La Fiscalía Provincial de Castellón aprecia un posible "delito de maltrato animal" en la muerte de los burros antiincendios que soltó la Generalitat Valenciana en el parque natural del Desert de Les Palmes. Así consta en el escrito del Ministerio Público firmado por la fiscal jefe María Diaz Berbel, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.
"Los hechos relatados podrían ser en su caso constitutivos de un delito de maltrato animal del artículo 337 del Código Penal", asevera la Fiscalía. En consecuencia, acuerda "la remisión de las actuaciones al Juzgado Decano de Castellón en orden a la instrucción judicial" y propone la "declaración en calidad de investigado" de Antonio Luis García Sanz, director del parque natural del Desert de Les Palmes.
Las diligencias de investigación parten de una denuncia de la diputada del PP Elisa Díaz, que alertó de "la muerte de 10 de los 50 burros 'antiincendios'. No obstante, los animales fallecidos son más, tal y como informó este periódico. La Administración valenciana reconoció inicialmente "entre 8 y 10" muertes. Sin embargo, en el informe interno elaborado por la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente sobre lo ocurrido, consta que son un total de 16 los animales que nunca se recuperaron.
Los datos del informe provienen de una inspección veterinaria realizada por la empresa pública Vaersa a las instalaciones del Grao de Castellón del protector de los asnos, Juan Lebrián. En la misma, mediante la identificación de los microchips de los animales, los técnicos tan solo pudieron identificar a 30 de los asnos que fueron dejados a su suerte en el parque natural, que fueron un total de 46 -según asegura la Generalitat Valenciana-. En consecuencia, los desaparecidos ascienden a 16.
Fue el propio cuidador quien reconoció, uno por uno, los burros que habían muerto. A su vez, otros tantos los dio por desaparecidos, y fueron anotados como "no presente" por parte de los técnicos de Vaersa. Entre estos últimos se encuentran además otros 7 burros, que forman parte de un grupo de 8 que, si bien fueron inicialmente seleccionados para ser llevados al parque, finalmente, se quedaron en la cabaña de Lebrián.
En cualquier caso, se trata de 7 desapariciones más. Solo uno de estos 8 burros inventariados estaba en el momento de la visita de los veterinarios de Vaersa, que se encontraron también con otras dos irregularidades. Había 2 animales que no pertenecían a su explotación y otros 4 sin identificar.
Todos estos datos fueron confirmados por la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente -liderada por Mireia Mollà (Compromís)-, preguntada al respecto por este periódico. Las mismas fuentes argumentaron que el desfase respecto a la comunicación inicial responde a que "inicialmente, tanto el cuidador (Juan Lebrián) como el director del parque (Antonio Luis García) indicaron que habían recuperado 36 animales y que los fallecidos eran entre 8 y 10".
La conselleria, por esta razón, ha tramitado una sanción al ganadero y ha abierto un expediente al director del parque.
Anemia y daño hepático
El minucioso documento revela también el mal estado en el que se encontraban los animales supervivientes. Explica que, según los ejemplares analizados por veterinarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón, los ejemplares que sí volvieron padecían una condición corporal pobre, alopecias, encías blancas como consecuencia de la anemia y daño hepático.
Ello apunta hacia la tesis principal de la muerte de los animales: que fallecieron de hambre por falta de adaptación a un medio natural al que no estaban habituados, porque se trataba de animales domésticos.
Como relató este periódico, la administración llevó a los animales a una muerte segura tras embaucar a su protector. Sobre el papel, la idea sonaba genial. 50 ejemplares limpiarían el monte para reducir el riesgo de incendios en el Desert de les Palmes de Castellón (finalmente se enviaron 46, según la Generalitat). Pero el encomiable proyecto escondía una auténtica chapuza. Los impulsores tomaron los animales de un cuidador altruista -que estaba a punto de perderlos-.
Lo hizo sin preocuparse de si los asnos encontrarían alimento en el parque natural. Sin proporcionarles un lugar para refugiarse similar al que estaban acostumbrados. Sin profesionales que los vigilaran. Y lo que es peor: sin reaccionar cuando empezaron a morir.
En la misma línea, la Fiscalía subraya ahora que, "a la vista del atestado policial del Seprona obrante en autos, resulta ser que los mismos fallecieron aparentemente por falta de ingesta de los nutrientes suficientes".
"Se señala que no se realizó el correspondiente informe sobre la capacidad nutricional del medio natural en el que los animales fueron liberados, y no se les suministró alimentación suplementaria", destaca la Fiscalía, que también afea que "no hubo seguimiento veterinario de los ejemplares para detectar los problemas alimenticios que sufrían.
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