El descenso a los infiernos de Pujol, como en la 'Divina Comedia', de Dante.

El descenso a los infiernos de Pujol, como en la 'Divina Comedia', de Dante. Guillermo Serrano

España CATALUÑA

Diez años de la caída y redención de Pujol: los 9 círculos por el infierno del padre del catalanismo

El 25 de julio de 2014 confesó que tenía dinero en Andorra sin regularizar. Cayó en desgracia, pero ahora el independentismo lo reivindica.

25 julio, 2024 01:48
Barcelona

En el número 96 de la Avenida General Mitre ya no están acostumbrados a recibir periodistas. En los bajos de este edificio de una zona residencial bien pero sin lujos hay un negocio de depilación láser y un local donde unas jóvenes asiáticas te arreglan las uñas.

Sus hijos suelen venir por aquí a menudo y salen con él a pasear, pero ya hace días que no lo vemos. Puede que esté en su casa del Pirineo”, afirma una vecina en la puerta. 

Hace 10 años esta entrada era el epicentro de la crónica política, económica y social de toda España. Aquí lo esperaban las cámaras de televisión, los periodistas con sus micros y puñados de curiosos que se sentían decepcionados con quien había sido su molt honorable president durante más de dos décadas, de 1980 a 2003.

En Italia, cuando hace 30 años se destapó un gigantesco escándalo de corrupción que desmontó todos los partidos tradicionales, al socialista Bettino Craxi le tiraron monedas por la calle. Y en Cataluña, donde la política siempre quiso parecerse en algo a la italiana, a Jordi Pujol lo insultaban cuando salía de casa. 

A él, padre de todos los catalanes. Prohombre de Estado que recuperó las instituciones como Macià y había gobernado Cataluña como hizo la Democracia Cristiana en Italia desde la Segunda Guerra Mundial. Su tiempo se había agotado y en el escarnio público había un punto de catarsis colectiva.

Con 10 años subió con su tío a la cima del monte Tagamanent, en la provincia de Barcelona, y cuando vio una ermita derruida y una comarca devastada por la guerra se prometió trabajar para recuperar aquello. "Nos costará mucho rehacer todo eso", le dijo su tío Narcís. Y ahí comenzó la historia elegíaca del benefactor

Hijo de corredor de bolsa y de mujer proveniente de familia campesina, se educó en el catalanismo. Hasta que en 1960, ya con la carrera de Medicina aprobada y casado con la muy devota Marta Ferrusola, fue acusado de distribuir unos panfletos antifranquistas en un acto en el Palau de la Música.

Jordi Pujol contrajo matrimonio con Marta Ferrusola en 1956.

Jordi Pujol contrajo matrimonio con Marta Ferrusola en 1956. Efe

Lo condenaron a siete años de cárcel, por lo que se conoció como “los hechos del Palau”, aunque salió cuando apenas habían pasado dos años. El nacionalismo vive de símbolos, de mitos, de héroes, de mártires, y él comenzaba a reunir todos los ingredientes.

En los años sesenta se empezaron a ver carteles por las carreteras en los que se leía Fer país (construir país), bajo un liderazgo anónimo. Y en 1974 aprovechó una excursión de peñas del Barça al Monasterio de Montserrat para reunir a unas pocas decenas de personas y fundar Convergencia Democrática de Cataluña (CDC).

La Moreneta de fondo y una serie de burgueses catalanistas al frente, preocupados por tomar el poder ante la inminente muerte del dictador. CDC surgió como un partido democristiano, que aspiraba a hegemonizar la política como ocurría en Italia desde hacía décadas. La clave de su éxito consistía en ponerle una velita a Dios y otra al demonio. Es decir, en pactar con quien hiciera falta. 

Así se sentaron las bases del pujolismo. Después llegaron las primeras elecciones autonómicas de 1980, el triunfo inesperado, las políticas de normalización lingüística y la recuperación de unas instituciones culturales y financieras que permitían que Cataluña echara andar dentro del régimen de las autonomías. 

“Existía la leyenda de que si te encontrabas con Pujol por la calle él te reconocería a ti o a alguien de tu familia. Porque recorría todos los pueblos, todos los rincones de Cataluña, parándose a hablar con todo el mundo. Era capaz de codearse con Helmut Kohl o con el tendero de la esquina, de ahí esa idea de presentarse como el padre de todos los catalanes”, asegura el periodista Maiol Roger, autor de Jordi Pujol, la gran familia (Angle Editorial, 2015). 

Antes de dedicarse a la política, Pujol había entrado a trabajar como vicepresidente ejecutivo de Banca Catalana, una entidad financiera creada por su padre Fulgenci, que en 1984 se fue a la quiebra.

La Fiscalía General del Estado presentó una querella contra varios de sus exdirectivos, a quienes acusaba de apropiación indebida y falsedad por enriquecerse con el dinero de los clientes. Entre los señalados estaba Jordi Pujol, ya presidente de la Generalitat. 

“El caso se archivó y Pujol quedó exonerado de toda culpa. Pero desde un punto de vista político lo más relevante es que él consiguió darle la vuelta a todo eso”, señala Maiol Roger.

El presidente subió al balcón de la Generalitat y pronunció su famosa frase: “El Gobierno central ha hecho una jugada indigna; a partir de ahora, de ética y moral hablaremos nosotros, no ellos”.

El caso Banca Catalana se olvidó. No sólo no le pasó factura, sino que el pujolismo se presentó como víctima de una supuesta persecución del Estado contra Cataluña. El lawfare con cuarenta años de antelación.

Los años fueron pasando, Pujol pactó con el PSOE, con el PP, perdió al fin unas elecciones y se retiró. Y cuando ya estaba apartado de la política, sucedió el Big Bang. 

Todo este largo preámbulo para entender cómo se llegó hasta aquí, al 25 de julio de 2014. Ese día el expresident envía una carta a los medios de comunicación, escrita de su puño y letra, en la que admite que tiene un dinero guardado en Andorra pendiente de regularizar procedente “de una actividad económica” de su padre.  

“Les pido que sepan separar los errores de una persona -por muy significativa que haya sido-, y que esta declaración sea reparadora en lo que sea posible del mal y de expiación por mí mismo”. Firmado: Jordi Pujol i Soley.

El 96 de la Avenida General Mitre de Barcelona se convierte entonces en la puerta de entrada a los infiernos, donde, como Dante y Virgilio en la Divina Comedia, el guía espiritual del catalanismo inicia una larga travesía con la intención última de alcanzar la redención. 

Primer círculo. El limbo

Aquella declaración se firma en el despacho del abogado Xavier Melero, quien había sido su asesor legal hasta entonces. “Se reunió allí toda la familia: Jordi Pujol, Marta Ferrusola y sus siete hijos. Empezaron a hablar de cuál debía ser su estrategia de defensa, llegaron a una conclusión y a partir de aquí yo me callo con lo que se habló en esa sala”, confiesa el abogado al teléfono. 

De esos siete hijos, Oriol Pujol era el único que había seguido los pasos de su padre en la política; el resto, se habían dedicado a los negocios. Como también lo había hecho su esposa Marta Ferrusola, que estaba al frente de varias fundaciones y creó una empresa de jardinería. Tenía un despacho propio en el Palacio de la Generalitat. 

La mayoría de los hijos habían firmado contratos con las administraciones públicas y algunos de ellos comenzaron a resultar sospechosos por su poco disimulo. Pere, por su colección de coches de lujo. Y Jordi Pujol Ferrusola, porque ya había sido descubierto llevando dinero a Andorra en billetes de 500 euros. 

La familia Pujol en una imagen de 1986.

La familia Pujol en una imagen de 1986. Efe

Lo había destapado en 2010 la que era entonces su pareja, Victoria Álvarez, en una conversación privada con la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, grabada por el comisario Villarejo.

“No había negocio gordo en Cataluña que no pasara por la casa de los Pujol. Lo de las comisiones del 3% fue sólo el principio, pero luego vino todo lo demás”, dijo hace poco a EL ESPAÑOL Victoria Álvarez. 

Comenzaron a salir escándalos de comisiones, financiación ilegal de CDC o amaños en contratos como en el caso de las ITV. Y en la mayoría de ellos confluían los apellidos Pujol y el dinero en paraísos fiscales.

Un día el nombre de Jordi Pujol padre apareció en una cuenta en Andorra y al patriarca no le quedó más remedio que confesar. 

“Yo siempre estuve en contra de esa declaración. Dije y repito que fue un error estratégico procesal por su parte. Si te están investigando, que abran una comisión rogatoria, que pase el tiempo y ya veremos cuándo llega. Pero él con este documento estaba admitiendo una culpa”, reconoce el abogado Xavier Melero. 

Poco después, dejó de asesorar a Jordi Pujol. 

Segundo círculo. Lujuria

“Su objetivo podía ser tomar las riendas, no estar en manos de policías extraños ni de filtraciones. Pensaba, creo que erróneamente, que podía controlar el flujo de información y que poco después terminaría el tema”, opina el letrado. 

Pero Pujol no quedó ni mucho menos en un limbo, sino que aquí, al igual que Dante, comenzó su verdadero descenso a las catacumbas.

“En ese momento es cuando sale a la calle y la gente lo insulta”, afirma el periodista y escritor Santiago Tarín, autor del libro En el tsunami catalán (Galaxia Gutemberg, 2020). 

La principal tesis de este ensayo es que “la corrupción sirve como acelerador en el proceso independentista”. Existen otros factores, según Santiago Tarín, como la creación de un relato independentista granítico, la incapacidad de los gobiernos centrales para desmontarlo, la crisis económica o el antagonismo entre Barcelona y el resto de Cataluña.

“Pero Convergencia, que nunca había sido un partido independentista, pasa a serlo. Pujol es el arquitecto de la Cataluña actual, pero en su cabeza nunca estuvo la independencia. Todo esto fue fruto de sus herederos, a quienes parece que en ese momento le entran las prisas”, reflexiona el autor. 

Tercer círculo. Gula

Por la casa de los Pujol pasarían muchos contratos, pero la ostentación nunca traspasó aquel umbral. Quienes han pasado por allí juran que los muebles nunca se cambiaron, que el cabeza de familia acudía a su modesto despacho de la calle Calàbria para trabajar y que las cenas solían ser frugales

A él, ocupado las 24 horas, no le interesaban las distracciones. Y la moral de su esposa Marta no hubiera tolerado otra cosa que no fuera el recato.

Por eso, cuando Jordi Pujol acudió en 2015 a la comisión de investigación sobre el fraude fiscal dejó otra de sus frases célebres. “Dicen, dicen, dicen, pues vayan diciendo, diciendo, diciendo”, dijo él, perdiendo los papeles.

Cuarto círculo. Avaricia

Jordi Pujol no admitía que se pusiera en duda su respetabilidad. Pero la Presidencia ya le había retirado el título de Molt Honorable Senyor y la medalla de oro de la Generalitat.

Con cada declaración, las cosas no hacían más que empeorar. Así hasta llegar a Marta Ferrusola afirmando en la misma comisión del Parlament que sus hijos iban “con una mano delante y otra detrás” y el clan “no tenía ni un duro”. 

“Cuando él confiesa mucha gente piensa que lo quiere hacer en realidad es proteger a sus hijos; mientras, otros creen que en ese momento se ha quitado la careta. Pero lo que está claro es que se produce una caída en desgracia y a él eso le duele en el alma porque su obsesión es preservar su legado político, histórico y casi moral ante el resto de catalanes”, juzga Maiol Roger. 

En todo camino por el martirio surgen constantemente imágenes. Y aquí es cuando vuelven todos los mitos fundacionales: el monte Tagamanent, los hechos del Palau, el balcón de la Generalitat… Para una figura mesiánica sólo hay una cosa que le preocupe más que su obra: el recuerdo que la gente guardará de ella. 

Quinto círculo. Ira

Esos elementos componen el pujoslimo, cuyo capítulo ocupará un lugar en los libros de historia. Pero en los albores del procés toda esa construcción carece de importancia. Más que eso, en ese momento histórico convenía sepultarlo, condenarlo al ostracismo. 

Con Artur Mas al frente, el delfín de Pujol que nunca le perdonó haber reconocido públicamente el desvío de dinero a Andorra, Convergencia Democrática de Cataluña se refundó en el PDeCAT y más tarde en Junts. De nuevo la analogía con Italia y la autodestrucción del partido.

Para conservar la Generalitat, en 2016 Mas tuvo que sacrificarse y dejar el Gobierno a Carles Puigdemont. Y el resto de lo que ocurrió después es la historia reciente de Cataluña, el capítulo posterior al pujolismo en los manuales.

“Decir que el independentismo surge para tapar la corrupción es un sinsentido. Y que la obra de Pujol debía terminar en esto, un ejercicio de reduccionismo. Es muy fácil decir que los catalanes deben ser imbéciles, que no pueden haber llegado a esto solos y que alguien se lo ha tenido que meter en el tarro en las escuelas y en los medios de comunicación”, defiende Vicent Sanchis, director de TV3 entre 2017 a 2022. 

Sanchis ha estado muy vinculado a la difusión del independentismo desde distintos medios de comunicación o como vicepresidente de Òmnium Cultural. Su opinión es que “ha habido un proceso de desengaño con la realidad española, con las posibilidades que el régimen del 78 y el régimen autonómico ofrecía a Cataluña. Y el Estado no ha dado ninguna respuesta desde un punto de vista plurinacional”. 

“Pero Pujol no fue nunca, jamás, un independentista y entre sus objetivos no había nada de esto”, sentencia.

Lo que sí hizo el líder convergente en 1983 fue crear TV3, la televisión pública de Cataluña, un órgano que Sanchis define por encima de todo como “catalán y de izquierdas”. 

Sexto círculo. Herejía

Santiago Tarín escribe en su libro En el tsunami catalán que las únicas tres instituciones que no logró controlar Pujol durante sus 23 años al frente de la Generalitat fueron La Vanguardia -diario con el que colabora Tarín-, La Caixa y el FC Barcelona. Y precisamente de esas entidades comienzan a surgir voces que reivindican la figura de Pujol y rechazan que su imagen se reduzca únicamente a la corrupción. 

Especialmente dura fue la batalla con el FC Barcelona, donde Josep Lluís Núñez representaba al fútbol lo que Pujol a la política. Sin embargo, ambos no se toleraban y el presidente de la Generalitat intentó descabalgar al responsable del Barça apoyando la candidatura alternativa de Sixte Cambra, que finalmente perdió en las urnas con Núñez en 1989.

Jordi Pujol (centro) con Núñez a la derecha y el excapitán del Barça Jose Mari Bakero.

Jordi Pujol (centro) con Núñez a la derecha y el excapitán del Barça Jose Mari Bakero.

“Es cierto, y es normal que Pujol intentara colocar a alguien de su entorno -reconoce Joan Gaspart, vicepresidente con Núñez durante 22 años y presidente del FC Barcelona otros tres años-. Representaban dos mundos que en el fondo estaban muy unidos, el Barça y Cataluña, pero creo que cada uno hizo bien su trabajo”. 

Gaspart evita entrar en el tema de la corrupción, pero cree que se ha sido “muy injusto con él”. “A la gente hay que valorarla en el global y Pujol hizo muchas cosas por Cataluña. El balance es mucho más positivo que negativo, y si alguien puede decir que es inmaculado en todos los aspectos de su vida, que venga a demostrármelo”.

Séptimo círculo. Violencia

Mientras avanzaba el procés no existían defensas como ésta, o al menos nadie se atrevía a expresarlas en público. Las sentencias contra los responsables del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 derivaron en incidentes violentos con la Policía, y Cataluña se fue adentrando en una vía en la que, salvo el independentismo más irredento, entendió que la estrategia unilateral conducía a un callejón sin salida

El escándalo de los millones en paraísos fiscales partió de una investigación comandada por el comisario Villarejo. Lo reconoce incluso Victoria Álvarez, la primera en airear los trapos sucios: “Yo hubiera colaborado de forma voluntaria, no hubiera dudado si me lo hubieran pedido. Pero es que me tendieron una trampa con aquellas escuchas y me vi entre la espada y la pared de la Policía patriótica y la corrupción que lo inundaba todo".

Así, la opinión pública fue mutando. Y para algunos quizás Pujol no era tan corrupto, sino que había sido atacado por los poderes del Estado. La referencia a 1984 no es literaria, es que ya ocurrió ese año con Banca Catalana. Recordemos: “A partir de ahora, de ética y moral hablaremos nosotros, no ellos”.

Octavo círculo. Fraude

El más evidente. Fraude político y moral sólo para algunos; fraude económico para casi todos, incluidos los tribunales.

Tras años de investigación, en 2020 el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata dio por concluida la fase de instrucción y consideró que había indicios de delito para juzgar a toda la familia Pujol por pertenencia a una organización criminal o asociación ilícita, blanqueo de capitales, fraude a la Hacienda Pública y falsedad documental.

El caso, sin embargo, se encuentra parado. Y aunque se había especulado con que el juicio comenzaría por fin en 2024, aún no hay una fecha prevista.

“La consideración de organización criminal es completamente infundada, todo se basa en el rumor y la sospecha”, entiende el abogado Xavier Melero, quien ya sólo defiende a Oriol Pujol. 

Marta Ferrusola, a quien le habían diagnosticado demencia, fue exonerada antes de su fallecimiento el pasado 8 de julio; mientras que Jordi Pujol i Soley acaba de cumplir 94 años.

No está claro que pueda escuchar una sentencia, como tampoco se conoce con exactitud el montante de la fortuna que la familia desvió a cuentas opacas. Pese a la innumerable cantidad de cifras que han aparecido, fuentes consultadas calculan que una cantidad verosímil podría rondar unos 30 millones de euros

Noveno círculo. Traición

Tiene que haberla en toda historia de este tipo. Muchos de sus antiguos seguidores se vieron traicionados por Pujol, mientras él sentía que otros de quienes habían estado con él en su aventura le habían acuchillado por la espalda. 

Hasta que Jaume Giró, antiguo directivo de La Caixa, se afilia a Junts y en 2021 es nombrado conseller de Economía de la Generalitat en un gobierno presidido por Pere Aragonès. Allí cohabitan ERC y Junts, hasta la salida de estos últimos un año después. 

Carles Puigdemont, Pere Aragonés, y los expresidentes Jordi Pujol, José Montilla y Quim Torra en un acto en 2023.

Carles Puigdemont, Pere Aragonés, y los expresidentes Jordi Pujol, José Montilla y Quim Torra en un acto en 2023. Efe

Para entonces, Giró ya había pedido "poner en valor" la tradición de Convergencia en un acto junto a Pere Aragonès y el propio Pujol en junio de 2022. Era la primera vez que el antiguo Molt Honorable Senyor aparecía junto a un presidente de la Generalitat y que su nombre era reivindicado en un contexto institucional. 

“Creo que fui el primero, y no era fácil entonces, en reconocer la figura y el valor que Jordi Pujol tuvo para Cataluña”, admite ahora Jaume Giró. “Sus problemas con la Justicia los tendrán que resolver los jueces, pero hay que valorar el trabajo en su conjunto. Cuando tienes un problema, muchos de los que estaban a tu alrededor y te daban abrazos, te abandonan y te dejan en el más profundo de los silencios”. 

Epílogo. Subir a las estrellas

La conversación con Jaume Giró se produce en el bar del Hotel Majestic de Barcelona, una planta más abajo de la sala en la que Jordi Pujol y José María Aznar firmaron su famoso pacto de investidura en 1996.

“El nacionalismo de Pujol siempre fue integrador, no excluyente. En el sentido de que edificó los cimientos de la nación catalana, al tiempo que ayudó a la gobernabilidad de España”, señala. 

Desde su punto de vista, el presidente de la Generalitat generó riqueza “hablando a empresarios y botiguers (tenderos)”, con la “visión de un estadista de una nación sin Estado”. 

En los últimos tiempos, desde el independentismo han vuelto a recuperar su figura. Aunque quienes intentan restituir al president caído representan una imagen opuesta a la de ese líder nacionalista, no independendista, que pactaba con el Estado.

Este año Pujol acudió a una cena con militantes de Junts, firmó su adhesión al partido y pidió el voto para Puigdemont en las pasadas elecciones catalanas.

También un grupo de mossos que lo escoltaron en su momento arroparon recientemente a Pujol en una merienda pública. Un acto en el que, a sus 94 años, parecía un abuelito del que se están despidiendo los suyos. 

Jordi Pujol, en su imagen más reciente, acude al funeral de su mujer el pasado 10 de julio.

Jordi Pujol, en su imagen más reciente, acude al funeral de su mujer el pasado 10 de julio. Europa Press

“Creo que hay una mezcla de factores: el paso del tiempo desde la confesión, que algunos en Cataluña piensan que hubo una actuación desmedida por parte de los poderes del Estado y que probablemente la mayoría ve cerca su final. Lo que es cierto es que en Junts necesitaban quemar su figura y ahora se está empezando a valorar y a equilibrar”, considera el periodista Maiol Roger. 

Cuando llegue la hora de hacer balance, según Roger, “no se dibujará ni como un santo ni como un villano, sino como uno de los políticos más importantes de su tiempo, con sus luces y sus sombras, como todos”. 

Esa obsesión por la memoria quedó reflejada en la última aparición pública del expresident, en el funeral de su mujer. Allí improvisó unas palabras. “No estoy contento conmigo mismo. Hasta ahora he llevado mi vida con imperfección, insuficiencia. Estoy seguro de que ella lo ha hecho mucho mejor que yo”, dijo.

Una vez más el acto de contrición cristiana, las palabras de arrepentimiento, la expiación de los pecados.

En su camino por el Purgatorio, cuando ya observa a lo lejos el Paraíso, Dante escribe: “Volví purificado y con el ánimo dispuesto para ascender hasta las estrellas”. Tras penar por los nueve círculos del infierno, al cumplirse diez años de su confesión, al otro lado espera la trascendencia.