Valencia

Su nombre es Sara Majarenas, y es una de los 44 exmiembros de ETA que, según ha precisado la asociación de víctimas Covite, concurre a las elecciones municipales por Bildu. En su caso, se da la gran paradoja de que opta por la vía democrática para acceder al poder local cuando, en su vida anterior, pretendía arrebatar esta representación con la más vil de las violencias. Pertenecía al 'comando Levante' de la banda armada, el que planeó el asesinato de la alcaldesa Rita Barberá.

Majarenas ha sido rehabilitada para la vida política como aspirante a concejal en el municipio de Astigarraga, Guipúzcoa. Es la número 10 de la lista de Bildu. Cuando planeaba matar a Barberá se hospedaba en la pensión Tartessos de Valencia, a escasos metros del Ayuntamiento, tal y como recordó este jueves Las Provincias. Ahora tiene como objetivo otro consistorio, pero al que aspira a acceder como representante de pleno derecho.

Su profuso bagaje terrorista no ha sido, ni mucho menos, un impedimento para concurrir a los comicios. Según recordó Covite, Majarenas fue condenada a 13 años y 10 meses de prisión por delitos de asociación ilícita, falsificación de documentos públicos oficiales y tenencia de armas sin licencia. Ella subraya que en su historial no constan delitos de sangre. Cumplió condena en la cárcel de Picassent (Valencia), donde su vida sufrió un nuevo giro trágico.

[Sara, terrorista cuando ETA mataba niños, arrepentida cuando su ex apuñaló a su hija]

Como informó este periódico, a sus 37 años, se convirtió en la primera etarra que abandonó la banda para cuidar de un hijo. Un hecho sin precedentes en las más de cinco décadas de vida de ETA. Sí lo había hecho antes la grapo Gema Belén Rodríguez de Miguel. Majarenas lo hizo después de que su expareja, un narco griego al que conoció en prisión, estuviera a punto de matar a cuchilladas a su hija. 

En el caso de Majarenas, el arrepentimiento solo llegó cuando la muerte rondó su pequeña Izar, de tres años. No tuvo la misma visión cuando las bombas de sus compañeros terroristas asesinaron a 22 niños. No le conmovieron las hermanas Esther y Miriam Barrera, que tenían la misma edad que su pequeña cuando ETA las mató en 1987 con una bomba en la casa-cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza.

Tampoco le removió la conciencia que aquel otro niño, Luis Delgado, perdiera la vida en Madrid. Tenía solo dos años. Se lo llevó otro explosivo que portaba el sello de la banda del hacha y la serpiente. Sucedió en 1988. Pero su grave situación familiar sí estuvo por encima de sus ideales.

A mediados de enero, su antigua pareja, un expresidiario al que conoció mientras ambos cumplían condena en la cárcel de Picassent (Valencia), le asestó dos puñaladas a la hija que engendraron entre rejas. Fue durante un fin de semana que el padre, ya libre, pasó con la bebé.

Stylianos Messinezis, un traficante de drogas griego de origen etíope y 49 años, llevó a la niña a su casa de Benifaió (Valencia) y allí la dejó casi muerta. Se entregó a los policías y dijo que había matado a Izar. Pero la pequeña, ingresada de gravedad en el hospital La Fe de Valencia, logró salvar la vida gracias a la intervención de los médicos. La pareja estaba en trámites de separación y ambos luchaban por hacerse con la custodia.