Ximo Puig parece estar esperando una buena oportunidad para seguir en política al más alto nivel, y podría tenerla como ministro si Pedro Sánchez logra formar un Gobierno dependiente —más que nunca— de los nacionalismos catalán y vasco.
Su entorno subraya su vertiente federalista y el trato que tuvo como presidente con sus homólogos Carles Puigdemont (Junts) y Pere Aragonés (ERC). Él mismo aprovechó la semana pasada para aplaudir el uso del catalán en el Congreso.
Sus aptitudes son evidentes para acceder a la cartera de Política Territorial que ahora ostenta Isabel Rodríguez, que es también portavoz del Ejecutivo. Son similares a las que llevaron a la expresidenta balear, Francina Armengol, a la Presidencia del Congreso.
Pero todas las fuentes consultadas subrayan una misma cuestión nuclear: todo dependerá de que Sánchez, si logra ser investido, quiera a Puig en su Gobierno.
Conocedor de esta circunstancia, Ximo Puig "hace vida ajeno a esta posibilidad", según aseguran sus allegados. Subrayan al respecto que el expresidente autonómico "está contento con su rol actual". Sus movimientos, sin embargo, invitan a pensar que se está postulando para mayores responsabilidades tras ver frustrado el tercer mandato al que aspiraba en la Comunidad Valenciana.
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El expresidente rehusó a dar un paso al lado desde el mismo momento en que perdió las elecciones. "Mi voluntad es cumplir con el mandato de la ciudadanía, y hacerlo con el respaldo de mi partido y el de la sociedad", manifestó Ximo Puig el 30 de mayo, dos días después de la derrota. "Lo hago como autoexigencia, porque debemos ser conscientes del valor de la democracia y del autogobierno, más ahora que nunca cuando hay quienes lo cuestionan. Acepto la responsabilidad", añadió.
Su situación recuerda a la de Susana Díaz en Andalucía tras la victoria electoral de Juanma Moreno, aunque con importantes diferencias. Ximo Puig sigue como secretario general del PSPV-PSOE y conserva el acta de diputado en las Cortes Valencianas. Pero sí renunció a la portavocía del Grupo Parlamentario Socialista (lo es la exconsellera Rebeca Torró) y optó por convertirse en senador territorial en la cámara alta.
Estos dos últimos movimientos parecían indicar que Ximo Puig daba un paso al lado en la Comunidad Valenciana, pero el exmandatario está teniendo un papel activo desde la secretaría general del partido, de la que no parece dispuesto a cesar a corto plazo. Esta podría ser la contrapartida a reclamar por parte de Sánchez para incorporar a Puig a su Ejecutivo.
Puig mantiene un perfil dual, con protagonismo tanto en Madrid como en Valencia (donde conserva el acta de diputado). Como reveló este jueves EL ESPAÑOL, los socialistas están montando un simbólico "gobierno alternativo" al de Carlos Mazón en el que Ximo Puig aparecerá como presidente.
Puig también demostró su afán de protagonismo en la rueda de prensa para presentar la iniciativa lingüística de su partido, que ha solicitado la doble denominación "catalán/valenciano" tras el pacto del PSOE con Junts, en el que solo figura el catalán, para su uso en el Congreso.
Puig, que no dudó en equiparar catalán y valenciano pese a la controversia que ello genera en Valencia, explicó que ya había departido al respecto con Armengol, y que se habría mostrado proclive a la petición. "La presidenta del Congreso, Francina Armengol, está alineada con nuestra posición", aseguró el expresidente.
"El valenciano, de acuerdo con lo establecido por la Acadèmia Valenciana de la Llengua, tiene que estar presente como el resto de lenguas cooficiales, y así será", auguró Puig, que celebró la llegada del catalán al Congreso. "Por primera desde 1834, los diputados y diputadas podrán utilizar el valenciano en Cámara baja", dijo. "La mejor manera de defender una lengua es hablarla", agregó.
La rueda de prensa, convocada por un presidente saliente en pleno agosto, demuestra un notable interés por parte de Puig para posicionarse en esta cuestión.
Cabe subrayar que el federalismo de Ximo Puig en absoluto es un posicionamiento impostado. Se trata de un firme defensor de la descentralización de España, un discurso que ha mantenido desde que accedió a la presidencia valenciana y, en especial, como contraposición a la figura de Isabel Díaz Ayuso durante la pasada legislatura. "Madrid genera una macrocefalia que es negativa para España", aseveró en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL en julio de 2021.
La ruptura con Sánchez
En aquella misma conversación con este periódico mostró con rotundidad su arrepentimiento por el rol que jugó en 2016 en el PSOE, cuando dimitió para forzar la caída de Pedro Sánchez.
"Desde luego, yo creo que hay que hacer un análisis autocrítico de lo que pasó en estos años en el partido socialista. Yo lo he hecho, y he reiterado en distintas ocasiones que creo que se hicieron las cosas muy mal. Bastante mejorables en muchos aspectos. Y, desde luego, en la parte que a mí me corresponde, yo he hecho esta parte de autocrítica y no estoy satisfecho de lo que hice en ese momento", afirmó.
Aquel oscuro pasaje rompió por completo su relación con Sánchez. Pero la resurrección de este último y su llegada a la Presidencia del Gobierno con la moción de censura de 2018 forzó la convivencia entre ambos. Puig pasó de verdugo a penitente del líder estatal, y poco a poco se hizo un hueco entre sus barones leales, lejos de los constantes aspavientos de Emiliano García-Page o Javier Lambán.
Puig estuvo al lado de Sánchez en las mayores controversias, como lo fueron, precisamente, los indultos a los condenados del procés, la supresión del delito de Sedición o la rebaja del de Malversación. "Entiendo el sufrimiento que significa la toma de decisiones", dijo en un mitin el pasado diciembre. "Pero, donde hay un problema político, hay que buscar una solución", contrapuso.
En aquella intervención ante Sánchez Puig criticó el "electoralismo" de otros líderes del PSOE. Entre ellos, Guillermo Fernández Vara, que fue mucho más crítico que Puig con las concesiones a los independentistas y, sin embargo, sí ha sido agraciado con una vicepresidencia segunda del Senado.
Todo ello, el respaldo de Puig a Sánchez en momentos delicados y su mayor proximidad a los partidos catalanes que tienen la llave de la gobernabilidad en España, convierten a Ximo Puig en un claro ministrable de Política Territorial, aunque todo depende de que Sánchez quiera materializar esta posibilidad.