Felipe VI y el Gobierno de España, cómplices del comercio de armas #yotengovergüenza. La manifestación de condena a los atentados terroristas celebrada en Barcelona este sábado se tornó en un acto político con decenas de mensajes y pitadas en contra del jefe del Estado.
Desde la llegada de Felipe VI al paseo de Gracia de la Ciudad Condal cientos de personas mostraron su desaprobación respecto a su presencia en la concentración, gestos que se fueron repitiendo durante todo el recorrido. La tónica general de mensajes de paz, unidad y apoyo a las víctimas se vio eclipsada por la colocación estratégica de decenas de banderas independentistas que rodeaban a los representantes políticos.
Tras la gran pancarta que rezaba No tinc por, el lema oficial de la concentración, se colocó una que protestaba contra la venta de armas ilustrada con rostros de Pedro Morenés, el monarca de Arabia Saudí, Felipe VI, José María Aznar, Tony Blair y George W. Bush, con la frase Vuestras políticas, nuestros muertos. Este tipo de mensajes se repetían a lo largo de la manifestación: Nosotros queremos paz, no venta de armas; Felipe, quien quiere paz no trafica con armas; Sus guerras, nuestros muertos.
Un triunfo independentista
La manifestación ha sido una victoria visual de los grupos independentistas ya que consiguieron colocar en los puntos neurálgicos de la marcha numerosas esteladas, creando una sensación de abundancia, pese a que las banderas desaparecían a los pocos metros. Además, hubo gran presencia de pancartas idénticas que se repartían en tenderetes por todo el recorrido, con mensajes más relacionados con la venta de armas que con los atentados. Los abucheos en contra del monarca se repitieron a lo largo de toda la tarde, incluso en los aledaños al recorrido oficial donde se dispusieron pantallas gigantes para seguir la concentración. Debido a estos reproches el veto al rey promovido por la CUP y el llamamiento a contrarrestar su presencia con símbolos independentistas resultaron un éxito.
Esta era la primera vez que un monarca asistía a una manifestación, un gesto histórico con el que Felipe VI quiso representar el rechazo de toda España contra los atentados yihadistas producidos en Barcelona y Cambrils (Tarragona) el pasado 17 de agosto. Ataques que se saldaron con 15 muertos y 120 heridos.
Según la Guardia Urbana de Barcelona la concentración tuvo 500.000 asistentes y se reunieron representantes de todos los escenarios políticos del Estado: desde el Gobierno central -estuvieron presentes prácticamente todos los ministros-, la Generalitat de Cataluña, doce presidentes autonómicos y representantes de todos los partidos políticos, como Pedro Sánchez o Pablo Iglesias.
Además, miembros de la comunidad musulmana estuvieron presentes durante toda la marcha. Incluso la cabecera de la misma donde se intercalaban un representante de este colectivo y un representante político. La familia de los hermanos Oukabir, autores de los atentados, y el dueño del locutorio de Ripoll, detenido hasta el jueves por su supuesta implicación, también estuvieron presentes para manifestar su total rechazo a la violencia.
Vergüenza para unos, orgullo para otros
La concentración se ha producido en un momento de máxima tensión político con el 1-O en el horizonte. El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, pidió que no se magnificaran los pitos al rey y añadió que "la gente se ha expresado con libertad, con convivencia y con paz". Asimismo explicó que lo que más le gustó fue el clamor transversal a favor de la paz que para él no sólo tiene que ver con Barcelona, también con Cataluña: "Cómo queremos construir esta Cataluña del futuro, una Cataluña absolutamente comprometida con la paz".
Por su parte el presidente del PP de Cataluña, Xavier García Albiol, manifestó que por primera vez "sentía vergüenza de una parte de Cataluña" y por el "aquelarre independentista organizado por las entidades financiadas por la Generalitat". El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, afirmó que "unos pocos maleducados no pueden ensuciar el nombre de una gran ciudad como Barcelona". Afeó a los sectores independentistas que quisieran empañar la manifestación. Por su parte, Junqueras dijo sentir una "profunda satisfacción" por el comportamientos de los ciudadanos en las calles de Barcelona.
La víspera de la concentración Puigdemont acabó con la tregua política que todas las formaciones se habían propuesto tras los atentados. En una entrevista en el Financial Times afirmó que Rajoy había hecho política con la seguridad del Estado, en referencia a la negativa del Gobierno de aumentar el cuerpo de los Mossos d'Esquadra -como pedía la Generalitat- y de que estos entrasen en Europol.
Además, celebró el trabajo de los Mossos: “La policía catalana, incluso sin tener todas las herramientas que necesitan y estando mal financiados, han gestionado la crisis excepcionalmente”, en un ataque al Ejecutivo en línea con las afirmaciones de los nacionalistas que han presumido durante esta semana de la capacidad de Cataluña para ser un Estado a todos los niveles, incluido el policial. “Mostramos cada día que estamos preparados para actuar como un Estado independiente, no solo en momentos excepcionales”, sentenció Puigdemont. El presidente de la Generalitat afirmó que ya tienen “más de 6.000 urnas" y que no veía cómo "el Estado puede parar el 1-O”. Además, considera que celebrar el referéndum es "derrotar a los terroristas".