La transición de Ciutadans a Ciudadanos está resultando más traumática de lo que se preveía. La renuncia a la socialdemocracia como referente ideológico, presente desde su fundación hace diez años, para situar el partido en un liberalismo progresista que le permita disputar el centro derecha al PP quedó este sábado en entredicho en el Consejo General celebrado en Barcelona. El Consejo General de Ciudadanos es un órgano similar al Comité Federal del PSOE.
Una enmienda a la totalidad del nuevo ideario presentada por el diputado de Ciudadanos en el Parlament de Cataluña Sergio Sanz se quedó a tres votos (20 a favor de la enmienda, 23 en contra) de tumbar la propuesta oficial de Albert Rivera. Es cierto que la actual dirección sacó adelante las ponencias de Estatutos, Ideario y Estrategia y Valores con un margen de entre el 85 y el 100% de los apoyos del Consejo. Estas ponencias, conocidas el viernes, son las que recogen la renuncia a la socialdemocracia y refuerzan el giro liberal.
Resistencia del sector catalán
Pero la división en torno a la enmienda, que pedía mantener la corriente socialdemócrata y del liberalismo de izquierdas, evidenció la resistencia del sector catalán del partido al camino elegido por la cúpula de Ciudadanos en su refundación como organización política nacional. Ciudadanos nació en Cataluña como una respuesta a la complacencia de las organizaciones nacionales PP y PSOE con el nacionalismo. La expansión del partido desde 2014 ha hecho que, por ejemplo, Madrid tenga ahora más afiliados que Cataluña. En la Ejecutiva, sin embargo, más de la mitad de los cargos son catalanes.
El voto del Consejo es secreto, pero diversas fuentes consultadas dan por hecho que los 20 apoyos a la enmienda fueron en su mayoría, sino en su totalidad, de los militantes y dirigentes catalanes históricos. “Hay un enorme malestar con el nuevo ideario, incluso de cargos de Ciudadanos en Cataluña que no te esperarías. Piensan que es un documento vacío, que no dice nada”, dice una persona muy vinculada a este sector. Algunos de los fundadores, como Félix Ovejero, han expresado públicamente ese sentir. Ovejero dijo que definir Ciudadanos como un partido “constitucionalista, liberal, demócrata y progresista le parece una indefinición e, incluso, una obviedad”.
Sanz pidió a la dirección un nuevo texto de consenso que recogiera de alguna forma el alma socialdemócrata y las raíces originales del partido, no sólo por convicción sino también para integrar a “los distintos matices y sensibilidades políticas a nivel interno”. No se hizo. Sin embargo, la última palabra no está dicha. Las nuevas ponencias de Ciudadanos aprobadas por el Consejo pasan ahora a las más de 600 agrupaciones territoriales del partido en todo el país. Los afiliados de base tienen hasta el 10 de enero para proponer enmiendas a los documentos. Algunas de ellas serán votadas antes de la Asamblea General de febrero.
Partido nacional vs Partido regional
La dirección de Ciudadanos restó importancia a este contratiempo y evitó hablar de división interna. En su opinión, las ponencias ganaron la votación con “holgura”. Aseguran que la enmienda quería “mantener el ideario de un partido regionalista” y no uno nacional con vocación europea, que es, dicen, lo que quiere ser Ciudadanos.
El ideario no es el único frente abierto que tiene Rivera de cara a su reelección como presidente del partido en febrero. Los nuevos Estatutos y, en especial, el código disciplinario han sido muy críticados por la eurodiputada Carolina Punset. El código disciplinario contempla como una de las causas de expulsión “la manifestación pública de discrepancia grave con la ideología, principios o fines del partido” realizadas por ejemplo a través de un medio de comunicación.
“Con estos nuevos estatutos no se podrá ni siquiera opinar. Ni los viejos partidos prohíben corrientes de opinión”, dijo Punset, la dirigente más crítica con Rivera, en Twitter.