A la cuarta va la vencida. Mariano Rajoy se reúne por primera vez en Bratislava este viernes desde el Brexit con los líderes europeos después de tres ausencias: dos por no ser invitado (27 de junio y 22 de agosto con Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi), y otra el pasado viernes en Atenas (cumbre de los vecinos del sur) simplemente porque no quiso ir. Durante estos cinco años, Rajoy no destacó por su participación el debate europeo. Menos lo hará ahora que debido al bloqueo político español es el gran pato cojo entre los 27 líderes de la UE (por primera vez en 43 años, Reino Unido no asistirá). Pero no está solo. Sus compañeros de Alemania, Francia e Italia tampoco están en su mejor momento.
“Los líderes de los cuatro grandes países de la Unión Europea están en una situación de debilidad, algunos extrema. Ahora sí que se puede hablar de una constelación planetaria”, señala Ignacio Molina, investigador principal del Instituto Elcano, que resalta la “incoveniencia” de la complicada situación interna de cada uno de los motores europeos justo en un momento en el que la Unión pasa por una crisis existencial que hacer temer seriamente por el futuro del proyecto.
Este pasado lunes, Donald Tusk (presidente del Consejo) estuvo en Madrid para preparar la cumbre y se entrevistó una hora con Rajoy. Ni siquiera hubo rueda de prensa en Moncloa. Poco había que contar. El objetivo de esta cumbre, según la carta de Tusk a los 27, es “diagnosticar el estado y las perspectivas de una UE post Brexit”. Aportar ideas después de ese “periodo de reflexión” que se abrió tras el referéndum británico para salir de la Unión.
"Falta de autoridad y de interinidad"
¿Qué ideas pueden aportar los principales líderes cuando ni siquiera saben el tiempo que van a seguir estando ahí? ¿Qué fuerza moral tiene para enfrentarse a la crisis de asilo y refugio, la amenaza yihadista, la deriva autoritaria del ruso Putin y del turco Erdogan, el auge populismo xenófobo o la falta crecimiento económico? “La imagen es la de cuatro enfermos terminales intentando insuflar vida a otro gravemente enfermo”, señala Molina, que sitúa en el año 2005, desde el referéndum francés, el comienzo del paso de las crisis puntuales a la crisis permanente en la que nos encontramos ahora.
“España está en una situación de falta de autoridad y de interinidad”, afirma Molina. Ni está ni se le espera. ¿Y la Alemania de Merkel? Un diplomático extranjero explica que en Berlín ya se empieza a hablar de una posible “Spanische Verhältnisse” (comportamiento español) el año que viene tras las elecciones: esto es, grandes dificultades para formar Gobierno si Merkel, que acaba de sufrir su primera derrota electoral, decide presentarse de nuevo. La prensa alemana especulaba este mismo jueves con la posibilidad de que tire la toalla después de once años en el poder. Su nombre quedaría así inscrito en la historia junto al de grandes cancilleres como Konrad Adenauer o Helmut Kohl.
Poco espacio para la teoría
Francia, herida por múltiples atentados yihadistas, se muestra introvertida y obsesionada por su seguridad interior y por el desafío de la extrema derecha lepenista. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y Holanda, apunta Molina, “¡está el sexto en intención de voto!”. En Italia las cosas no están mucho mejor. “Renzi tiene un referéndum para la reforma constitucional el mes que viene. Si lo pierde se va”, apunta Molina. Si no, seguirá comiéndole el terreno a España en peso y voz en la Unión. Ello, a pesar de que Rajoy no pierde oportunidad de subrayar que Francia e Italia están creciendo “0”. Lo dice así. Esta semana lo ha hecho en dos ocasiones.
Entre el pato cojo, los colegas mancos y el este antieuropeo (Polonia, Hungría y la propia Eslovaquia) poco espacio hay este viernes para la teoría. “La UE carece en estos momentos de relevancia y de la capacidad para dar respuesta a los problemas de los ciudadanos”, señalan fuentes diplomáticas. En Bratislava habrá pues que ser prácticos. Así, de esta jornada en Bratislava veremos salir cuestiones eminentemente prácticas: control de fronteras, terrorismo, economía e infraestructuras. Consuelo para los que siguen creyendo en el proyecto europeo. Como el propio Molina, que sí ve algo positivo en el horizonte: el Brexit no ha producido un “efecto contagio” en el resto de la Unión y el panorama económico es “menos angustioso” gracias al Banco Central Europeo”.