El aguirrismo llega a su fin. Esperanza Aguirre (65 años) presentó este lunes por la tarde su última dimisión, la de concejal del Ayuntamiento de Madrid, para abandonar definitivamente la política. Vestida de blanco impoluto y escoltada por su equipo más cercano, la exlideresa reconoció que se va no por estar imputada en ningún caso de corrupción, sino porque "no vigilé todo lo que debía" a Ignacio González, "persona de mi máxima confianza".
Antes de dar el último portazo que la aparta definitivamente de la política, Aguirre envió un escueto mensaje de texto a Mariano Rajoy, de visita oficial en Brasil, para anunciarle la decisión que tomaba de forma exclusivamente voluntaria. Casi al mismo tiempo, personas de su confianza formalizaban su renuncia al coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo. El presidente esperó hasta que Aguirre hizo pública su dimisión para levantar el teléfono y devolverle el gesto.
La relación entre Aguirre y Rajoy hace tiempo que hace aguas y ninguna de las dos partes disimula ya en público la poca sintonía que se sienten. La última vez que se vieron fue en la inauguración del congreso del PP de Madrid. El presidente nacional llegó justo cuando el partido ovacionaba a la que fue su presidenta durante más de una década. Mariano Rajoy optó por refugiarse en una sala VIP del congreso y entrar en la sala una vez que Aguirre había finalizado su discurso. Ya no quería aplaudirle ni una vez más en público.
Última comparecencia
Este lunes, en su comparecencia pública donde no aceptó preguntas, la expresidenta de la Comunidad de Madrid quiso dejar claro que ella sí había pedido explicaciones a Ignacio González cuando "algunos medios le señalaron en asuntos que podían ser delictivos". Pero el ahora encarcelado le dio unas explicaciones que le convencieron. Y no vigiló más.
Tras la detención y encarcelamiento de su sucesor en la Real Casa de Correos, todas las miradas se han vuelto hacia ella. Tanto miembros de la oposición como de su propio partido pedían a gritos su marcha del Ayuntamiento de Madrid. Esperanza Aguirre pudo comprobar durante cinco días consecutivos que el PP, su partido del alma donde había sido prácticamente todo, la había abandonado definitivamente. Y decidió que era el momento de irse para siempre... pero a su manera.
En los escasos tres minutos que duró su comparecencia, Aguirre reconoció que los ciudadanos "tienen derecho a exigir" que los políticos "asumamos todas nuestras responsabilidades con dignidad, sin dilaciones y sin excusas". Además, aseguró que su norma de conducta es "no eludir nunca mis responsabilidades", y por eso se iba definitivamente de la vida pública. Con esta lapidaria frase, muchos en el partido entendieron que era un mensaje que iba "directo al corazón" de Mariano Rajoy, que nunca asumió como propia ninguna responsabilidad política: ni por el caso Gürtel ni por Luis Bárcenas ni por ningún otro caso de corrupción que ha perseguido al Partido Popular desde que él es presidente.
Una nota fría
Mientras Aguirre comparecía desde la madrileña calle Mayor donde los grupos parlamentarios tienen su sede, Rajoy comparecía en Brasil para hablar de las relaciones bilaterales entre los dos países. Ni una sola mención al tsunami que volvía a asolar a su partido. En Génova, no obstante, siguieron muy de cerca la despedida de la exbaronesa y, minutos después, enviaron a todas las redacciones una escuetísima nota de prensa de ocho líneas donde se limitaban a "respetar" la decisión "personal" tomada por Aguire.
Tras más de treinta años dedicada a la vida pública, el partido al que pertenece Aguirre la despide de ella "valorando" y "reconociendo" su larga trayectoria política, "desarrollada en distintas Administraciones así como en el partido, y considera que ha sido una persona relevante para esta organización". Una despedida fría que ha dejado un sabor amargo al equipo más cercano a la que aspiró a serlo todo en el PP y se fue acorralada por la corrupción.
El PP de Madrid marca distancias
El Partido Popular de Madrid, ahora en manos de Cristina Cifuentes, también quiso dejar claro que "respeta" y, sobre todo, "agradece", la decisión adoptada por Aguirre. "Nuestra organización comparte las razones expuestas para dejar el cargo", sobre todo en lo que se refiere a que "debía haber vigilado con mayor eficacia los posibles casos de corrupción, lo que ha causado daño a las instituciones y al propio partido".
En el escrito de la formación regional dejan claro que hubo un antes y un después desde que la propia Esperanza Aguirre dimitió como presidenta del partido en febrero de 2015 por no haber visto los escándalos que en ese momento acusaban a Francisco Granados. El nuevo equipo de Cifuentes destaca que "esta nueva etapa está marcada por una política beligerante con la corrupción que es irrenunciable y que está basada en la más absoluta transparencia, tolerancia cero frente a cualquier posible indicio de la misma".