Son dos misiles tierra-aire de fabricación rusa. Dos proyectiles Strela capaces de derribar un avión comercial en el despegue y que -según sospechan los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado- ETA custodia desde que consiguió comprarlos a traficantes de armas de la extinta Yugoslavia. Con ellos, la banda adquirió además lanzagranadas RPG 7 y dos rifles de francotirador. Dos armas de precisión capaces de impactar en un blanco a un kilómetro de distancia si son operadas por un tirador experto, que nunca desde entonces han sido localizados.
Según el anuncio oficial de sus mediadores, ETA dará a conocer este sábado la localización exacta de sus depósitos de armas. Una información que dejaría a la banda completamente desarmada. Sin embargo, los expertos en la lucha contra el terrorismo son escépticos con el anuncio, y sospechan que los terroristas entregarán únicamente zulos con material ya comprometido. Es decir; depósitos con armas de escaso calibre, fáciles de reemplazar y cercanas a la frontera con España, donde de forma tradicional la banda ha escondido su arsenal.
Z-40 o Chernobil
El temor de los agentes estriba en que los etarras guarden en zulos de contingencia el material con mayor potencia de fuego. Por eso la aparición de los misiles y los lanzagranadas supondría la confirmación expresa de que el camino hacia el desarme es sincero. Otra de las incógnitas por resolver es si ETA identificará también los zulos que esconde en suelo español.
Desde hace años, los agentes de la lucha antiterrorista han perseguido sin descanso lo que la banda denomina "zulos de garantía", depósitos donde los etarras guardan elementos esenciales para su supervivencia (armamento, documentación, planos...) y cuya ubicación solo conocen dos o tres integrantes de la cúpula. Como ejemplo, Policía y Guardia Civil siguieron el rastro durante ocho años (desde 1993) del zulo Z-40, como era conocido en la documentación interna de la banda. O Chernobyl, tal y como era reflejado en otras comunicaciones.
Cotejo de datos
Finalmente dieron con ese arsenal en septiembre de 2001: lo custodiaba un matrimonio en una alejada vivienda unifamiliar de Las Landas, en el suroeste del país. Allí, los agentes localizaron 500 kilos de explosivo, 50 fusiles Cetme, 46 subfusiles UZI y 33 lanzagranadas. Cuando los efectivos franceses llegaron al lugar, se dieron cuenta de por qué los terroristas apodaban también Chernobyl al depósito. La vivienda se encontraba junto a una chimenea humeante que recordaba a la planta nuclear accidentada en Ucrania.
Según han confirmado a EL ESPAÑOL fuentes de la lucha antiterrorista, Policía y Guardia Civil buscan desde hace años otro zulo de este tipo también referido con nombre en clave en las comunicaciones intervenidas a la banda. Algo que también quieren cotejar con la información suministrada de forma voluntaria por los terroristas.
Ante la perspectiva de conocer estos datos, los agentes especializados en la lucha contra el terrorismo recopilan la información de los distintos robos perpetrados por ETA en polvorines y almacenes de armamento a lo largo de su historia. El objetivo es cotejar los números y sobre todo los modelos de esos golpes para comprobar la voluntad real de ETA de abandonar el control de sus armas. Si los números cuadran, el planteamiento de los terroristas será sincero. De cualquier otra forma, la escenificación de este sábado será solo un nuevo paso en falso.