Un veterano sin causas pendientes, pero con experiencia suficiente para moverse en la clandestinidad. Ese es, a juicio de los expertos en la lucha antiterrorista, el único recurso que le queda ETA para sustituir a Mikel Irastorza, el último jefe de la banda detenido este sábado en el sur de Francia en la ‘operación Nerín’ de las autoridades galas y la Guardia Civil.
La misión que le espera al nuevo responsable pasa por continuar con el anunciado sellado de zulos y terminar el inventariado de armas y explosivos que la organización criminal mantiene repartido por toda la geografía francesa (en torno a dos toneladas de explosivos y un centenar de armas, según Interior). En su última comunicación pública remitida al diario Gara, ETA garantizaba “nuevos compromisos”. Es la única baza que le queda para forzar al Gobierno a una negociación en la que acordar un final mínimamente honroso y una solución para sus presos.
90 huidos por el mundo
La organización terrorista no tiene la facilidad de antaño para renovar su dirección. Las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL estiman que en la actualidad permanecen unos 90 etarras huidos repartidos por el mundo, pero reducen a un puñado aquellos que siguen integrados en las estructuras de ETA. Entre ellos se encuentran algunos de los más buscados por las fuerzas de seguridad como Anartz Arambarri, Oier Eguidazu, Mikel Barrios o Eneko Aguirresarobe, un famélico banquillo sin experiencia ni galones dentro de la banda.
Estas fuentes consideran desvinculados ya de la organización a terroristas históricos de peso como José Antonio Urruticoetxea, ‘Josu Ternera’, objetivo prioritario para las fuerzas de seguridad, pero sin mando ya en la organización. Su arresto tendría un significado simbólico más que operativo. Sucede lo mismo con perfiles tan mediáticos como el de José Ignacio de Juana Chaos, también en busca y captura, pero sin ningún papel actualmente en ETA.
‘Laguntzales’ de la década de los ochenta
Los expertos consultados apuntan a que el relevo podría llegar desde los muchos veteranos que, tras años de fuga y en la clandestinidad lejos del País Vasco, regresaron tras regularizar su situación. Es decir, alguien sin causas pendientes con la Justicia española o francesa. En ese grupo se encuentran muchos ‘laguntzales' (colaboradores) que tuvieron alguna vinculación con ETA en la década de los ochenta y que desde entonces han permanecido escondidos, principalmente en Sudamérica.
El ya ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aseguró en varias ocasiones la pasada legislatura que aquellos que no tengan causas pendientes con la Justicia podían solicitar sus pasaportes y regresar sin necesidad de renunciar a la banda o responder por años de militancia. Paralelamente, ETA retiró a sus fugados (exiliados, según la terminología etarra) la prohibición de regresar a casa que mantuvo durante años.
Decenas de retornados
En los últimos tiempos han sido decenas los terroristas que, asesorados por los abogados de la banda, acudieron a los consulados de España en sus respectivos escondites para acabar con sus años de fuga y volver al País Vasco o al sur de Francia. No sería la primera vez que ETA repesca a veteranos etarras fugados en el extranjero para cubrir carencias. Ya en los últimos años de atentados de ETA, las fuerzas de seguridad detectaron la llegada a Francia de etarras que llevaban años desconectados. El objetivo era reintegrarse en la disciplina de la organización.
Un ejemplo de este regreso fue el de José Lorenzo Ayestarán Legorburu, alias ‘Pistolas’, detenido en 2010 en Normandía. Se había reintegrado después de 20 años huido en Venezuela. Ahora, según creen los expertos antiterroristas, la banda podría echar mano de nuevo de algún veterano para pilotar lo que queda de la organización, es decir, el acopio del material, la redacción de comunicados y el mantenimiento de su estrecha plantilla de militantes.