“Creemos en la importancia de evitar repetir una misma estrategia cientos de veces a sabiendas de que la misma no aporta ningún resultado”. Con esta frase la Plataforma ¡En Pie!, una escisión de la Coordinadora 25-S -el movimiento que trató de rodear el Congreso de los Diputados en septiembre de 2012 y abril de 2013-, se disolvió de manera “indefinida” después de fracasar en sus protestas en las inmediaciones de la Cámara Baja al no conseguir el nuevo “proceso constituyente” que pedían.
Tres años después sin apenas acciones de calado, los que trataron de rodear la sede de la soberanía nacional pretenden volver a repetir la movilización durante la sesión de investidura del candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, el próximo sábado. Pero, ¿quién está detrás de este llamamiento?
El oscurantismo que ha rodeado desde sus orígenes a la Coordinadora 25-S sigue siendo inundando todos sus canales de información y de relación con los medios de comunicación. En su página web se definen como “una herramienta” con la que construir “un sistema más justo”. “Ningún pueblo debe soportar 200 desahucios al día, ni que se comercie con la salud de la gente privatizando la sanidad, ni que la educación se convierta en algo reservado a las élites”, reza su declaración de intenciones originales.
Según explican, el movimiento nació cuando “miles de personas” expresaron pacíficamente la disconformidad con “el actual sistema político señalando al Parlamento”. Esto hace cuatro años. Entonces aquella Cámara baja, en la que el Partido Popular actuaba gracias a la rodillo que le proporcionaba su mayoría absoluta, tramitaba leyes como la reforma laboral y la Lomce.
Así, en aquella primera protesta que se saldó con numerosos heridos de distinta gravedad -entre ellos, agentes de la Policía Nacional- y otros tantos detenidos, la convocatoria de protesta fue secundada por el Movimiento 15-M, Democracia Real Ya, Acampada en Sol o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. En la plaza de Neptuno, a escasos metros del Congreso, se pudieron escuchar sus reclamas más sonadas: “Que no, que no, que no nos representan” o “Stop desahucios, dación en pago y alquiler social”.
La protesta de aquel día acaparó portadas en periódicos y muchos minutos de televisión por lo que, con unos Presupuestos pendientes, la Coordinadora decidió repetir la movilización tan sólo cuatro jornadas después. Querían, según se desprende de sus comunicados de aquel septiembre de 2012, rescatar el Congreso del “secuestro” que había sufrido por “culpa” de la Troika y los mercados financieros.
“A pesar de las constantes amenazas, las manipulaciones mediáticas y la intensa campaña para infundir temor en la población, decenas de miles de personas acudimos a la cita y dijimos alto y claro que no tenemos miedo, que estamos juntas en esto y que no vamos a pararnos hasta que dimitan y se inicie un proceso constituyente”, valoraron.
Un perfil bajo en los meses siguientes
Pero lo cierto es que el movimiento pasó a tener un perfil bajo en los meses siguientes y las concentraciones que convocaron durante el otoño e invierno no tuvieron la repercusión que los organizadores esperaban. Desde dentro comienzan a surgir las voces críticas y nace una escisión de la Coordinadora 25-S: la Plataforma ¡En Pie!. Una especie de asociación que endurece el lenguaje y pasa del “rodear” el Congreso a “asediarlo”.
En sus fundamentos, explicaron que trabajarían desde el anonimato “rompiendo con la idea de que los movimientos necesitan líderes para, por un lado evitar que nadie pudiera sacar beneficio personal de su participación en la plataforma”. Y para ponerlo en práctica hicieron un convocatoria el 25 de abril de 2013, siete meses después de la original, que llevó a blindar el Congreso con más de mil agentes de las fuerzas de seguridad.
Y es que en la web de la Plataforma ¡En Pie! se recogían hasta tácticas “paramilitares” y herramientas que pretendían usar en el caso de haber cargas policiales -que las hubo-. Entre esas tácticas, se llamaba al uso de antiácidos que sirviesen para contrarrestar los efectos de los gases lacrimógenos, cortar suministros eléctricos o destrozar las cámaras de vigilancia de la zona. En definitiva, “rechazar la sentada como táctica y utilizar algo más violento y agresivo”.
Ante estas llamadas y el lenguaje, asociaciones que habían participado en las primeras concentraciones decidieron desmarcarse de los convocantes. No participó ni la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de la ahora alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tampoco el Movimiento 15-M ni Democracia Real Ya. La Coordinadora 25-S y la Plataforma ¡En Pie! se quedaron solas.
Ante el resultado de esta violenta protesta, los organizadores no tardaron en disolverse y prometieron que la Plataforma se reactivaría “de nuevo” si se diese alguno de los siguientes casos: que tuviesen una “nueva propuesta que aportar” o que “el rumbo de los acontecimientos se precipite y la sociedad se muestre verdaderamente a presentar batalla”.
De momento, pese a la convocatoria del sábado, el movimiento no ha resucitado, por lo que está por ver cuáles son los movimientos sociales que se suman al intento de rodear el Congreso.