La sala del Pabellón de México de la Universidad de Sevilla estaba abarrotada para recibir al expresidente del Gobierno, Felipe González, uno de sus alumnos más ilustres.

¿El motivo? La entrega del premio Alumni de Honor de la Hispalense, un acto que no ha podido celebrarse en el Paraninfo del Rectorado debido al blindaje para evitar nuevas acampadas y encierros en solidaridad con el pueblo palestino. Hace más de 60 años allí Felipe estudió, ejerció de profesor y alimentó sus primeras ideas políticas.

En primera fila se encontraba parte de la que fuera la vieja guardia del PSOE, como su exvicepresidente Alfonso Guerra, aunque también por su doble condición al ser el presidente de honor de Alumni US, y el expresidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves, que solo se prodiga en este tipo de actos y no en todos. De la nueva guardia ni de la agrupación de Sevilla, no asistió nadie.

Sí acudió en cambio el alcalde de Sevilla, el popular José Luis Sanz, quien formó parte de la foto de familia que la organización promovió al principio del acto, y varios miembros del PP sevillano.

Al llegar González no quiso hacer declaraciones a las preguntas que la prensa tenía preparada sobre la renovación del CGPJ o la gobernabilidad en Cataluña. Contestó con un escueto "dentro" y lo dejó para el final.

Sobre la primera cuestión aseguró que "hay que hacerla ya y como dice la ley", y sobre lo segundo que la postura de los fiscales respecto a la Ley de Amnistía ha sido "la esperable" y que "habrá que preguntarle a Puigdemont para ver por dónde ir en el futuro".

Tras contar sus andanzas universitarias y sus reuniones clandestinas en los sótanos del Palacio Arzobispal de Sevilla a principios de la década de los años 60 o su detención en Madrid en 1971, sin nombrar a nadie sí lanzó algún dardo ya habitual en sus discursos por "la crisis de representación política" que existe hoy día en España.

A su juicio, "la llamada polarización viene de arriba hacia abajo, no de abajo hacia arriba y eso es un problema de los representantes no de los representados porque no se debe a un enfrentamiento social ni por odio en la sociedad". 

Sin embargo, no fue el único dardo que lanzó ya que con un tono más serio aseguró que nadie le puede reprochar que "los intereses de mi país sean lo primero". 

Fue entonces cuando dio un consejo a la hora de analizar la tarea de un gobernante: "Hay que observar si ha contribuido a mejorar la situación que se encontró cuando llegó. Si ha contribuido a mejorarla, habrá cumplido con su tarea".

González cree que personalmente sí lo hizo, ya que una de sus guías en su carrera política fue la búsqueda del consenso y una mejor convivencia entre españoles.