La unidad interna que predica Génova está lejos de conseguirse en el Partido Popular de Bizkaia. Dos candidaturas encabezadas por dos mujeres luchan por el control del partido. La primera batalla, la recogida de avales, la acaban de librar con un empate técnico. Tan sólo cuatro firmas separan a la aspirante mejor posicionada, Nerea Llanos, de su rival, Raquel González. Si fracasan los movimientos con los que el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, trata de evitar la desunión, el desempate lo dirimirán los afiliados en las urnas el próximo 9 de junio, durante la celebración del Congreso provincial.
Nunca al cónclave vizcaíno han llegado dos candidaturas tan igualadas -en 1996 Leopoldo Barreda se impuso con claridad a una muy minoritaria-, y nunca tampoco se ha visualizado con tanta claridad a dos sectores enfrentados. Los “oficialistas”, seguidores de la actual dirección, están liderados por su secretaria general, la abogada Nerea Llanos. Frente a ellos se encuentran los “renovadores”, -que rehúyen el nombre de críticos-, representados por la concejal de Getxo, Raquel González, una secretaria de dirección que ha cumplido los cuarenta y tiene diez años menos que su adversaria.
La vida política de González ha transcurrido en el ayuntamiento vizcaíno, al que accedió en 2005, y en la secretaría general de la agrupación local del partido. Mucho menos conocida que su oponente, que es parlamentaria y miembro de la dirección regional del partido, la edil de Getxo está demostrando poder librar una batalla de igual a igual, como ha evidenciado el trámite de la presentación de avales realizado este pasado martes.
Con 75 firmas basta para cumplir el reglamento, pero las dos aspirantes a presidir el partido se han volcado en la recogida de apoyos para exhibir su fortaleza. A falta del recuento oficial que se conocerá este jueves durante la proclamación de las candidaturas, Llanos ha obtenido 473 y González 469. Entre ambas han logrado implicar a más de un tercio de los cerca de 2.400 afiliados. Una cifra totalmente inusual que demuestra lo reñido de la pugna y la división subyacente en el conjunto de la militancia.
DIFERENCIAS DE GESTIÓN Y ORGANIZATIVAS
Las diferencias no son ideológicas o programáticas. No se discuten los principios del partido ni la estrategia política desarrollada bajo la dirección de Alfonso Alonso, que tras sustituir en la presidencia a Arantza Quiroga, que había sido respaldada por el aparato vizcaíno, logró restañar heridas e integrar a sus seguidores en su Ejecutiva. De hecho, Alonso mantuvo en su puesto de secretaria general a Llanos, elegida por Quiroga, hasta la celebración del congreso regional el pasado 18 marzo. Allí fue desplazada por la concejal de Barakaldo, Amaya Fernández, pero accedió a un cargo de nueva creación, el de portavoz y coordinadora del partido, implementado con el único fin de incluirla en el nuevo equipo.
Los desencuentros se centran en el territorio vizcaíno y en el modo de gestionar la organización. Nerea Llanos representa el continuismo con la política que ha contribuido a realizar bajo la dirección de Antón Damborenea, el todavía presidente que ha sucumbido a la presión de los que piden renovación y que renuncia a la reelección tras 8 años en el cargo. El portavoz popular en asuntos económicos en el Parlamento Vasco da aun paso atrás, pero lo hace impulsando la candidatura de la que ha sido su mano derecha.
La aspirante a sucederle truncando sus planes Raquel González insiste en que no están en juego las ideas, sino “la organización, el método, la forma de trabajar”. Considera que la dirección vizcaína se ha comportado de manera “endogámica y hermética” y “ha dejado de interactuar con la afiliación y la sociedad civil”.
“Las mismas personas en los mismos sitios se retroalimentan y el partido retrocede. Hay que estar a pie de calle, captar nuevas personas, recuperar a las que se han quedado atrás, ampliar la Ejecutiva a equipos de trabajo con gente de dentro pero también de fuera y no quedarse en la sede repitiendo las mismos modelos viejos que no han funcionado”, defiende González en declaraciones a EL ESPAÑOL.
DECLIVE ELECTORAL
La situación del PP en Bizkaia actúa como revulsivo. Siendo el territorio vasco con mayor afiliación, el partido de Rajoy ha sufrido en su circunscripción una considerable merma de votos y de posiciones institucionales en los últimos diez años. Su debacle ha sido más acentuada que la arrastrada en el conjunto de la comunidad autónoma. El ejemplo de Bilbao lo atestigua. En 2007 el PP tenía 7 concejales y era la segunda fuerza política; hoy sólo conserva cuatro y ocupa el cuarto puesto. Tampoco en Getxo, donde la organización local aglutina la disidencia, le ha ido mejor, al haber reducido a la mitad sus 10 ediles.
Nerea Llanos, bregada en el ejercicio de cargos públicos y orgánicos, echa mano de su experiencia y trayectoria para reivindicarse como mejor candidata y defiende la gestión del PP de Bizkaia. Recuerda el papel de los populares en “la defensa de la libertad y democracia” frente a ETA y analiza los malos resultados electorales bajo la lupa de las dificultades que la amenaza terrorista imprimió al partido en las urnas.
Los renovadores no culpan directamente al equipo de Damborenea del retroceso electoral, pero consideran que ha llegado el momento de “cambiar las cosas” y desconfían de las recetas que Llanos está poniendo sobre la mesa en su campaña para la presidencia. No creen que la creación de una vicesecretaría de relaciones con el ciudadano solvente su desconexión con la calle, ni conceden credibilidad al anuncio de una política de mayor transparencia, basada en la publicación de los sueldos y dietas de todos los cargos y la realización de periódicas auditorías de las cuentas del partido.
El CASO “ALDECOA”
Un espinoso asunto aún no ha aclarado del todo, que derivó en el despido del gerente del PP de Bizkaia, Arturo Aldecoa, contribuye a aumentar las reticencias de los que propugnan una gran renovación en la cúpula popular. El caso estalló hace un año y afectó también al contable de la organización, Gonzalo Pontes, igualmente despedido.
Aldecoa, portavoz popular en las Juntas Generales vizcaínas desde 1999, fue acusado por Génova y la dirección regional de haber desviado en beneficio propio más de 100.000 euros de las cuentas del partido. “Gastos sin justificar” expuestos públicamente por Alfonso Alonso que, sin embargo, el presidente del PP vasco no llegó a denunciar ante los tribunales de justicia por lo que ese asunto se sustancia únicamente en la jurisdicción laboral.
“Es un capítulo negro en el PP de Bizkaia en el que nosotros hemos echado en falta una explicación moral de lo que ha pasado y de lo que se ha hecho para que no vuelva a ocurrir. No ha sido determinante en la decisión de presentarnos, pero es algo que también ha influido”, indica González.
APOYOS SIGNIFICATIVOS
Como han demostrado los avales, las fuerzas entre Llanos y González están muy igualadas en número y ambas candidatas han conseguido el apoyo de militantes significativos y con una trayectoria reconocida entre la afiliación.
Nerea Llanos está respaldada por el presidente saliente, Antón Damborenea, el diputad en el Congreso Leopoldo Barreda y los portavoces en los grupos de Juntas Generales y el Ayuntamiento de Bilbao, Javier Ruiz y Luis Eguiluz, así como otros cargos institucionales. Presume también de estar apoyada “por 90%” de Nuevas Generaciones.
A Raquel González la avalan el expresidente del PP vasco y eurodiputado, Carlos Iturgaiz; la histórica exportavoz de Getxo, exdiputada y actual miembro de la dirección nacional Marisa Arrue; la exportavoz del grupo municipal, Cristina Ruiz; o la exportavoz en Juntas Generales, Esther Martínez, enfrentada en su día a Damborena contra el que renunció a presentarse en el Congreso de 2012.
Aunque los renovadores sienten detrás el impulso de Alfonso Alonso y de gran parte de su Ejecutiva, el presidente del PP vasco se ha manifestado públicamente neutral y está tratando de que las dos candidatas lleguen a un acuerdo desde que fracasó su intento de promover una lista única encabezada por la actual secretaria general del partido, Amaya Fernández.
Aún queda tiempo para conseguir una candidatura unitaria, a pesar de que las posturas ahora mismo están muy alejadas y ninguna de las dos rivales cede en sus deseos de aspirar a la presidencia.
En el seno del partido existe temor a que esa división continúe. “En principio la presentación de dos candidaturas sería un ejercicio de democracia interna, pero nosotros no tenemos esa cultura política. Al final lo que trasciende es que la organización no está unida y el electorado penaliza a los partidos divididos”, reflexiona una excargo público y veterana militante vizcaína consultada por EL ESPAÑOL.