Juan Manuel Sánchez Gordillo da un paso al lado. El alcalde de Marinaleda (Sevilla) desde 1979 por el Colectivo Unidad de los Trabajadores (CUT) no concurrirá a las elecciones municipales del próximo 28 de mayo tras 44 años en el poder de manera ininterrumpida desde que se instauró la democracia.
En Marinaleda, municipio de la Sierra Sur sevillana bastión de la izquierda, las últimas elecciones municipales de 2019 se saldaron con la victoria de la candidatura a la reelección que entonces encabezaba Sánchez Gordillo, según han informado a Europa Press fuentes de IU.
En concreto, obtuvo un 48,53% del respaldo electoral y seis concejales, frente a los cinco logrados por Avanza, con un 46,13 por ciento de los respaldos, con lo que el veterano líder del movimiento jornalero conservó una vez más el poder, pero ya de una manera más ajustada. También desde años está aquejado por su estado de salud tras sufrir un ictus.
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Además de su papel como alcalde, Sánchez Gordillo ha sido diputado en el Parlamento de Andalucía entre 1996 y el año 2000 y entre 2008 y 2014. En ese año tuvo que renunciar al escaño por incompatibilidad.
Por el momento, se desconoce quien le sucederá como candidato a la Alcaldía por la federación de izquierdas. La asamblea de su formación en la localidad tiene aún pendiente celebrar una reunión.
Sánchez Gordillo, que empezó como maestro del colegio local, ha ganado siempre en las urnas con limpia legitimidad democrática, pero sus mayorías absolutas de antaño han dejado de ser aplastantes, y eso se nota en el día a día.
No obstante, se trata de uno de los personajes de la política más conocidos a nivel nacional. Además de por su inseparable pañuelo palestino, por medidas como la construcción de viviendas por sus propios vecinos y a 15 euros de alquiler. Él mismo vive en una de ellas.
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La iniciativa le ha merecido hasta un reportaje en el New York Times, como ejemplo de economía comunitaria que rescata la vivienda de la especulación del capitalismo salvaje.
Al mediático Sánchez Gordillo se le recuerda como un gran agitador de multitudes en mítines, cortes de carretera, incluso el aeropuerto de Sevilla una vez, y ocupaciones de fincas de terratenientes y del ejército. El Tribunal Supremo lo salvó de la condena previa de siete meses de cárcel por la ocupación de la finca militar Las Turquillas de 2012.
También se le reconoce como un dirigente que sabe ser dialogante y noble en el trato personal, y, más aún, cuando se enfrenta a supuestos antagonistas de la clase obrera y jornalera, como con los señoritos Mario Conde o Cateyano Martínez de Irujo, de la Casa de Alba.
A este último lo trajo como invitado al pueblo para que viera la cooperativa y el Ayuntamiento, después de haberle ocupado su finca de Carmona.