El rey ha usado este lunes el precedente de Pedro Sánchez para reaccionar a la investidura fallida de Mariano Rajoy, pero ha añadido un toque de atención a los políticos que indica el grado de exasperación al que está llegando. Como hizo el pasado 7 de marzo tras el fracaso de Sánchez, Felipe VI ha optado por dar tiempo a los partidos antes de convocar la quinta ronda de consultas políticas en 8 meses. El reloj está en marcha desde el pasado viernes, cuando Rajoy fue rechazado por el Congreso y hay tiempo hasta el 31 de octubre para otra investidura.
Pero hay algo nuevo y destacado en el comunicado emitido por la Casa Real tras la reunión del rey con Ana Pastor, la presidenta del Congreso. "A la vista de las circunstancias que de nuevo concurren", señala el documento, "su majestad el rey cree conveniente recordar su mensaje de Navidad del año pasado en el que señaló que la pluralidad política, expresada en las urnas, conlleva una forma de ejercer la política basada en el diálogo, la concertación y el compromiso, con la finalidad de tomar las mejores decisiones que resuelvan los problemas de los ciudadanos".
También añade el comunicado un segundo punto que la Casa Real ha querido destacar: "En un régimen constitucional y democrático de monarquía parlamentaria como el nuestro, las Cortes Generales son la sede donde, tras el debate y el diálogo entre las fuerzas políticas se deben abordar y decidir los asuntos esenciales de la vida nacional"
Esta semana, el rey tiene la agenda completa. La quinta ronda de consultas (segunda desde el 26J) tendría que esperar hasta la semana del 12 de septiembre, pero en primavera tras el fracaso de Sánchez tardó un mes y medio en convocarlas.
El rey ha apurado la reunión con Pastor, que ha subido a Zarzuela a mediodía para entregarle físicamente el acta oficial del Congreso sobre la investidura. Tanto, que Pastor ha retrasado ligeramente la audiencia de trámite de Consuelo Madrigal, la fiscal general del Estado.
Había mucho que hablar con Pastor, de ahí la reunión inusualmente larga. La situación política empieza a hacer mella en las instituciones, y el rey ha sido testigo ya de dos investiduras fallidas. De ahí que el monarca haya creido con conveniente dar ese ligero toque de atención a la clase política española.