Ocho de la tarde del lunes. Un funcionario se mete en la cabina que está entre los módulos 15 y 16 de la prisión de Campos del Río que están destinados a mujeres. Como cada día, avisa de que va a proceder al cierre de la puerta de cada una de las 36 celdas que hay por módulo, con el objetivo de que las reclusas se queden dentro de su 'chabolo' de cara al posterior recuento de la población reclusa. Sin embargo, la interna C. J., de 48 años, después de que el empleado de Instituciones Penitenciarias accionase el botón de cierre automático supuestamente sacó medio cuerpo de su celda para darle un mechero a la interna de al lado, se quedó atrapada y murió asfixiada.
Todas las celdas del Centro Penitenciario Murcia II están equipadas con puertas automáticas dotadas de un mecanismo denominado presostato, que libera la puerta cuando está cerrándose si detecta algún obstáculo. “Es similar al sensor que puede tener la puerta de cualquier ascensor, si al cerrarse detecta movimiento o choca con algo, se abre de inmedito”, tal y como explican de forma didáctica fuentes de Instituciones Penitenciarias. Lamentablemente, según las primeras hipótesis, todo apunta a que este lunes “el sistema no ha funcionado”.
La reclusa C. J. cumplía condena por un delito de tráfico de drogas en la cárcel de Campos del Río y tenía asignada una celda en el módulo 16 para mujeres. “Hacia las 20 horas, como cada noche, se dio el aviso del cierre de celdas. Las internas ya estaban dentro cuando se accionó el cierre automático. Se estaban cerrando las puertas, cuando esta interna sacó medio cuerpo de su celda para darle un mechero a la interna de la celda contigua. La puerta se cerró y quedó atrapada”, tal y como confirma una fuente de Instituciones Penitenciarias a EL ESPAÑOL sobre la supuesta causa del trágico deceso.
“El funcionario, al escuchar los gritos de la interna, vio en las cámaras lo que estaba ocurriendo y procedió inmediatamente a abrir todas las puertas”. Todas las celdas del módulo 16 se abrieron excepto la de esta reclusa, de 48 años. “A continuación, acudieron con la llave para la apertura manual de la puerta y tardaron diez minutos en conseguir desbloquearla”. El resto de internas vivió con impotencia cómo su compañera poco a poco dejaba de respirar. Cuando los funcionarios lograron liberar a C.J. y la llevaron a la enfermería ya no pudieron reanimarla: había muerto asfixiada.
Posteriormente, una comisión judicial se desplazó al Centro Murcia II para proceder al levantamiento del cadáver y el juzgado de guardia abrió diligencias. Una delegación de la Inspección Penitenciaria se desplazará hoy a la cárcel de Campos del Río para abrir una investigación interna sobre lo ocurrido que, entre otras cuestiones, deberá esclarecer el estado del sistema de cierre automático de las puertas de las celdas que depende de una empresa de mantenimiento.
No obstante, desde Instituciones Penitenciarias aseguran a este diario que periódicamente su personal hace simulacros para comprobar el funcionamiento del sistema de cierre de presostato de las celdas. “El contrato de mantenimiento de las puertas lo realiza una empresa, entre sus cláusulas se incluyen una serie de revisiones periódicas y en la investigación interna se determinará si se han cumplido”, precisan las citadas fuentes.
En cuanto a la responsabilidad civil por la muerte de la reclusa, será el juzgado de Murcia el que deberá determinar si existe y quién debe abonarla: Instituciones Penitenciarias o la empresa de mantenimiento. Todo ello, al margen de que los familiares de la difunta decidan -o no- emprender acciones legales para reclamar una indemnización económica, entre otras responsabilidades legales.
Otros accidentes
Personal de esta prisión consultado por EL ESPAÑOL no cree que el deceso esté vinculado a un problema de mantenimiento de las puertas y asegura que el fallecimiento ha sido como consecuencia de un supuesto accidente: “Todo apunta a que fue un fallo mecánico, no había manera de abrir la puerta”. De hecho, los funcionarios también sostienen que “cuando se accionó el botón de cierre de la puerta de la celda desde la cabina, la reclusa se asomó en el último momento, se debió confiar y quedó atrapada muriendo por asfixia”.
Este presunto deceso fortuito se produjo en el marco de los trueques que habitualmente hacen los reclusos entre vecinos de chabolos. “A las 19.15 horas es la cena, cuando terminan suben a sus celdas porque a las 20 horas cerramos las puertas para el recuento que se hace a las nueve de la noche y es habitual que antes del cierre de puertas se salgan de sus celdas para intercambiar cosas con el recluso de al lado: desde tabaco, a comida, un CD para escuchar música, un libro...”, enumera un funcionario.
“Las puertas tardan unos cuatro o cinco segundos en cerrarse, en otras ocasiones han pillado a otros presos que han salido a intercambiar algo, pero siempre el sistema ha hecho que la puerta se eche para atrás de manera automática”. Todo ha quedado en algún susto: pequeñas fracturas de brazo, pierna o de muñeca. Lo mismo ha pasado alguna vez con las puertas de rejas que hay, por ejemplo, en la zona de acceso de la sala de estar a las galerías, donde también ha habido pequeños accidentes.
“Los reclusos, a veces, se confían cuando está cerrándose una puerta y se pillan el brazo, esto ocurre muy de cuando en cuando, pero es la primera vez que un preso se queda atrapado en medio de una puerta y muere”.