Puede que, como aseguran todos los grupos políticos, la XII legislatura sea la del diálogo. No será, desde luego, la de la paridad. Sólo cinco de las 17 comisiones legislativas del Congreso de los Diputados cuentan con una mujer como presidenta.
Sólo una de ellas, Margarita Robles (PSOE), ocupa una de las habitualmente consideradas como comisiones duras o de más peso político: la de Justicia. Y esta semana estuvo a punto de perderla por su "no" a Mariano Rajoy. Finalmente, la Gestora del PSOE decidió no tocar la composición de la dirección de los órganos institucionales y limitó los cambios a la dirección de su grupo y a algunas portavocías.
Las otras cuatro presidentas de comisión parlamentaria son Educación y Deporte (Teófila Martínez, PP), Cooperación Internacional (Elena María Bastidas, PP), Cultura (Marta Rivera de la Cruz, Ciudadanos) e Igualdad (Pilar Cancela, PSOE).
Presidencia de comisión, un premio
Las presidencias de comisión suponen una importante inyección en la nómina del diputado y algunas comodidades de las que no gozan el resto de parlamentarios, algo que ha quedado patente esta semana por el empeño del PP de situar al exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en la presidencia de hasta tres comisiones distintas y muy diferentes entre sí.
Según el régimen económico del Congreso (disponible aquí en pdf), ser presidente de una comisión parlamentaria aporta un extra de 1.431,31 euros al sueldo base (de 2.813,87 euros mensuales), desplazamientos y otras dietas aparte. También pueden utilizar los coches con chófer de los que dispone la cámara baja.
Esos puestos implican mayores comodidades materiales, por lo que a menudo son otorgados por los partidos como premios a una trayectoria o como consolación por no ocupar otras responsabilidades institucionales u orgánicas. Pero también son lugares con más visibilidad en el Congreso y sus responsables coordinan los trabajos y moderan los debates.
Un dato que baja la media
La presencia de mujeres al frente de comisiones es sensiblemente inferior a la de mujeres diputadas (39,1%) y también al de miembros de las Mesas de las Comisiones (el órgano de gobierno de cada comisión, generalmente compuesta por dos vicepresidentes y dos secretarios), donde es del 37%, a falta de algunos cambios derivados de la formación de Gobierno, algo que afecta al PP. Por ese motivo, las presidencias de comisión siguen siendo un verdadero techo de cristal en la cámara baja.
Entre los vicepresidentes y secretarios, la foto mejora, pero sobre todo por la concentración de mujeres en las comisiones consideradas (con mayor o menor justicia) más blandas o con menor peso. En la comisión constitucional sólo una de los cinco miembros de la mesa es mujer, algo que ocurre en Economía, Fomento, Empleo y Seguridad Social, Fomento o Presupuestos.
Ninguna mujer portavoz
En el otro lado de la balanza están Sanidad y Servicios Sociales o Cooperación Internacional (cuatro mujeres y un hombre en la Mesa de la comisión), Educación (tres mujeres, dos hombres) e Igualdad, donde todos los miembros del órgano de gobierno de la comisión son mujeres. En comisiones no legislativas, el número de mujeres aumenta.
Hay otros ámbitos de la cámara baja donde la situación es todavía peor. Entre los portavoces titulares de los siete grupos parlamentarios no hay ninguna mujer. La cifra mejora ligeramente cuando se baja de nivel. En el Congreso, siete de las 18 portavocías adjuntas están ocupadas por mujeres. Entre los portavoces adjuntos, hay cuatro mujeres y cuatro hombres.