La mediocre herencia que dejan los ministros de Rajoy tras cinco años en el poder
Se multiplican las quinielas sobre quiénes estarán en el Gobierno. Este balance y estos retos se encontrarán los 'afortunados'.
31 octubre, 2016 02:25Una vez resuelta la investidura, estos días se multiplican las quinielas sobre quiénes estarán en el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy. Los nombres se conocerán el próximo jueves y se reunirán por primera vez el viernes. Sean quienes sean los elegidos, esta es la herencia y los consiguientes retos que se encontrarán cuando lleguen a los Ministerios. Se trata de un balance cuanto menos mediocre tras cinco años de Rajoy en el poder.
Las dificultades de Interior tras un ministro reprobado
Ideas pospuestas y sobrecostes en Defensa
Pedro Morenés, a punto de concluir su mandato al frente del Ministerio de Defensa, ha sido testigo de algunos de los movimientos más exigentes a los que se han enfrentado las Fuerzas Armadas: desde la retirada de las tropas de Afganistán –tras 14 años de misión en la que 102 efectivos perdieron la vida- hasta el despliegue de un contingente español en Irak en el marco de la Coalición Internacional contra el Daesh, pasando por el despliegue de la Armada en el Mediterráneo para tratar de paliar los efectos del tráfico de seres humanos.
El Gobierno en funciones ha obligado al Ministerio a posponer algunas de las propuestas que deberán aprobarse de forma inmediata tras la formación de un nuevo Ejecutivo, como el nombramiento de determinados altos cargos o la ampliación de fuerzas en misiones internacionales por encima del límite aprobado en su día por el Congreso, ocurre en Irak.
La oposición ha reprochado en numerosas ocasiones a Morenés el sobrecoste con el que ha gestionado Defensa: en septiembre de este año se aprobó la ampliación de su presupuesto en 1.162 millones de euros, frente a los 5.787 con los que contaba oficialmente. Además, el ministro ha tenido que explicar en varias ocasiones la adjudicación de contratos a las empresas armamentísticas de las que formó parte en su pasado.
La política exterior de Rajoy: una España ensimismada fuera del mundo
Estos cinco años de Gobierno de Mariano Rajoy, España desapareció del mundo, donde apenas está representada por las grandes empresas multinacionales de nuestro país. Desde diciembre de 2011 y hasta julio de 2014 cuando el Banco Central Europeo (BCE) mandó parar la crisis del euro con las palabras mágicas de Mario Draghi (“whatever it takes”), toda la energía del presidente Rajoy estuvo puesta en “sacar adelante el país”, según un miembro de su Gabinete. La política europea se convirtió en puramente económica: Rajoy creó un equipo médico habitual con el que acudir a Bruselas nucleado en torno al secretario de Estado de la Unión Europea, Iñigo Méndez de Vigo, y a su jefe de Gabinete, Jorge Moragas.
La política exterior propiamente dicha quedó en manos de su canciller, José Manuel García-Margallo, un viejo amigo al que rescató de la oscuridad del Parlamento Europeo y que después de 14 años fuera de España mostró un inusitado interés por los problemas de política interna, sobre todo por Cataluña. Hasta tal punto que logró ganarse el apodo de ministro de Asuntos Catalanes.
En el otro extremo de la península, Margallo se interesó igualmente sobremanera por Gibraltar, la colonia británica situada en la provincia de Cádiz y que España cedió al Reino Unido en 1713. Tras cinco años de enfrentamiento permanente con Fabián Picardo, el ministro principal de la Roca, Margallo ha conseguido soliviantar a los 30.000 habitantes del minúsculo Peñón, gente muy obstinada que sobrevivió entre 1969 y 1982 al cierre de la Verja impuesto por Franco. Hasta el último momento, ha ejercido una presión sobre ellos redoblada tras el Brexit: a primeros de octubre, hizo una nueva oferta de cosoberanía hispanobritánica como manera de evitar el frío de una vida fuera de la Unión Europea. Ellos la han rechazado, como ya hicieron en dos ocasiones a través de sendos referendos.
Su empresa más ambiciosa -la "Marca España"- resultó de muy difícil encaje en medio de una crisis económica. Con cuatro años de agudos problemas económicos y uno de interinidad política, España ha estado ausente también de su territorio tradicional de Latinoamérica, y de grandes asuntos como Cuba, Venezuela y Colombia, donde otros países europeos han aprovechado para llenar el vacío español. Un año en funciones ha tenido más consecuencias: en el Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE, conocido como Santa Cruz), medio centenar de embajadores esperan a ser nombrados.
Este verano, finalmente, Barack Obama visitó España tras ser invitado por Felipe VI. Era el primer viaje de un presidente de EEUU desde 2001, y coincidió en la tenure de Rajoy, pero la visita fue relámpago, apenas 24 horas centradas mayormente en la base americana de Rota.
El complejo Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
El último Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estuvo dirigido por Leire Pajín, a la que se acusó de falta de actividad en su mandato. Su sucesora, Ana Mato, no mejoró mucho la imagen. Envuelta en la trama Gürtel a través de su marido, Jesús Sepúlveda, la ministra dimitió en noviembre de 2014, convirtiéndose en aquel momento en el cargo más alto del PP que dejaba el Gobierno por la corrupción.
Durante su mandato, en plena crisis, tuvo el dudoso honor de liderar los recortes en la Ley de Dependencia, implantar el copago farmacéutico hasta para algunos jubilados y excluir a los inmigrantes en situación irregular del sistema, todas medidas muy polémicas. Eso sí, Mato se libró del que probablemente fuera el anuncio legislativo social más polémico esos años: la reforma de la Ley del Aborto, que por primera vez pasó a depender de Justicia, en lugar de Sanidad.
La mayor crisis sanitaria a la que se enfrentó fue la del ébola, tras el fallecimiento de dos españoles repatriados y el posterior contagio de la auxiliar de enfermería Teresa Romero. Tras una rueda de prensa que pasará a los anales de la historia de la mala comunicación política, la ministra fue apartada de la gestión del caso, que se asignó a la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría.
Tras la dimisión de Mato, ocupó el puesto Alfonso Alonso. Su mayor hito, aunque con polémica previa, fue autorizar la aplicación de los nuevos y eficaces tratamientos para la hepatitis C, después de una dura negociación con laboratorios y en medios de las demandas de los pacientes ante el retraso. También ha impulsado tarjeta sanitaria digital. En agosto de 2016, y tras la renuncia de Alonso para presentarse a candidato a lehendakari, fue nombrada ministra en funciones Fátima Báñez.
El objetivo de Educación será lograr el pacto nacional...¿y qué pasa con Cultura?
Íñigo Méndez de Vigo llegó a Educación después de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, premiase a su antecesor y ministro peor valorado de la legislatura, José Ignacio Wert, con un puesto en la OCDE. Se marchó después de dejar un Ministerio patas arriba: aprobó una ley tramitada en contra de toda la oposición y comunidad educativa, endureció los requisitos para acceder a las becas, acometió los mayores recortes en el ámbito y vivió en el puesto dos huelgas educativas generales. Ante este panorama, Méndez de Vigo -con historial en Bruselas, donde el diálogo político es condición sine qua non para ejercer- ha basado más su día a día en intentar enmendar los errores de Wert, que en poner en marcha soluciones ante el caos educativo.
El titular de Educación en funciones ha visto como la ley Wert ha ido diluyéndose tras los retoques que el propio Partido Popular le ha ido dando, llegando incluso a cargarse la propuesta estrella de la Lomce: las polémicas reválidas. Méndez de Vigo -o el futuro responsable de esta cartera- tendrá que sentarse a la mesa para intentar llegar a un acuerdo nacional por la Educación como se pide desde el Congreso, reformar (Ciudadanos), paralizar (PSOE) o derogar (Podemos) la Lomce, acometer la profunda remodelación prometida del sistema universitario español y poner en práctica un verdadero programa de refuerzo educativo para luchar contra el fracaso escolar.
Por otro lado, se ha desentendido del área de Cultura para cederlo al secretario de Estado, José María Lassalle, que en esta legislatura ha logrado volver a unir al sector y sacarlo a la calle para pedir su dimisión por la reforma de una Ley de Propiedad Intelectual que favorece a las industrias y maltrata a los creadores. En ningún momento se han visto respaldados por sus representantes, que también han asfixiado las iniciativas empresariales con una política de maltrato fiscal, tanto en los precios de las entradas, como en las desgravaciones a particulares que quieran defender la cultura. Al fracaso de la Ley de Mecenazgo se ha sumado los recortes de las partidas de ayudas al sector, que lo dejan en un 0,2 % del total de los Presupuestos Generales del Estado. La cultura está encallada, ¿qué querrá hacer el PP con ella?
En Justicia no habrá un camino de rosas
Olvidar a Soria en Industria, Energía y Turismo
La última legislatura del Ministerio de Industria ha estado marcada por el nombre de su máximo responsable: José Manuel Soria. Quien fuera expresidente canario se vio obligado a dejar la cartera el pasado mes de abril después de que trascendiera su vinculación con empresas familiares radicadas en paraísos fiscales. La polémica marcha de Soria dejó el ministerio en manos del también ministro de Economía en funciones Luis de Guindos. Estos cuatro años van a ser recordados por medidas polémicas como la reforma energética, que ha acabado con el déficit de tarifa de las eléctricas y también con las primas a energías renovables, como la fotovoltaica.
Sin olvidar el llamado “impuesto al sol”, aprobado hace un año. Al hablar de industria, el Ejecutivo de Rajoy siempre destaca la evolución del sector automovilístico. A pesar de que no hay compañías ‘made in Spain’, buena parte de los grandes fabricantes internacionales tienen fábricas en España. Y cada vez producen más. Por ejemplo, hasta septiembre, la producción de coches ha despegado casi un 8%. En este sector, una de las críticas a Soria fue su gestión al ‘dieselgate’ de Volkswagen. De hecho, la multinacional alemana matriz de Seat llegó a comprometer sus inversiones en España a que el Ministerio no suspendiera sus ventas de vehículos en España. La tercera pata del ministerio, la del turismo, es la más positiva. El pasado año se cerró con récord de turistas y este año, si no se tuerce, seguirá el mismo camino.
Presupuesto maniatado en Fomento
A finales de enero, la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, hizo balance de sus cuatro años al frente de su cartera. Meses después, por su trayectoria al frente del Ministerio y por ser una de las políticas más afines a Mariano Rajoy, se convirtió en presidenta del Congreso de los Diputados tras las elecciones del mes de junio. En Industria, Pastor tuvo que lidiar con un presupuesto con un gasto maniatado para intentar ajustarse a los objetivos de déficit público marcados por Bruselas.
Estos cuatro años en Fomento, Pastor también ha tenido que enfrentarse a la quiebra de las radiales, las autopistas de peaje deficitarias, y a la privatización de casi la mitad del accionariado de Aena, la empresa gestora de los aeropuertos españoles. En cuanto a su gestión de la red de carreteras, en ese contexto de contención del gasto, Fomento destino entre 2012 y 2015 cerca de 10.700 millones de euros, a los que sumó otros 3.600 para la conservación de las vías.
En cuanto al AVE, Pastor ha presumido de que, durante su gestión, la base de usuario del los trenes de alta velocidad ha crecido un 55%. Sigue pendiente saber, si en la próxima legislatura, se acelerarán las rutas de AVE que quedan pendientes. Sin embargo, una de las polémicas con tren de alta velocidad está lejos de España. Se trata de las obras del AVE a La Meca, en Arabia Saudí, donde los retrasos del consorcio participado por empresas españolas, como OHL, Cobra, Talgo o Renfe, han llevado a Pastor a tener que viajar en varias ocasiones a la península arábiga para mediar con las autoridades saudíes.
Crear más empleo y reducir el déficit en Economía
La herencia del Ministerio de Economía es especialmente importante y, en este caso, especialmente positiva. Luis de Guindos deja una economía creciendo a ritmos anuales superiores al 3%, que crea empleo y que reduce el déficit. La herencia ha sido tan positiva que se ha convertido en el principal argumento de Mariano Rajoy para defender su legislatura. Por el camino se ha solucionado el problema del agujero del sistema financiero español, el castigo de los mercados a la prima de riesgo y el rescate bancario.
Hasta septiembre Guindos lo tenía todo como para aspirar a dar un paso más en el Gobierno. Se llegó a rumorear que se le premiaría con una Vicepresidencia y hasta se valoró la posibilidad de asumir la cartera de Hacienda, reunificando el antiguo Ministerio de Economía y Hacienda. Sin embargo, el escándalo de José Manuel Soria, amigo cercano de Guindos, con su designación al Banco Mundial provocó un escándalo en la sociedad española y cercenó muchas de sus aspiraciones. Pese a todo, su posición sigue reforzada por su papel como interlocutor y negociador con Europa y como pieza clave del Gobierno en la relación con el sector financiero y los mercados.
Hacienda, el más odiado
Decía el ministro de Hacienda de Argentina, Alfonso Prat-Gay, poco después de su nombramiento que asume que el responsable de esta cartera “siempre es el más odiado”. La legislatura de Cristóbal Montoro ha sido más que complicada, principalmente porque fue el encargado de incumplir la mayor promesa del PP en cuanto arrancó el Gobierno, la de que no subirían los impuestos. Los subió repetidamente durante los años más complicados de la crisis, lo que todavía agravó más la situación económica, pero que fue imprescindible para recuperar el beneplácito de los mercados.
Montoro ha sido uno de los ministros peor valorados por los españoles durante toda la legislatura, según los datos del CIS, pero su valoración en Moncloa es muy diferente, donde se pondera su esfuerzo (dentro del Ejecutivo) por la estabilidad financiera. Y eso a pesar de que no se han cumplido ninguno de los objetivos de reducción del déficit pactados con Bruselas y que el país estuvo a punto de ser multado por los desajustes de 2015. La próxima legislatura no será fácil: para empezar, en 2017 hay que ajustar 5.000 millones de euros y afrontar una reforma de la financiación autonómica. Tanto si Montoro cede el testigo de Hacienda, como si lo conserva, el Ministerio seguirá en el ojo del huracán.
Cañete y Tejerina, grises en un Ministerio cómodo