Pablo Iglesias espera su turno para votar en el IES Tirso de Molina, de Vallecas.

Pablo Iglesias espera su turno para votar en el IES Tirso de Molina, de Vallecas. Álvaro Minguito

Política

Vallecas, la última aldea gala de Podemos en peligro

En el barrio donde la derecha no tiene opciones, la población obrera castiga con la abstención la fusión con Izquierda Unida. El partido de Pablo Iglesias también pierde votos aquí.

28 junio, 2016 02:57

En 1994 nació Madrid Sur, un barrio de película. Ya saben, uno para soñar. Imaginen que en seis años se levantan 4.000 viviendas en un suelo yermo que la Comunidad de Madrid ha comprado para entregarlo a cooperativas de vecinos que tendrán que encargarse de la gestión de la construcción de pisos de entre 70 y 90 metros cuadrados, por 9 millones de pesetas (garaje y trastero incluido). El nuevo barrio deberá acoger a 18.000 vecinos que, una vez tengan sus viviendas libres a precio sin inflar por la especulación, lucharán por una parada de Cercanías y una autopista que les ponga en el mundo en cinco minutos.

Vallecas se ensanchaba de cine: calle Volver a empezar, calle Fantasía, calle Novecento, calle La Cenicienta… Todo parecía un cuento. Joaquín Leguina inauguraba la última de sus tres legislaturas al frente de la Comunidad de Madrid y Felipe González estaba en la última. “Los vecinos también han conseguido que el ministro José Borrell les construya desde Madrid Sur los enlaces y conexiones con la M-40. El Ministerio de Obras Públicas invertirá 700 millones de pesetas en un nudo”, se lee en las crónicas de hace 22 años. El PSOE agonizaba y movía su última jugada maestra para crear un caladero de voto obrero.

El PSOE ha ido perdiendo crédito, pero no tanto como para entregar el barrio a la derecha… “Si eso sucede el mundo se habrá acabado”

En las Elecciones Generales de 2008, los resultados del PSOE eran un espejismo en el rodillo del PP madrileño: 68.884 (55,6%) frente a los 39.750 (32,1%) del PP y los 9.038 (7,30%) de IU. La debacle para el PSOE en Puente-Vallecas arranca con las Elecciones Generales de 2011: pierde más de 25.000 votos (42.726 votos, 38,9%), el PP cae a 38.025 (34,6%) y crece IU (13.759 votos, 12,5%). La abstención aquel año se disparó del 24,1% al 31,6%.

Un hombre abraza el pasado domingo a Pablo Iglesias al salir del colegio electoral.

Un hombre abraza el pasado domingo a Pablo Iglesias al salir del colegio electoral. Álvaro Minguito

“Aquellos años han pasado”, recuerda un vecino que acaba de votar en el Instituto de Secundaria Madrid Sur, frente a la estación de Cercanías El Pozo. Ha recibido permiso para abandonar brevemente el hospital en el que está ingresado. “Es un barrio con un diseño urbanístico premiado internacionalmente, con la tradición de izquierda muy arraigada y un tejido social movilizado por la defensa de los derechos. Siempre hemos luchado por lo que hemos necesitado”, explica. Su mujer añade que el PSOE ha ido perdiendo crédito, pero no tanto como para entregar el barrio a la derecha… “Si eso sucede el mundo se habrá acabado”.

La nueva era

Y llegó Podemos. La entrada del nuevo partido en las Elecciones del 20D de 2015 vuelve a ilusionar al electorado de izquierda, que se vuelca en masa a apoyar a los de Pablo Iglesias, en detrimento de PSOE e IU. El partido de Pedro Sánchez, por segundo año consecutivo, vuelve a perder votantes y quedan en 30.096 (26%). Mariano Rajoy también pierde y se queda en 24.152 (20,8%). Cayo Lara tropieza y pierde la mitad de fieles (7.811 votos, un 6,7%). La formación de Pablo Iglesias se convirtió en la más votada, con 37.657 votos (32,5%). La abstención bajó dos puntos, hasta el 29,6%.

“Nuestros padres nunca han hecho política”, cuenta un estudiante de periodismo que acaba de salir del colegio. Ha votado a Podemos y explica que sus mayores estaban acostumbrados a que la política fuera un asunto de mesa puesta, que no exigiera nada a sus votantes. Sólo el voto. “Ellos están un poco más aplatanados”, añade.

Una mujer votando en Vallecas.

Una mujer votando en Vallecas. Álvaro Minguito

A sus ojos es una diferencia generacional política insalvable. “A mis padres, la unión de IU con Podemos les ha jodido muchísimo”, cuenta su acompañante. “Es una cuestión de identidad: Podemos plantea una batalla cultural a Izquierda Unida”, añade él. “Históricamente es un barrio obrero. Tiene una tradición de ser pueblo, con orígenes en barriadas y miseria. Mucha precariedad y lucha obrera”. “Y muchos jóvenes”, replica él. “El barrio está lleno de colegios, hay muchos jóvenes y todos estamos muy concienciados desde pequeños por la situación económica del barrio. El paro de Vallecas es escandaloso”, cuenta.

En este barrio el PP ha fallado en comunicación y está el estigma de que el PP no es clase obrera. Aquí se mira muy mal al partido, sobre todo, por la corrupción

El contexto social empuja. Puente-Vallecas es el distrito con más paro de la capital, 21.705 personas sin trabajo. Retiro es el distrito con menos, 4.868 personas. “El barrio es clase obrera puro”, cuentan las apoderadas del PP en el colegio. “En este barrio el PP ha fallado en comunicación y está el estigma de que el PP no es clase obrera. Aquí se mira muy mal al partido, sobre todo, por la corrupción”.

Pero cada vez menos. Las Elecciones Generales de este domingo desvelan en este distrito datos que pueden explicar los resultados del panorama nacional. El PP ha crecido en Vallecas. Ha sido el partido que más ha cuajado entre los nuevos votantes: 25.761 (23,6%), 1.609 votos más. El PSOE también crece algo y se queda en 30.537 (27,9%). Ciudadanos cae en unos 400 votos y queda en 12.425 (11,3%). Podemos, a pesar de mantenerse como el partido más defendido por los vecinos, pierde más de 600 votos: 37.002 (33,8%).

¿Y la izquierda?

¿Qué ha pasado con los votos de Izquierda Unida? ¿A dónde han ido? Se han quedado en casa. La abstención se ha disparado hasta el 33,5%, una cifra inédita en las últimas cuatro convocatorias. Del 20D al 26J se han perdido más de 7.000 votos en el barrio. Izquierda Unida logró en diciembre, 7.811 votos. La penalización de la izquierda tradicional a la fusión parece evidente. Sobre todo después del giro socialdemócrata que ha abanderado Pablo Iglesias. La estrategia del viaje al centro no ha interesado a los antiguos votantes de Alberto Garzón.

Pablo Iglesias no será nunca presidente. Mientras no asuma eso seguirá al frente de Podemos y polarizando mucho a sus votantes

“Pablo Iglesias no será nunca presidente. Mientras no asuma eso seguirá al frente de Podemos y polarizando mucho a sus votantes: o le odias o le amas”, habla un antiguo militante de Izquierda Unida. “Alberto Garzón es la única opción de IU, porque como proyecto ha muerto. La militancia en este partido es durísima”, dice y lo subraya con un gesto de hartazgo. Ha votado a Podemos, pero reconoce que la fusión de los dos grupos de izquierda es “un pacto antinatura”.

Un momento de la jornada electoral en la Villa de Vallecas.

Un momento de la jornada electoral en la Villa de Vallecas. Álvaro Minguito

“La habilidad de Podemos ha sido conectar con el nuevo voto joven del barrio. Pero la evolución del partido me ha decepcionado mucho”, explica. Se refiere a esa sonrisa que han hecho del grupo político un proyecto más apaciguado y reformista. “En el barrio el discurso del PSOE no se acepta, aunque siempre ha tenido mucho tirón. El perfil del vecino es mucho más de izquierdas”. Otro votante lo explica de una manera rápida: Pedro Sánchez vota en Pozuelo, donde más renta y menos paro hay de España, y Pablo Iglesias en Vallecas.

El PP ha recuperado fuerza en Madrid, donde ha conquistado 18 de los 21 distritos. Podemos ha perdido tres de los seis que llegó a conquistar el 20D. Pierde Villaverde, Usera y Vicálvaro, mantienen Centro, además de Puente-Vallecas y Villa de Vallecas. Unidos Podemos han pasado de tener 472.649 a 366.764 votos.

Limpios de corrupción

“Perdonad, ¿tenéis un minuto?”. “No, es que nos tenemos que ir a trabajar”. Dos chavales. Nada de ninis. “Aquí hay mucha alianza entre nosotros y cuando queremos algo, nos movemos juntos para conseguirlo”, cuenta otra chica. Un trabajador ecuatoriano: “Votaré a Podemos. Mi jefe también”, es repartidor autónomo. “Sin verlo mucho más, el PP no puede ser por todo lo que ha pasado. Sí, la corrupción. A ver si traen algo nuevo”, dice.

Íñigo Errejón y Pablo Iglesias en el momento de votar.

Íñigo Errejón y Pablo Iglesias en el momento de votar. Álvaro Minguito

Una pareja de profesores de colegio público acaba de hacerlo. Vuelven a su casa. Eran votantes de IU hasta que su hijo les habló del nuevo partido y la “nueva política”. “Para empezar, la gente de Podemos va limpia, el resto está desteñido y sucio”, dice ella. “Vallecas es un pueblecito, en el que todos nos conocemos. Somos gente trabajadora con mucha conciencia de clase, en una sociedad articulada con asociaciones”. “Nos han removido”, añade su pareja. “Nos han hecho pasar de lo convencional a lo participativo”. Todos sus votantes parecen renegar del perfil reformista con el que Podemos se ha definido para estas Elecciones Generales.

Los prefiero en una oposición dura con una legislatura corta. No son buenos tiempos para subir al poder

Vallecas es un caso excepcional, un laboratorio del voto de la izquierda, un espejismo dentro del manto azul con el que Marianator ha cubierto España. Es una pequeña aldea fiel a Podemos, siempre y cuando el partido no traicione la conciencia de su votante. El 26J el electorado de Podemos reniega de la frase de Íñigo Errejón en la película de Fernando León de Aranoa: “No hay procesos de transformación sin desilusiones por el camino”.

“Los prefiero en una oposición dura con una legislatura corta. No son buenos tiempos para subir al poder, viene una reforma laboral durísima”, cuenta la pareja de vecinos esperanzados con el futuro de su partido, antes de regresar al hospital después de votar. Nadie quiere desilusión.

Pablo Iglesias rellenando la papeleta del Senado el 26J.

Pablo Iglesias rellenando la papeleta del Senado el 26J. Álvaro Minguito