“El paciente ha acabado en el suelo muerto y ni nosotros sabíamos cuánto tiempo había estado así”. “Tengo pacientes que me han pedido que los matara, porque no podían soportar estar en esas condiciones”. “Una gran parte de ellos están atados. La justificación es que están desorientados, se quitan la vía y no damos abasto. Pero ¿Hay algo más inhumano y desolador que sujetar a una persona de las muñecas?”.
Estas son algunas de las frases del desgarrador escrito de una enfermera anónima sobre la situación en la Escuela de Enfermería del viejo Hospital La Fe de Valencia, reconvertida en el Espai Sanitari Ernest Lluch para la atención de pacientes de la Covid-19.
EL ESPAÑOL acudió este viernes a las instalaciones para contrastar este testimonio, y una decena de sanitarios confirmaron las dramáticas escenas que viven en el centro, con algunas matizaciones. Pocas.
No se hablaba de otra cosa en las pausas para almorzar o fumar un cigarro junto al edificio. El escrito ha corrido como la pólvora entre los propios trabajadores. "Reenviado muchas veces", advierte WhatsApp al difundir el PDF de autor anónimo. “No sabemos quién es, pero tiene que ser de aquí. Da detalles muy precisos”, indicaban.
“Lo que describe sobre cómo está muriendo la gente aquí se ajusta a lo que está pasando. Pero no solo aquí, en muchísimos lugares de España o del mundo ¿O es que pensabas que la pandemia era una broma?”, espetó una de las sanitarias que atendió a este periódico.
Los profesionales describen sus experiencias en el lugar con una estremecedora entereza. “Desde luego que nos encontramos fallecidos al ir a verlos por las mañanas. Y por las tardes y a cualquier hora”, afirma uno de ellos. “Claro que inmovilizamos a pacientes. Es durísimo, pero a veces es la única solución cuando están fuera de sí y se arrancan las vías”, justifica una experimentada enfermera.
Mari Luz Gascó, secretaria general del Sindicato de Enfermería SATSE en la Comunidad Valenciana, manifiestó a este diario preguntada al respecto que los hechos descritos por la enfermera “reflejan los graves problemas a los que se están enfrentando los sanitarios”.
“Sanidad de guerra”
“Se está haciendo una sanidad de guerra. Los pacientes están muriendo solos y mal atendidos, porque el ratio de profesionales es bajísimo. Los sanitarios están haciendo todo lo que pueden, pero cuando son tantos los pacientes, que encima tienen que estar solos, ocurre esto”, detalla.
El sindicato ha consultado entre sus afiliados para conocer con mayor detalle la situación en la que se trabaja en la antigua Escuela de Enfermería de la vieja Fe.
La carta anónima la firma una “enfermera con corazón” que dice esconder su identidad “por las consecuencias que pueda tener” al difundir su mensaje.
“Desde abril de 2020 tengo el famoso contrato de Acúmulo de Tareas por Covid-19”, explica. “He ido pasando por diferentes puestos de trabajo hasta que, en noviembre del mismo año, me sacaron del servicio en el que estaba cubriendo una baja para irme a trabajar a la antigua escuela de enfermería ubicada en la antigua Fe de Valencia”, agrega.
Asegura haber pasado “por muchas salas Covid”. “En todas ellas el ratio enfermera-paciente es de 1/6, además de la persona que está en el control de enfermería para atender el teléfono y pasar material, ya que la carga de trabajo debido al protocolo de vestimenta con EPI es bastante duro”, detalla.
“En el suelo muerto”
“Los pacientes están solos en sus habitaciones y si necesitan algo tienen el telefonillo para comunicarse con el personal sanitario. Por norma general, entras a las habitaciones tres veces si tu turno es de 12 horas diurnas, a no ser que ocurra alguna urgencia y el paciente sea capaz de tocar el timbre para avisarnos”, expone sobre su día a día.
Aquí comienza la parte más desgarradora de su relato: “Digo lo de ser capaz, porque ha sucedido más de una vez que al paciente le ha pasado algo grave, y por no poder avisarnos no nos hemos enterado. El paciente ha acabado en el suelo muerto y ni nosotros sabíamos cuánto tiempo había estado así. También ha ocurrido que si acabamos de quitarnos el EPI después de 3 horas seguidas con él puesto y llama alguien para pedir algo, se le hace caso dependiendo de cómo se valore de urgente esa necesidad, es decir, según la subjetividad del profesional que en ese momento esté”.
Según su testimonio, este funcionamiento provoca “sorpresas muy desagradables”. “Si su edad se encuentra en torno a los 70 años en adelante, la mayoría de pacientes ni son reanimables ni intensivables, por lo que si por la noche tienen una saturación baja, sabiendo cual va a ser su destino (la muerte), no se vuelve a entrar a esa habitación hasta las 7 de la mañana. Así, se confirma lo que al inicio del turno se pensaba y se deja morir sola a una persona que ha tenido una vida tan completa como la de cualquier ser humano”, lamenta.
La enfermera tilda de “miseria” las condiciones en las que se encuentran los enfermos: “No tienen agua caliente para ducharse, los telefonillos no funcionan y suenan en el control de enfermería pero no puedes comunicarte con ellos, por lo que tienes que imaginarte lo que les pasa (y como he comentado antes, se entra a las salas Covid según la valoración subjetiva y el cansancio de cada profesional)”.
Según denuncia, “la gran mayoría de habitaciones son minúsculas, pero dentro hay dos pacientes en camas de no se sabe qué año, una basura donde se tiran los pañales y empapadores, y no hay ventilación”. “No os podéis imaginar el olor que hay ahí dentro y lo cargado que está el ambiente. No tienen televisión para hacerles las horas algo amenas”, agrega.
Los profesionales que atendieron a EL ESPAÑOL a la puerta de este hospital confirmaron que se está haciendo uso de camas muy antiguas y que los pacientes no tienen televisión. Por contra, consideran que la enfermera se excede en la carta “cuando habla de las condiciones de higiene”.
“Creo que nos deja mal a las auxiliares. Nosotras también sufrimos la falta de personal de la que habla, pero, por lo que dice, parece que no hagamos nuestro trabajo. Yo muchos días termino sudando del esfuerzo, y no me puedo ni duchar porque en mi planta no hay agua caliente”, replica una de ellas, que sí coincide en este último asunto. “En nuestra planta sí teníamos hoy agua caliente por fin”, apunta otra.
La carta incide en la soledad de los pacientes. “No hay nadie allí que vaya a darles conversación, no tienen visitas de sus seres queridos. Muchos de ellos no saben ni usar un móvil. Te piden ayuda y la grandísima mayoría de veces no puedes dársela porque tienes diez pacientes más a tu cargo y no llegas a todo”, lamenta al respecto.
Según la autora, “las personas ingresadas lloran por el desconsuelo de estar allí, se revuelven en las camas, muchas de ellas pierden el norte, acaban desorientadas y con la fuerza muscular de una lechuga”, lo que atribuye a un mal servicio de fisioterapia.
“No hay nadie que vaya a hacerles rehabilitación en condiciones. Solo se contrata a una fisioterapeuta para todo el hospital” por lo que “aunque haya personas que ingresen siendo capaces de andar con libertad, la mayoría de ellos acaban o muriendo allí o volviendo a sus casas en sillas de ruedas por no poder moverse”, expone.
“Me piden morir”
La enfermera considera que lo que ocurre en la vieja Fe no se ha convertido en un escándalo por la imposibilidad de acceder al edificio. “¿Qué tiene de bueno el que no puedan tener visitas? Que a Conselleria no se le cae el pelo, porque si los familiares vieran las condiciones que hay ahí estarían llenos de denuncias por maltrato”, asegura.
“El trauma psicológico que se nos está creando al personal sanitario que estamos trabajando allí es importante, yo misma he pedido ayuda psicológica por ansiedad. Pero, ¿y los pacientes?, ¿y esas personas que ingresamos allí y tienen que vivir todo esto? Tengo pacientes que me han pedido que los matara, porque no podían soportar estar en esas condiciones”, afirma.
“Me piden que los desate, que los dejemos irse a sus casas. ¿La solución que se da? Al que da más problemas se le droga con Haloperidol para que no estorbe tanto. Los que aún mantienen cierta cordura te gritan que no hay derecho a tenerlos así, y yo no puedo hacer otra cosa que darles la mano y la razón”, lamenta.
La enfermera llega a afirmar que la muerte es a veces un alivio para pacientes y profesionales. “Lloro en mi casa, antes de entrar a mi trabajo, a la salida y me muerdo la lengua para no llorar delante de ellos. Las muertes se normalizan y, sobre todo, aquí internamente se agradecen, porque la vida que les damos en el ‘hospital’ no es vida”, defiende.
La Generalitat Valenciana, además de habilitar un hospital de campaña en cada provincia, anunció durante la primera ola la recuperación de espacios en desuso como esta antigua Escuela de Enfermería.
Cuenta con 166 camas y 173 profesionales -13 facultativos, 75 enfermeras, 75 auxiliares (TCAE), 10 celadores y personal administrativo-, según precisó la Conselleria de Sanidad en noviembre, cuando habilitó el espacio debido a la saturación hospitalaria.
Su objetivo era “descongestionar los hospitales de enfermos leves o que no muestran un cuadro clínico complejo”. Pero los profesionales que allí trabajan describen un escenario distinto. “Es al contrario. Esto es un hospital creado solo para casos de Covid, por eso aquí es todo tan duro y muere tanta gente”, asegura una auxiliar a las puertas del centro.
“Sí hay pacientes más jóvenes en las plantas de abajo que vienen a ‘negativizarse’, que están hasta que dan negativo en las pruebas del virus” -expone una enfermera de la primera planta- “pero en las de arriba sí hay muchos mayores que no se recuperan”.
“Realidad alterada”
La carta denuncia que las instalaciones carecen de “material, espacio para trabajar y, sobre todo, recursos humanos”. Preguntadas al respecto, fuentes de la Conselleria de Sanidad respondieron a este diario que no entrarían a valorar un escrito anónimo. A su vez, subrayaron que no tenían constancia de ninguna denuncia formal por parte de particulares ni sindicatos sobre anomalías en las instalaciones.
Ya por la tarde, la conselleria de Sanidad envió una nota de prensa en la que tildó de “realidad alterada” el testimonio de la enfermera recogido por este periódico, si bien confirmó varios aspectos de su relato.
En concreto, que el hospital, pese a ser ideado para casos leves, acoge a dos tercios de pacientes graves, el grueso “personas con más de 80 años que, además, padecen muchas enfermedades asociadas”
También confirma que se ven obligados a atarlos. “Cuando se adopta la decisión de aplicar una medida de contención física, el objetivo es evitar una posible caída o que se quite una vía o una sonda”, explicaron.
Denuncia del PP
Por su parte, el diputado autonómico del Partido Popular José Juan Zaplana puso este sábado en conocimiento del Juzgado de Guardia de Valencia las “condiciones inhumanas” y las “graves situaciones de desatención de los pacientes” en el hospital.
En concreto, Zaplana trasladó a la Justicia la carta revelada por EL ESPAÑOL. Según explicó, “tras las consultas con distintas fuentes del ámbito del personal sanitario”, puede “otorgarle veracidad a la carta referida”.