José Manuel Pérez Tornero, en una comisión parlamentaria sobre RTVE en 2022.

José Manuel Pérez Tornero, en una comisión parlamentaria sobre RTVE en 2022. RTVE

España ENTREVISTA

Tornero, último presidente de RTVE elegido por PP y PSOE: "El Consejo no pude ser correa de transmisión del Gobierno"

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José Manuel Pérez Tornero (Almería, 1954) se despidió con una carta. "Creo que ya no se dan las circunstancias para seguir avanzando", escribió. El último presidente de RTVE elegido por consenso parlamentario entre PSOE y PP tiraba la toalla apenas año y medio después de haber asumido el cargo.

Era septiembre de 2022. Había sucedido a Rosa María Mateo, que llegó como administradora única, un puesto interino que debía durar unos meses y se prolongó tres años ante la falta de acuerdos. 

Pero hubo un momento en el que ya no existían "las condiciones mínimas para el consenso transversal, ni para la conformación de una mayoría plural, estable y coherente; y, en muchas ocasiones, ni tan solo el clima propicio al diálogo que necesitamos para culminar el proyecto". Así lo expuso el presidente dimisionario en su carta.

Tornero, un perfil académico -es licenciado en Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona y doctor honoris causa por la Universidad de Aix-Marsella-, debía romper ese bloqueo. Pero las luchas cainitas adheridas a la médula ósea de la corporación pública se lo impidieron. Y lo que vino después no fue mejor. 

Le relevó Elena Sánchez, una presidenta interina que había sido nombrada consejera por el PSOE, a la que a su vez sustituyó Concepción Cascajosa, también interina y con carné socialista.

En medio, esas luchas larvadas salieron a flote, con una cadena de ceses, escándalos y dimisiones que han llevado a RTVE a una de las peores crisis institucionales de su historia.

Pérez Tornero apenas ha hablado desde entonces. Se jubiló en la Universidad y actualmente trabaja para la UNESCO elaborando estudios sobre desinformación.

Acepta ahora la entrevista para hablar de la última decisión del Gobierno. Un decreto que fulmina, precisamente, ese espíritu de consenso con el que el catedrático fue nombrado aunque apenas ha logrado imperar en los últimos años.

Usted ha sido el último presidente que llegó al cargo por mayoría parlamentaria con el acuerdo de los dos grandes partidos. Ahora, con este decreto, ese pacto se desvanece. 

Yo pienso que tal y como está la situación en RTVE, algo había que hacer. Cuando me marché la empresa estaba paralizada y ya dejé por escrito que era muy difícil la gobernabilidad. Había consejeros que no querían hablar con el presidente y decantaban su voto de un modo, digamos, muy personal. 

Con ese Consejo casi nada era viable. Y luego vimos esas reuniones sacándose los ojos unos a otros. De pronto, un jefe de contenidos quería hacer de presidente y una presidenta quería hacer de jefa de contenidos que casi se cesaron mutuamente… En definitiva, era necesario hacer algo.

Había que hacer algo, pero ¿había que hacer esto? 

Lo ideal hubiera sido una iniciativa parlamentaria con una mayoría muy amplia, que hubiera garantizado lo que yo creo que necesita RTVE, que es una reforma profunda, estructural y que le asegure el futuro. 

Claro, pero precisamente lo que no hay es consenso. El anterior sistema de mayorías trataba de impedir que ningún partido político o, mejor dicho, ningún Gobierno tomara el control de la televisión pública. Si rompemos eso, ¿cómo se mantiene el argumento de la pluralidad?

Por eso decía que una iniciativa parlamentaria con amplio consenso garantizaría que un cambio de Gobierno no debería significar un cambio en el órgano de control de RTVE. Yo todavía trato de ver una ventana de oportunidad. Si en la primera opción es posible elegir un Consejo por mayoría de dos tercios, yo creo que debería hacerse. Si no, sería una involución.

Siendo realistas, ¿de verdad ve eso posible ahora mismo? 

Siendo realistas, hay que hacer lo imposible. O sea, todo lo que se pueda, y por consenso. El mundo se está polarizando a marchas forzadas y esto no beneficia a nadie. Y el acuerdo no debe ser solo entre los dos grandes partidos, sino de todos. Yo creo en la democracia deliberativa, representativa y participativa. Y creo que los medios públicos se deben gobernar participativamente, no reproducir en el Consejo de Administración un Parlamento en pequeño. 

Ahora tendremos más consejeros, 15, que serán nombrados directamente por los partidos. Es decir, se deja la puerta abierta a que cada uno coloque a los suyos. Además, tendrán dedicación exclusiva con un sueldo alto, algo que ahora no ocurría.

Pero, mire, un decreto es enmendable por otro decreto. Luego, un Consejo de 15 puede ser más plural y más participativo, pero más caro. Porque, además, será un Consejo pagado con una retribución exclusiva, para lo que habrá que asignar por lo menos un millón de euros de presupuesto.

Esto último es una desventaja, pero también tendrá la ventaja de que tendrán mayor interés en cumplir con sus obligaciones. Por cierto, en lo que sí deberían pensar los diputados es en crear un régimen de incompatibilidades para cuando uno deja el Consejo. Al menos de dos años, así se garantizaría que no habría contaminaciones perniciosas.

Puede ser más plural o profesional, pero estos consejeros tienen garantizado su puesto para los próximos seis años. Es decir, esta mayoría parlamentaria decidirá quién estará al frente de RTVE más allá de esta legislatura. 

Pero no nos olvidemos de una cosa. Si tú haces una ley orgánica, necesitarías una mayoría cualificada. Si haces un decreto, como es este caso, se podría modificar por otro decreto. Y nadie garantiza que esto no cambie de nuevo por decreto. Creo que es una debilidad.

De acuerdo. Pero, permítame que insista, mientras no cambie nada tendremos un Consejo de Administración de RTVE que replicará la composición actual del Parlamento. Y eso es precisamente lo que criticaba usted hace un momento.

Que una institución como RTVE guarde una cierta proporcionalidad parlamentaria me parece democrático. Ahora, que se convierta el Consejo de Televisión Española en una correa de transmisión del Ejecutivo de turno o del partido político que tenga el Gobierno no me parece razonable. 

Por eso, yo defiendo que el Consejo sea un organismo independiente, como marca la ley, que no pueda recibir imperativos de ningún tipo. Yo entiendo que alguien puede tener un compromiso político, pero no puede tener una servidumbre política de nadie.

Pérez Tornero, al asumir el cargo en RTVE en 2021.

Pérez Tornero, al asumir el cargo en RTVE en 2021. RTVE

Usted y yo sabemos que ese consenso amplio del que antes me hablaba ahora mismo parece bastante lejano. ¿Teme entonces que el próximo Consejo de RTVE quede ligado a los intereses de este Gobierno? 

Ahí es donde entra la inteligencia política. O sea, uno puede estar muy en desacuerdo con el decreto y con sus detalles, pero al final hay una cuestión operativa en participar o no en un órgano de gestión independiente. Mi deseo es que se lograra con dos tercios y si no es así, será una mala solución. Si vamos a una mayoría pírrica, será una batalla que no te merece la pena ganar, porque antes o después la vas a terminar perdiendo.

De los nueve consejeros actuales que están ejerciendo el cargo, los tres nombrados por el PP deben ser renovados obligatoriamente. ¿Qué le parecería que el Partido Popular se quedase fuera en el próximo reparto? 

Sería un atraso. Viniendo de una mayoría de dos tercios, dejar al Partido Popular al margen de la participación activa en el Consejo sería una involución. Creo que ellos tienen que participar, aunque también quiero ser preciso con una cosa. Si los consejeros, aunque hayan sido nombrados por el Parlamento, tienen liderazgo, capacidad o estrategia, esto no debería traducirse en un juego de mayorías o minorías.

Quiero decir que personas inteligentes y capaces pueden generar dinámicas más allá de ser de izquierdas o de derechas; o de ser mera correa de transmisión de los partidos.

Le hago ahora esa misma pregunta en retrospectiva. ¿El anterior Consejo ha sido independiente o ha cometido los pecados de los que advierte? 

Mi sensación es que todas las partes han intentado controlar ese Consejo y ninguna ha sabido hacerlo, ya que ha sido un despropósito desde el principio hasta el final. Es que Elena Sánchez [la penúltima presidenta] asumió su cargo como una derogación de la época de Tornero, se propuso derogar casi todo lo que habíamos hecho. ¿Qué eso lo hizo en nombre del Gobierno o de la oposición? Pues me cuesta pensarlo. Aunque eso no excluye que algunos sectores de los partidos intentarían presionar, es bastante probable que sucediera.

¿Qué pensó al ver ese consejo, que me citaba anteriormente, en el que cesaban a todo el mundo y al final la Presidencia quedó en manos de otra persona interina? ¿Sintió que había hecho bien en marcharse? 

Operativamente, cuando fui presidente, tenía que ir negociando paso a paso, desde pagar la luz a negociar las retransmisiones deportivas, y eso no lo podía hacer nunca con una mayoría estable. 

Cuando yo asumo la Presidencia, el Consejo se va fragmentando. Primero hay una parte que cuando el vicepresidente Pablo Iglesias se va del Gobierno parece que ya no forme parte del Consejo, que renuncia a acordar nada. Y luego hay dos personas, que fueron nombradas por el Partido Socialista, que hacen la guerra por su cuenta, sin encomendarse a Dios ni al diablo.

¿Quiénes son esas dos personas? 

Pues hombre, Elena Sánchez y la actual presidenta interina [Concepción Cascajosa]. Llegó un momento en que no querían ni hablar conmigo. Yo creo que esto fue una mala práctica que nos ha llevado a donde estamos ahora. 

Antes de formarse ese Consejo hubo un concurso público, con el que se limitaban las decisiones políticas. Pero el Parlamento hizo caso omiso de ello. Entonces, cuando tú tienes cuatro o cinco personas que no han aprobado el examen, que no representaban el proyecto y, sobre todo, que alardeaban de no haber prestado atención a ese concurso, pues es muy difícil gobernar. También he de decir que algunos consejeros hicieron una labor excelente.

¿Alguien desde el Gobierno le empujó para marcharse? 

Yo la decisión la tenía bastante asumida, porque cuando me empezaban a penalizar por decisiones que eran obvias avisé a todas las partes, incluido al Gobierno, de que así no podía continuar. Pedí que la deliberación de los consejos no podía ser partidista y la verdad que no tuve el apoyo que buscaba. 

Es decir, que si no lo empujaron tampoco hicieron nada por sostenerlo…

Creo que no hicieron lo suficiente. Había una buena oportunidad para hacer una reforma profunda y no se hizo.

¿Y cree que hubo algún tipo de intencionalidad política para tener un mayor control de la Corporación?

Yo no pensé que iba a ir tan mal. Voy a ser sincero, cuando veo que no puedo sacar adelante nada lo primero que pienso es que yo no era capaz. Y si pido ayuda y no se me presta, pensé que a lo mejor el resto lo haría mejor sin mí. Pero no, al final aquello era ingobernable y lo ha seguido siendo sin mí. 

Pero creo que no me responde. Quiero decir si apreciaba alguna intención política en esos obstáculos. 

Pues no lo puedo saber. Yo lo que le hice llegar al Gobierno es que las personas que habían sido nombradas por los partidos tenían que hablar conmigo, no podían negarle la palabra al presidente. No es que les pidiera que votaran a favor o en contra, sino que traté de dejar claro que el diálogo era necesario. 

Si estuviera en la misma situación de entonces, ¿volvería a marcharse? 

No me arrepiento, yo creo que hay que luchar por los valores de la independencia. Yo me encontré una Radiotelevisión Española en proceso de quiebra. Tuvimos que hacer una reducción del capital social, tuvimos que reducir los gastos y el primer año ahorramos 20 millones de euros. Yo creo que la televisión pública es necesaria en este país, incluso es buena para los medios privados y para la pluralidad. En las últimas cuentas, sin embargo, se han registrado casi 30 millones de déficit. No es razonable.

José Manuel Pérez Tornero en una entrevista en 'La hora de la 1' en 2021.

José Manuel Pérez Tornero en una entrevista en 'La hora de la 1' en 2021. RTVE

El Gobierno ahora insiste en la lucha contra la desinformación y ha presentado su propio plan de regeneración democrática, basándose en un reglamento europeo que pide que los medios públicos no estén en manos del control político. ¿Cree que se están respetando esas directrices? ¿Este último decreto lo hace? 

Vamos a ver primero cómo queda representado el Consejo. Pero creo que una de las asignaturas pendientes, que Europa recuerda muchas veces, es crear un Consejo Audiovisual independiente, por encima del Consejo de Administración de RTVE. 

Somos de los pocos países que no tenemos un Consejo Audiovisual. Y las competencias que tiene la CNMC [Comisión Nacional del Mercado de Valores, a la que se ha encomendado realizar un registro de medios] no son traducibles a la regulación de los medios audiovisuales públicos. Creo que un organismo nuevo facilitaría también la independencia profesional de los periodistas.

¿Y cree que en materia de contenidos también esa independencia profesional está fallando en la televisión pública? 

Yo creo que en el periodismo en general, y también en el público, hay que dar más autonomía a los periodistas y a los consejos de redacción. Recuerdo las voces que se daban a diario en la redacción, donde las líneas editoriales se discutían, y ahora nos estamos rigiendo por un libro de estilo delimitado y antiguo. O sea, el periodismo tiene que estar comprometido con los valores de la Constitución y tiene que estar comprometido con la independencia. 

Claro, por eso le pregunto si eso está garantizado o no a nivel de contenidos en RTVE. 

Tengo mucha confianza en los profesionales que conforman Radiotelevisión Española, pero creo que sí, que la situación es manifiestamente mejorable.

Explíquese.

Creo que no basta con los telediarios, sino que hay que hacer más información en profundidad, hay que darle más importancia a los programas de fondo, hay que aportar más contexto y no sólo recurrir a las tertulias de todólogos

Pero me está haciendo una crítica general, que además puede servir para todos los medios. Yo le pregunto si desde un punto de vista ideológico se está respetando esa independencia periodística de la que habla.

No puedo valorar eso. Simplemente, cuando yo estuve dije que eran bienvenidas todas las sugerencias, pero no las injerencias. 

Usted ahora se ocupa precisamente de estudiar los fenómenos de la desinformación y los discursos de odio…

He estado en Jordania hace poco con la UNESCO y también en Egipto negociando con los países árabes. Ahí sí que es grave la situación, ¿sabe? 

¿Y qué piensa cuando llega aquí y ve que no nos ponemos de acuerdo ni para renovar un Consejo de Administración? 

Pues eso, parece todo un poco absurdo. 

Termino. ¿Cree que el Gobierno está enfocando bien ese tema de los bulos y las fake news

Es una cuestión crucial, porque afecta a las conspiraciones contra el cambio climático, las vacunas, muchos asuntos… Pero si este tema lo lidera el Gobierno, la gente puede pensar que tiene un interés en controlarlo. Por eso, debe dejar que ese debate esté en la calle, en las universidades, entre los periodistas, las empresas, la ciudadanía… No se puede emitir tutela sobre la libertad de información.