Valencia segrega en un colegio a niños gitanos y pobres que recoge en chabolas de toda la ciudad
- La Conselleria de Educación de Vicent Marzá (Compromís) se escuda en que ocurre desde hace 30 años y en que las familias escogen la escuela.
- Reconoce que concentra alumnos de "contexto socioeconómico muy precario", procedentes de "asentamientos chabolistas o infraviviendas".
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El Gobierno valenciano presume de que "lucha contra la segregación escolar desde 2015", pero tiene un inexplicable colegio-gueto en el barrio de Nazaret (Valencia). Se trata del CEIP Juan Manuel Montoya, donde estudian niños gitanos y pobres de "chabolas e infraviviendas" de toda la ciudad. Dos autobuses recorren cada día más de diez barrios de la capital para recogerlos y trasladarlos hasta allí, tal y como ha comprobado EL ESPAÑOL. La Conselleria de Educación se escuda en que esto ocurre desde hace 30 años y en que son las propias familias las que escogen esta escuela.
Cumplidas las 9:00 horas, los dos autobuses llegan a la puerta del centro tras atravesar toda Valencia. Pasan por zonas como Torrefiel, Orriols, Poblats Marítims, Forn d'Alcedo, Montolivet, Benicalap, Amistat-Albors, Rascanya, La Plata, En Corts o La Punta. También por el término municipal de Xirivella. Hasta el año pasado incluso recogían a niños de Burjassot y Paterna. Tan solo unos pocos llegan andando desde Nazaret. Los pequeños marchan lejos de sus barrios para estudiar con niños tan pobres como ellos. No interactúan con alumnos de otros estratos sociales.
"Salvo escasas excepciones, el denominador común es que son niños gitanos y pobres que están fuera del sistema, y se ha demostrado generación tras generación que su escolarización en este colegio no contribuye a su inclusión", lamentan profesionales del propio centro a este diario. Tanto profesores como la Asociación Alanna trasladaron esta discriminación a las consellerias de Educación e Igualdad, ambas dirigidas por Compromís. La definición de "colegio-gueto" es de su propio director, David Ferrando. "Negarlo sería ponerse una venda en los ojos", explicó a este periódico a las puertas de la escuela el pasado jueves.
La Conselleria de Educación, dirigida por Vicent Marzà, confirma el perfil de los menores. "Se trata de familias muy vulnerables que viven en un contexto socioeconómico muy precario, en la mayoría de los casos en asentamientos chabolistas o en infraviviendas", explican. "El alumnado se ducha y se asea en el colegio porque en su vivienda carece de agua corriente, y además de comer en el centro también se les sirve desayuno porque muchos de ellos llegan al colegio en ayunas", agregan.
Educación asegura que está "tratando dar la vuelta a esta situación trabajando conjuntamente con el centro, las familias y los servicios sociales municipales para intentar reducir este elevado índice de segregación escolar". Pero defiende que la propia vulnerabilidad de los alumnos "complica vincularlos a un centro educativo". "Muchos de ellos ni siquiera están empadronados y, además, su precaria situación hace que cambien a menudo de lugar de residencia, incluso durante el mismo curso", precisan.
El departamento, a su vez, asegura que "las familias tampoco quieren cambiar de colegio". "Son familias extensas con vínculos familiares muy amplios que quieren que sus hijos vayan juntos, no solo los hermanos, sino también los primos", precisan.
"Cualquier colegio sostenido con fondos públicos en el que la oferta de vacantes supera la demanda de plazas está obligado a aceptar a un alumno o alumna aunque viva en otro distrito escolar o incluso resida en otro municipio. Esta circunstancia explica la razón por la que el CEIP Juan Manuel Montoya cuenta con alumnado de zonas muy diversas de Valencia e incluso de otros municipios", justifican.
Educación reconoce "que la situación que vive el CEIP Juan Manuel Montoya no es la ideal". "Trabajamos para revertirla mientras aseguramos el derecho a la educación de estos niños y niñas, que sin el acompañamiento y apoyo que realiza el equipo del centro no estarían escolarizados", argumentan.
Seis años de inacción
Pero entre los profesionales del mismo existe un profundo descontento. Denuncian que ya son seis años de inacción por parte de Educación pese a que el conseller Marzà hace bandera de la lucha contra la segregación escolar -incluso ha impulsado un decreto con el propósito de erradicarla-. También ponen en duda que se esté informando realmente a las familias de que tienen derecho a llevar a sus hijos a una escuela próxima a su residencia y a que estudien integrados con alumnos de todo tipo.
A su vez, niegan que el perfil de las familias siga siendo itinerante. Subrayan que buena parte de los niños tienen un lugar de residencia estable -aunque en casas y pisos okupados- de modo que deberían estudiar en los colegios de su zona. También apuntan que no se ofrece desayuno en el centro de forma habitual y que muy pocos alumnos se duchan en la escuela.
Entre los problemas que sufre el colegio también destacan la gran rotación del profesorado. Según advierten los contactados por este medio, la complejidad propia de un centro tan singular deriva en mala calidad de la enseñanza y en escasos resultados entre el alumnado. Muchos profesionales acaban frustrados y optan finalmente por marcharse en busca de un entorno laboral más estable.
Y otra polémica que envuelve a este Centro de Educación Infantil y Primaria es que acoge a poco más de 70 alumnos, mientras que los tres colegios restantes de su entorno, uno público y dos concertados, están saturados. Es decir: pese a las necesidades educativas de Nazaret y La Punta, no se transfieren alumnos a este colegio-gueto.
Educación argumenta que tiene una ratio inferior de alumnos precisamente por sus características especiales. Explica que, hasta hace muy poco, el Juan Manuel Montoya era un Centro de Actuación Educativa Singular (CAES). "Hemos eliminado la etiqueta negativa que suponía para un centro ser CAES y ahora ya no aparece en la denominación, pero eso no significa que dejemos de aportar recursos a los centros con más del 25% de alumnado con este perfil", defienden.
"En estos casos reducimos las ratios máximas en Infantil de 25 a 20 alumnos para poder prestar una atención más personalizada y ofrecemos más recursos humanos dotando de más profesorado a estos centros a través del Programa de Atención para la Mejora (PAM)", apuntan. Los profesionales del centro consultados por este medio indican que las clases más numerosas tienen doce alumnos y que incluso hay aulas con solo seis niños.
Por último, el personal lamenta que el colegio, debido a su elevado índice de fracaso escolar, ni siquiera está adscrito a ningún centro de secundaria. Educación, curiosamente, justifica esta decisión porque la escuela recibe "población de diferentes zonas".
En consecuencia, si los alumnos de este colegio llegan a la ESO -algo que consiguen muy pocos- la Generalitat sí los envía a un instituto cercano. Pero, durante la primaria, concentra a estos alumnos gitanos y pobres en un centro-gueto, en un ambiente perjudicial para su progresión académica.