El milagro Josetomasista no se produjo con rotundidad en su regreso a los ruedos en Jaén. José Tomás es humano, aunque a veces no lo parezca, y los toros tampoco le han ayudado.
En hora y media de corrida no hubo la catarsis de Aristóteles ni el toro de regalo, que un público algo decepcionado pidió al final de este encierro exprés. Se quedó con la miel en los labios porque cuando parecía que la cosa tomaba vuelo, todo terminó.
Lo mejor llegó justo antes de ese momento cuando José Tomás medio se pudo sacar la espina con el cuarto toro de Juan Pedro Domecq. Con ese último cartucho -lidió cuatro en vez de seis- pudo quitarse presión en este regreso con sabor agridulce y con una reventa con precios desorbitados.
"Tarde de expectación es tarde de decepción", dice un viejo refrán taurino. Ha faltado sustancia en general y un grito de 'me aburro' se ha escapado de alguna garganta de las 11.000 almas, llegadas de todo el mundo, que han llenado este domingo el coso de La Alameda. Estas mismas almas que se han dejado tres millones de euros en Jaén.
Este fin de semana no se ha podido reservar un hotel ni una mesa para almorzar o cenar. "Todo completo", ha sido la respuesta habitual de hoteles y restaurantes desde hace semanas.
41 grados a la sombra
¿El motivo? José Tomás volvía a vestirse de luces tres años después de su última actuación en la feria del Corpus de Granada. Con 41 grados a la sombra, el aplauso fue atronador cuando el diestro de Galapagar puso un pie en el albero dejando lucir su terno tabaco y oro y su mechón blanco canoso. Iba desmonterado al ser la primera vez que toreaba en el coso jienense.
A los dos primeros toros de Victoriano del Río y Núñez del Cuvillo les faltó entrega y José Tomás solo pudo calentar aún más a los tendidos con detalles de su toreo.
El público quiso más y fue en el tercero cuando empezó a mostrar su descontento. Fue ahí cuando el diestro madrileño tiró de arrojo y ligó extraordinarios naturales con la figura muy desmayada.
Cuando quiso repetir la escena, el animal tiró la toalla, pero no el tendido, quien pidió una oreja de consuelo. Fue concedida entre división de opiniones. De hecho, no la llevó durante la vuelta al ruedo.
En el cuarto quiso echar el resto. Lo recibió a pies juntos casi sin mover los brazos y con la muleta los derechazos fueron ganando profundidad. El público sintió a medias que las expectativas estaban cumplidas, pero el animal se vino a menos hasta la tanda final de estatuarios. Le cortó otra oreja esta vez menos discutida.
La tarde no ha estado exenta de polémica porque al finalizar, según señala el portal especializado Mundotoro.com, su apoderado, Salvador Boix, ordenaba no enviar a los medios el prometido vídeo resumen de su actuación. Todo ello tras no permitir grabar la corrida.
Como una lotería
Sus honorarios son un misterio, pero muchos empresarios aseguran que es el torero más barato porque te asegura el lleno en los tendidos. El propio gerente de la empresa Tauroemoción, promotora de la plaza de Jaén, Alberto García, lo asemeja a un premio de lotería.
Aunque la tarde no ha estallado con rotundidad, lo que hace José Tomás, se lo alaben o critiquen, con más de 20 cornadas en su cuerpo es mandar en el toreo.
Él decide cuando se va y cuando reaparece; decide la plaza, elige los toros, el formato e impone sus condiciones. Y cada vez que lo hace arrastra a una romería Josetomasita que encumbra a la tierra que pisa y que se siente importante por haber conseguido una entrada.
La duda es si tendría el mismo tirón si toreara más corridas al año. Por el momento, lo que sí está despejado es que la de Jaén no será la última. El de Galapagar volverá a vestirse de luces el 7 de agosto en la plaza de toros de Alicante también como único espada. Todo lo demás seguirá siendo un misterio como el halo que lo envuelve tras una tarde en la que ha parecido más humano... en el sentido más estricto de la palabra.