La detención de Ignacio González en el marco de la Operación Lezo el miércoles pasado ha convulsionado la vida política del país y ha paralizado cualquier plan de acción del Gobierno del Partido Popular, que está todavía pendiente de aprobar los Presupuestos Generales del Estado en el Parlamento.
Mientras la corrupción vuelve al corazón del PP y se lleva por delante a la mismísima Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy observa plácidamente el caos desde un viaje oficial en Latinoamérica, donde dedica las mañanas a tuitear selfies haciendo deporte y se niega a dar la palabra a los periodistas que le acompañan en su periplo americano. Esta madrugada, desde Uruguay, se ha limitado a mandar un mensaje muy escueto: "Quien la hace, la paga".
Como en tiempos de Gürtel, a Rajoy se le vuelven a acumular en el cajón los escándalos y sus consecuencias todavía son incalculables. El fantasma de la corrupción que empañó la primera legislatura del presidente del Gobierno volvió a llamar a su puerta hace dos semanas, cuando el tribunal que juzga la primera época de la trama Gürtel decidió llamarle a declarar en calidad de testigo. El PP respondió con un durísimo comunicado donde lo calificaba como un "abuso de derecho". La citación, entendieron en el PP, fue un "mazazo inesperado" y "sin sentido".
Entonces, la dirección nacional todavía no sabía que lo peor estaba por llegar. El miércoles 19 de abril la Guardia Civil detenía al expresidente de la Comunidad de Madrid por supuestamente saquear las cuentas de la empresa pública del Canal de Isabel II.
La detención del que fuera número uno del Ejecutivo regional durante dos años y medio enterró para siempre las aspiraciones políticas de la que fuera su mentora, Esperanza Aguirre, que este lunes presentaba su dimisión de los dos únicos cargos que ostentaba -la portavocía del PP en el Ayuntamiento de Madrid y su acta de concejal- por no haber vigilado lo suficiente. Se fue pero dejó un recado a Rajoy: "No vigilé todo lo que debía". Muchos interpretaron en esa frase un mensaje envenenado dirigido al corazón del líder conservador, que nunca asumió como propias las fechorías de la Gürtel ni la caja B del PP que lidera que denunció Bárcenas.
Con la detención de González se supo que el expresidente había cambiado de hábitos diarios tras recibir un chivatazo por un miembro del Gobierno, según desveló en exclusiva este diario. Ese día, el foco de atención se puso sobre el Fiscal Anticorrupción, Manuel Moix, por supuestamente tratar uno de los registros de la operación contra el expresidente de la Comunidad.
En unas escuchas interceptadas por la Guardia Civil, González desvelaba el plan que tenía en mente para poder resolver sus problemas con la Justicia: que el PP nombrara precisamente a Moix como Fiscal Anticorrupción, como finalmente sucedió. Daba a entender que con él al frente sus negocios ilegales seguirían escondidos. Pero la presión judicial le cercaba cada vez más y el expresidente usó la influencia que le quedaba para contactar con el Gobierno.
EL ESPAÑOL hizo público este martes el mensaje de texto que Rafael Catalá le envió al investigado el día de su toma de posesión: "Gracias Nacho. Ojalá se cierren pronto los líos". El ministro de Justicia dio la cara ante los medios en el Senado y circunscribió ese mensaje en una respuesta "de cortesía". Por "lío" el ministro mantiene que se refería a "la situación política que atravesaba el país", en ningún caso a la situación personal agónica que ya vivía González cuando envió ese mensaje en noviembre.
SMS de Catalá
El SMS de Catalá a González este martes recordó en todos los partidos políticos al "Luis sé fuerte" que Mariano Rajoy envió a Luis Bárcenas cuando también era investigado por corrupción. Sin embargo, esta no fue la única comunicación de un miembro del Gobierno con el político encarcelado cuando ya no era nadie en la Comunidad de Madrid y se suponía que se dedicaba a intentar sacar adelante un bufete de abogados.
González quiso verse personalmente con el ministro del Interior. La excusa que el expresidente madrileño encontró para telefonearle fue su nombramiento como ministro. Juan Ignacio Zoido respondió a esa llamada y, según cuentan fuentes cercanas al ministro, González le pidió tomarse "un café", una cita que en ese momento Zoido no descartó pero que "nunca" se efectuó.
El expresidente no consiguió la cita con el ministro, pero se pudo apuntar otro tanto: que su hermano Pablo, hoy también en la cárcel, se viera con el secretario de Estado de Seguridad con la excusa de hablar de "la seguridad de los nuevos centros de Mercasa", empresa pública en la que el hermano de González era directivo hasta que fue encarcelado. El 'número dos' de Zoido, José Antonio Nieto, es el primer miembro del Gobierno que rendirá cuentas ante el Congreso por recibir a uno de los cabecillas de Lezo en su despacho: será el viernes a primera hora de la mañana.
Un problema del PP de Madrid
Mientras Podemos aprovecha la descomposición del PP y cita a los ciudadanos a una cacerolada en la sede de Génova para mostrar allí su malestar con los casos de corrupción, en el Gobierno intentan circunscribir la onda expansiva de la Operación Lezo a un asunto que se queda en Madrid. Según fuentes gubernamentales, "no tiene ningún sentido" que la oposición pida explicaciones a Rajoy en sede parlamentaria "por un asunto de partido. ¿Alguien le pidió a Zapatero (José Luis Rodríguez Zapatero) una comparecencia por los ERE?", deslizan. "¿Alguien pedirá a Pablo Iglesias que acuda a comparecer en sede parlamentaria si se desvela que el Tramabus lo financió el Ayuntamiento de Madrid?", añaden.
Para el Gobierno y el PP, el saqueo de las cuentas del Canal es un problema "del PP de Madrid" y no asumen como propio el escándalo. Además, ponen como cortafuegos la dimisión de Esperanza Aguirre para dar por depuradas todas las responsabilidades y la denuncia del equipo de Cristina Cifuentes ante la Fiscalía hace un año de las irregularidades del Canal. Mientras el PP vuelve a quedarse bloqueado por la corrupción, su presidente se salva de la presión mediática y mantiene intacta su gira por Latinoamérica: este miércoles clausurará en Montevideo un foro empresarial y se reunirá con el presidente de Uruguay.