Al abrir la puerta un gato naranja se asoma mientras maullá. "¡Michi!", grita una voz cansada, Álvaro Pombo abre la puerta sentado en una silla de ruedas con la que con dificultad se mueve por su pequeña casa. Un espacio único que alberga un estudio y un pequeño dormitorio tomado por un intenso olor a tabaco que sobrecoge.
Calmado y reflexivo hace una pausa tras cada pregunta, como si midiese las palabras. Piensa cada una de sus ideas antes de expresarlas, aunque él mismo habla desinhibido y sin tapujos. Con un cigarro siempre en la mano o apoyado sobre muebles de madera que ya no aguantan más quemaduras en sus barnices, conversa con EL ESPAÑOL sobre vida, amor, Dios o política actual y pasada.
El poeta reflexiona sobre su juventud, asegura que cuando "el dilema de cualquier persona era: ¿Entraré o no entraré en el partido comunista?", el lo tenía claro, siempre fue muy individualista. Además, al decir esto reflexiona brevemente y sale a colación una de sus famosas citas: “Mi única ideología era la homosexualidad, que ya era suficiente”
Cuando es preguntado por el panorama político actual la primera idea que manifiesta es la de que "sin centro estamos perdidos". Hace manifiesta su indignación con unos y otros pues "Sánchez y Feijóo se pasan el día sacándose faltas, en vez de hablar de como se resuelve lo de Valencia". A pesar de estas afirmaciones se contradice al poco tiempo, a su parecer "el centro es realmente imposible en España". Reflexiona, da varias caladas en silencio, de repente grita: "UPyD era un partido de centro".
Repasa la actualidad, recorriendo las portadas que tiene en su cabeza y asegura que: "La corrupción no se puede olvidar, esa mangancia es terrible, sobre todo para los que vivimos al día".