El diario La Razón ha publicado una fotografía donde Esperanza Aguirre le enseña a Ana Botella un mensaje en su smartphone. En él, alguien le envía -entre jajás- un tuit mío escrito al hilo de la intervención que Alberto Ruiz-Gallardón realizó en el coloquio “Ideas para la sociedad española” junto a Rocío Albert y Josep Piqué organizado por Faes el jueves 12 de enero.
El tuit en cuestión pretendía reflejar la primera intervención de Ruiz-Gallardón en el coloquio:
El mensaje fue retuiteado por varios concejales del PP de Madrid, y así es como llegó a Aguirre. Pero no fue masivo, cosa que tampoco pretendía. Me consta, sin embargo, que varios colegas también vieron lo mismo que yo: que Alberto Ruiz-Gallardón, el político que más ha ocultado su ideología para conseguir sus objetivos electorales, el líder de derechas más mimado por el Grupo Prisa, el hombre que en un momento de euforia proclamó que “Wyoming es el mejor”, admitiera en público que el error de la derecha española ha sido esconder su ideología era un hecho novedoso.
El ex alcalde contrapuso la estrategia de ocultación ideológica con las de deslegitimación del adversario que atribuyó a la izquierda, entre las cuales citó la reescritura de la memoria histórica
“¡A buenas horas mangas verdes!”, dice el refranero cuando a alguien lo ilumina la razón. La intervención de Gallardón fue, a mi juicio, la más atractiva del debate, teñida con su sofisticado populismo intelectual, esa habilidad que tiene de expresar en términos simples cuestiones complejas.
El ex alcalde de Madrid afirmó que hoy los votantes ya no confiarán en una alternativa política que sólo ofrezca capacidad de gestión y no ideas y valores. Enmarcó esto en la presunción de que el crepúsculo de las ideologías ha terminado y contrapuso la estrategia de la ocultación ideológica de la derecha -que consideró fracasada-, con las de deslegitimación del adversario que atribuyó a la izquierda y entre las cuales citó la reescritura de la memoria histórica. A éstas últimas les atribuyó “presente y futuro”.
Quizá Gallardón buscaba la complicidad del “viaje al centro” de José María Aznar, presidente de Faes y presente en el acto, al realizar su planteamiento, pero lo cierto es que tanto Aguirre como Botella, que son las que aparecen comentando mi tuit, viajaron al centro con Aznar pero nunca ocultaron su ideología. De hecho, una gran parte de la prensa las critica por ello y las redes sociales hacen burlas groseras.
'¡Si te haces liberal, yo te apoyaría para que fueras presidente del Gobierno!', le ofreció Aguirre a Ruiz-Gallardón durante una comida celebrada en 2008
Hay una anécdota que Pedro J. Ramírez me ha referido al comentar este asunto en la redacción de EL ESPAÑOL. En 2008, en vísperas del Congreso del PP de Valencia, comió con Aguirre y Gallardón, cuyas malas relaciones habían alcanzado las peores cotas de la historia. Durante la conversación, Aguirre, con la vehemencia que le caracteriza, le dijo al ambicioso alcalde de Madrid: “¡Si te haces liberal, yo te apoyaría para que fueras presidente del Gobierno!”.
La oferta quedó dando botes en la mesa, porque Aguirre sabía que las diferencias con Ruiz-Gallardón no eran de índole personal, sino ideológicas. Y aunque en su etapa como ministro de Justicia quiso mostrar su auténtico arsenal moral, con un proyecto de ley del aborto que iba más allá que la que existía en la España de Aznar, tantas idas y venidas para "ampliar la base electoral" terminan pasando factura.