Bajo un aspecto de animada restauradora de muebles se encuentra Teresa Cunillera (1951, Bell-Lloc D'Urgell, Lleida). La nueva integrante de la Gestora del PSOE, que preside Javier Fernández, se dedica en sus ratos libres a la ebanistería. Por esa razón, tiene agotados todos los símiles y metáforas sobre la política y la madera. Su propósito como undécimo miembro de la dirección interina es "lijar mucho" para preservar la relación entre el PSOE y el PSC, dos partidos jurídicamente distintos pero que trabajan juntos desde 1978. Los "serruchos" deben servir para construir muebles nuevos, que duren décadas, no para puñaladas entre compañeros de un taller al que últimamente acude poca gente.
Tras esa cara afable y ágil en la conversación se encuentra la reina de la disciplina. Como recordó a puerta cerrada Fernández durante la reunión de la Gestora, Cunillera le multó cuando era la encargada de la disciplina en el grupo parlamentario en el Congreso, en el que el presidente de Asturias estuvo tres años. Cunillera multó a Fernández, el líder provisional del PSOE, y a un joven diputado: José Luis Rodríguez Zapatero. "¡Que no llegase tarde!", explica ahora, muchos años después.
Lo que aún no llega al PSOE es la nueva relación que habrá entre el PSOE y el PSC, dos partidos distintos, protagonistas de un matrimonio de casi 40 años, que se debaten entre el divorcio o el máximo control mutuo.
Las negociaciones entre el PSOE y el PSC aún no se han cerrado. Sobre la mesa están cuestiones como el voto de los 18.000 militantes del PSC las primarias del PSOE, que Ferraz pueda vetar pactos de los socialistas catalanes con otros partidos o que los dirigentes de un partido participen en los órganos de los demás.
El PSC lleva tiempo mostrando su cara más amable. A algunos les parece que se puede aplicar la máxima latina "Excusatio non petita, acusatio manifesta". Si ahora están tan conciliadores, es porque saben que no se han comportado bien.
El PSC es simpático de entrada. Hay que recordar nuestra historia. Nacimos de un proceso de unidad de tres partidos que fue durísimo. En 1978 se juntaron la federación catalana del PSOE, PSC-Congrés y PSC-Reagrupament, así que estamos entrenados en la búsqueda y consolidación de la unidad. No somos como los que llaman a la desobediencia y luego no quieren admitir consecuencias de sus actos. Nosotros las admitimos.
Saben que participar en un Comité Federal [el que decidió la abstención] y después no cumplir su mandato no estuvo bien.
Sabemos que incumplimos una norma. En el Comité Federal se votó una cosa y nosotros decidimos hacer otra [votar "no" en la investidura de Mariano Rajoy]. Sabíamos en aquel momento que tenía consecuencias y eso es lo que estamos administrando, pero desde la voluntad de unidad y del acuerdo. Los diputados cumplieron con la legitimidad del máximo órgano del PSC, el Consell Nacional, aunque supusiera un conflicto. Uno no lo piensa así en el momento, pero es evidente que algo se ha quebrado. Pero no estamos incómodos con el PSOE. Nunca lo hemos estado. Somos el PSOE en Cataluña y el PSOE, el PSC fuera de ella.
¿Podrán votar los militantes en las primarias por el liderazgo del partido?
Hay una comisión de tres personas del PSC y el PSOE para ver cómo rehacemos nuestro modelo. El mundo cambia y las percepciones también. Queremos que se mueva en el ámbito de la racionalidad, del acuerdo. Nos hemos incorporado a la Gestora del PSOE para trabajar en esa línea.
¿Debe el PSC revisar su conducta o arrepentirse de alguna cosa hecha en estos meses?
Eso es muy judeocristiano. Siempre hay que pensar qué podría haber hecho mejor, pero lo importante es que ahora todos estemos a gusto.
Dice que lo de arrepentirse o revisar qué se hizo mal es muy judeocristiano. En ese caso, para lograr la absolución tendrían que primero reconocer los pecados.
Es una concepción en la que yo no me muevo. Hubo dos legitimidades y nuestros diputados cumplieron con el Consell Nacional. Hubo un desencuentro y toca encontrarse. No por nosotros, que también. Hay que hacerlo por la gente. Los ciudadanos necesitan que los socialistas pensemos en ellos y no en nosotros.
¿Le parecería bien que los militantes catalanes tuvieran que inscribirse en un censo al que tuviera acceso el PSOE para poder votar?
No sé cuál será la fórmula final, pero no le parecería un drama. El único drama es que el PSOE y el PSC no se pusieran de acuerdo. Todo lo demás, se puede resolver.
¿Está descartado que los militantes del PSOE no puedan votar, sea de una manera u otra?
Yo nunca he pensado que fuese posible que nosotros no participásemos. Al final, ¿cómo no vamos a estar los que estamos en un territorio que está condicionando toda la vida política española?
El PSOE debería poder decir algo sobre los pactos del PSC con otras fuerzas catalanas?
Tenemos un protocolo de unidad que dice lo que dice: que somos partidos diferentes y que nosotros decidimos nuestros pactos. Pero me atrevería a decir que nunca hemos hecho nada de espaldas al PSOE.
¿Tampoco la negociación del tripartito en la Generalitat?
Yo no estaba en ese momento.
Lo que está claro es que el PSOE y el PSC han tenido altibajos en sus relaciones.
Evidentemente, pero lo que importa es un cómputo global y si para el PSOE ha sido una buena unión. ¿A los ciudadanos del conjunto de España y a los de Cataluña nos ha ido bien? Cuando han gobernado los socialistas, sí. Se ha avanzado en todos los ámbitos.
Al PSC nunca le ha ido bien cuándo hemos tenido diferentes posiciones sobre el independentismo.
¿Le penaliza al PSC la situación del PSOE o viceversa?
Es difícil decirlo. Pero al PSC nunca le ha ido bien cuándo hemos tenido diferentes posiciones sobre el independentismo.
Por ejemplo, sobre el derecho a decidir.
Los que hablan de derecho a decidir en realidad enmascaran la realidad. De lo que están hablando es de independencia. Por si alguien tenía dudas, hace muy poco el PSC ha dejado claro que no somos independentistas. Tenemos otro proyecto para el encaje del Cataluña y el resto de España. Hemos tenido varias declaraciones al respecto, la última la de Granada, que apuesta por un marco federal en el que cada territorio esté cómodo.
¿Para eso no vale el Estado de las autonomías?
Soy muy respetuosa con la Constitución, que lo que tiene es un problema de éxito. Por eso nosotros queremos un cambio constitucional, para que en el nuevo marco todo el mundo se sienta a gusto. Hay que abordar asuntos como la reforma de Senado, o delimitar las competencias de unos y otros. Cuanto más tardemos en ponernos manos a la obra, más difícil será. Tal y como está Cataluña, en blanco y negro, los grises parece que no entran. Pero yo creo que hay que ser perseverante y hablar de matices.
En caso de que nos digan que no tenemos que obedecer las leyes del Estado, ¿por qué tendríamos que obedecer las suyas?
¿Ve a los ciudadanos o las instituciones de Cataluña incumpliendo las leyes?
Las instituciones ya las están incumpliendo, pero yo no veo a los ciudadanos haciéndolo. En caso de que nos digan que no tenemos que obedecer las leyes del Estado, ¿por qué tendríamos que obedecer las suyas? El independentismo responde al ámbito de lo emocional, en el que cualquier discurso cuela. Pero en la práctica, los ciudadanos saben que tenemos las Urgencias colapsadas, que en mi provincia [Lleida] la inversión de la Generalitat ha caído casi el 80% en los últimos años. Vamos a empujones.
¿Cuándo se acaban los saltos adelante?
No lo sé. Estamos en un bucle. Cuando ya habíamos pasado la fase del referéndum legal, ahora volvemos a que sea acordado y vinculante, pero al final otra vez a que no lo sea. Uno se puede perder. Lo que están haciendo es enredar. Necesitamos un mejor Gobierno en Cataluña, pero también uno en España. Esto no se resuelve mandando a la gente a los juzgados.
¿Qué falla más en el PSOE, el proyecto o el ideario?
Es difícil de disociar porque va unido. Una cosa va con la otra.
A Ada Colau la recuerdo en el Congreso de los Diputados diciendo que nunca, nunca entraría en la política. Yo me la creí y ahora no sé dónde está.
¿Podemos es "populismo destructivo", como dice Mario Jiménez?
Ya no sé lo que son. Si en el segundo año ya están como están... ¿Esto era la nueva política?
¿Cómo deben mirar ustedes a Podemos?
Con ellos allí tenemos buena relación. Yo tiendo a no discutir lo que vota la gente. Y a este grupo, la gente le ha dado una responsabilidad. Lo que creo es que ellos no se sienten muy responsables, no se sienten gente que representan a la gente. A Ada Colau la recuerdo en el Congreso de los Diputados diciendo que nunca, nunca entraría en la política. Yo me la creí y ahora no sé dónde está. Quizás no lo sepa ni ella.