.
Otro periodista, Miguel Ángel Mellado, desde las páginas de El Mundo, instó al entonces príncipe Felipe a renunciar a la herencia económica que le dejaría su padre, por entender que esa fortuna, de origen dudoso, sería una bomba de relojería para él en el futuro. Más tarde, en 2018, Mellado volvería a insistir en EL ESPAÑOL, en un artículo titulado "¡Felipe VI, renuncia al testamento de tu padre ante notario!".
Por si la situación no fuera lo suficientemente comprometida, en mayo de 2020 Arturo Fasana desveló ante la Fiscalía suiza que, en 2010, siendo Jefe del Estado, Juan Carlos I llevó personalmente a Suiza, guardados en un maletín, 1,7 millones de euros que le había entregado el sultán de Baréin. El Rey de España sabía entonces que no iba a ser registrado en el aeropuerto de Ginebra.
3. La fuga de J. C.
El Emérito minaba con su presencia en España la estabilidad del reinado de su hijo. Por eso, el 3 de agosto notificó, mediante una carta distribuida por la Casa Real, que abandonaba el país temporalmente.
Su decisión de trasladar la residencia a Abu Dabi levantó ampollas. El nuevo hogar de Juan Carlos sería una mansión de lujo valorada en unos 11 millones de euros, y situada en la paradisiaca isla de Nurai, de un kilómetro cuadrado de extensión y a 15 minutos en barco de la capital.
Pero los 7.500 kilómetros que separan Abu Dabi de La Zarzuela no han sido suficientes, durante estos cuatro años, para que Juan Carlos se olvide de su país, ni para que su sombra deje de posarse sobre la Familia Real.
El pasado 15 de marzo, cuando se cumplían cuatro años desde la publicación de los escándalos que precipitaron su salida, Juan Carlos viajaba a Sanxenxo para participar en las regatas. Su anterior visita había sido en diciembre, para acudir al cumpleaños de la infanta Elena en un restaurante. Allí se reencontró con Felipe VI, a quien vio de nuevo en enero, durante el entierro en Tatoi -al norte de Atenas- del hermano de la reina Sofía, Constantino de Grecia.
4. ¿Regreso a Suiza?
Muchos opinan que Juan Carlos I debe volver a España para vivir aquí sus últimos días. En el programa Así es la vida, de Telecinco, "fuentes cercanas" a Juan Carlos I han confirmado que el Emérito vive ya "de facto" en Ginebra (Suiza), la misma ciudad donde reside la infanta Cristina. Según esta información, Juan Carlos estaría preparando ya su regreso a España, haciendo cada vez más frecuentes sus visitas al país.
En Suiza está su hija Cristina… pero su mirada y su corazón apuntan a España. La salida de Jaime Alfonsín de la jefatura de la Casa del Rey -acaba de ser sustituido por el diplomático Camilo Villarino- puede allanar ese camino.
Ha habido una foto, aparentemente casual, con un gran significado cuando se trata de interpretar designios no escritos. Sucedió hace un mes, en el Castillo de Windsor, a 40 kilómetros de Londres. Fue a la salida de la misa en memoria de Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía, cuñado de Juan Carlos y primo de la fallecida reina Isabel II.
Para llegar hasta el coche, Juan Carlos se apoyó en el brazo de Felipe VI. Pasó el 27 de febrero, y las cámaras registraron la escena del afecto paterno-filial. ¿Casual? ¿Premeditado? ¿Inevitable?
Seguramente ese día comenzó a escribirse la tercera parte de la saga, fuga y regreso de Juan Carlos con destino a España. En Abu Dabi no aguanta más, insisten los íntimos del Emérito.
Abad: "Todos lo sabían"
"En una ocasión le dije al rey [Felipe VI] que estaba preparando un libro titulado ¿Cómo será la Tercera República? Acto seguido, le confesé: pero me ha jodido Su Majestad, porque lo está haciendo razonablemente bien. Él me contestó: Bueno, no te precipites".
Quien relata esta anécdota, José García Abad, ha publicado seis libros que recogen los asuntos más escabrosos y escurridizos de la monarquía española. El último, de 2023, se titula Todos lo sabían.
"Felipe carga con una losa, un asunto que difícilmente podrá explicar. No logrará que la gente se crea que él no sabía nada de lo que hacía su padre", asegura. Pero el mayor reproche se lo hace a la Justicia: "Los jueces interpretaron mal el blindaje que le da la Constitución al rey. Se supone que debe estar protegido en el terreno político, pero no si roba o mata". También critica la complicidad o autocensura de la prensa.
La ruptura entre Felipe y Juan Carlos por el escándalo de las cuentas en Suiza, lo refleja Abad como "una tragedia griega o shakespeariana". "El hijo trata de salvar la monarquía maltratando a su padre", señala.
¿Absolverá la historia a Juan Carlos? Abad, en su último libro, ha hecho esta pregunta a una treintena de historiadores. Según los testimonios recogidos, la conclusión podría concentrarse en una frase: "La historia no se escribe con criterios periodísticos".
"Se empatizará con el personaje y se señalarán los méritos que tuvo en la Transición, pero también, obviamente, se hablará de este final", señala Abad. Juan Carlos podría haber sido, en su opinión, "el mejor rey de la historia de España". Ahora es su hijo quien debe sobreponerse a los escándalos del padre.
Álvaro Guzguti, autor del reportaje, es alumno de la primera promoción 2023-2024 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.