La respuesta inicial de los españoles al desafío separatista en Cataluña comenzó con un puñado de banderas de España en las ventanas. Pero a las puertas de una declaración unilateral de independencia, la sociedad; bien por temor al abismo, bien por resistencia activa; ha comenzado a dar una batalla fundamentalmente económica a Carles Puigdemont de gran relevancia política y consecuencias históricas. El impacto ha sido lo suficientemente grande como para provocar la primera deserción en el bando independentista. El conseller de Empresa, Santi Vila, ha pedido renunciar a la declaración unilateral de independencia.
La movilización, espoleada por el mensaje de Felipe VI, ha despertado a esa mayoría silenciosa en Cataluña. Son personas organizadas en pequeños grupos que salen a la calle a apoyar a la Guardia Civil y la Policía en pueblos y ciudades. Catalanes que hacían sonar sus cacerolas a modo de protesta durante la última declaración institucional de Puigdemont. Este impulso, que era impensable hace sólo unos días, puede desbordar la manifestación a favor de la unidad convocada por Sociedad Civil Catalana el domingo en Barcelona.
La reacción de Banco Sabadell y CaixaBank a la retirada de fondos; acompañada del anuncio del ministro de Economía, Luis de Guindos, de presentar un decreto que facilite la salida exprés de empresas de Cataluña; ha dado un giro de 180 grados a la crisis en Cataluña. El Gobierno siente por primera vez desde el fiasco del 1-O que ha recuperado la iniciativa frente al separatismo, incapaz de frenar la fuga de empresas y contener un incipiente pánico económico de parte de la sociedad catalana y del resto país. Un síntoma de ese nerviosismo fue el desliz de Ana Rosa Quintana, que confesó en su programa que estaba retirando sus ahorros de una entidad catalana. La presentadora tuvo que pedir disculpas poco después.
La duda del 155
El Consejo de Ministros decide este viernes si inicia los trámites para activar el artículo 155. Parte del Gobierno quiere que se ponga en marcha al menos el apercibimiento a Puigdemont. Pero Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría todavía mantienen sus dudas. El Tribunal Constitucional ha anulado el pleno del lunes en el Parlament, que supuestamente iba a servir para la declaración de independencia. Pero el diputado de Catalunya Si Que Es Pot Joan Coscubiela ha registrado una petición de comparecencia urgente de Puigdemont el lunes al amparo de un artículo legal del reglamento y sin mencionar la independencia. El Parlament se reunirá el viernes para decidir sobre la petición de Coscubiela, pero todo indica que será difícil frenarla y que finalmente habrá pleno el 9 de octubre.
Pero más allá de si hay o no declaración, a la que el Gobierno deberá responder, ha sido la reacción de los españoles la que está dando la vuelta a un relato que dominaba el independentismo desde el 1-O. La virulenta persecución a los agentes de la Policía y la Guardia Civil en las calles de Cataluña, justificada por los altavoces habituales del separatismo; el discurso del Rey; el portazo internacional a Puigdemont y el temor a la independencia unilateral han despertado a buena parte de la sociedad catalana y del resto de España ante las dudas que mantienen al Gobierno en compás de espera sobre sus proximos pasos.
Así se ha visto en las concentraciones masivas, convocadas únicamente vía Whatsapp y sin el respaldo de partidos u organizaciones, a favor de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en Zaragoza, Salamanca y otras ciudades. En Cataluña, miles de ciudadanos han empezado a abrir cuentas bancarias en Aragón y Valencia ante el temor a ver sus ahorros bloqueados en Cataluña. Hay oficinas bancarias desbordadas. Otros catalanes admiten que están moviendo sus ahorros a cuentas fuera de Cataluña como gesto de rebeldía activa contra una Generalitat a la que no reconocen. Las reservas hoteleras también se han desplomado.
"No sólo han fracturado por completo la sociedad", dice un diputado de la oposición en Cataluña. "Sino que además Puigdemont y Junqueras van a dejar Cataluña como un erial económico".
La respuesta de las empresas y los bancos ha sido proteger su negocio y a sus clientes. Sabadell y La Caixa, la histórica banca catalana, han dado la espalda al proceso independentista con el cambio de su domicilio social. Un gesto muy significativo. Guindos ha echado más gasolina al incendio, anunciando a la agencia internacional Reuters un decreto que permitirá a las empresas catalanas un cambio de domicilio exprés.
Estas son las cosas que están pasando en España. Mientras el Gobierno aguarda su siguiente paso.
1. De las banderas a la manifestación
El movimiento que empezó con unas banderas de España en los balcones, se ha transformado en una resistencia cada vez más activa y efectiva. Las banderas se han multiplicado después del 1-O. Y se espera que la manifestación a favor de la unidad del domingo en Barcelona reúna a decenas de miles de personas. Hay gente organizándose desde el resto de capitales de provincia catalanas y otras ciudades del país para asistir a la marcha.
Los organizadores han anunciado que el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa realizará uno de los discursos. Bajo el lema ‘Basta ya! Recuperemos la sensatez!’ (Prou! Recuperem el seny!), los promotores de esta manifestación animan a los ciudadanos catalanes a salir a la calle y visibilizar que la política de hechos consumados del Govern de Junts Pel Sí y sus socios de la CUP se hace a costa de -al menos- la mitad del pueblo de Cataluña.
2. Caixa y Sabadell
La presión empresarial ha llegado desde el punto más sensible para una economía: el sistema financiero. Sabadell ha anunciado este jueves que se marcha de Cataluña y se traslada a Alicante. Hablamos de su sede social, por supuesto, pero allí será donde se paguen los impuestos y donde se garantice el futuro de la entidad. Este viernes Caixabank dará el paso, la duda está en saber si a Baleares (Palma de Mallorca) o alguna otra ciudad de la Península.
Una decisión a la que se ven abocadas por la presión de los inversores. Entre el lunes y el miércoles las dos entidades se dejaron más de tres mil millones de euros en capitalización bursátil arrastrando al Ibex 35 (que agrupa la cotización de las empresas españolas más relevantes) a su peor cierre desde mediados de marzo. Sin embargo, el anuncio del adiós los ha devuelto a los números verdes.
3. El domicilio social
Quizá es CaixaBank la que peor lo tiene, dado que sus estatutos no contemplan la posibilidad de trasladar su domicilio social sin una Junta de Accionistas. Así que para facilitarle la tarea el Gobierno prepara un decreto que permitirá agilizar el cambio de sede de las empresas, suprimiendo la obligatoriedad de convocar una junta de accionistas.
CaixaBank es el exponente máximo, pero es que ya hay otras que lo estudian. Catalana Occidente, la sexta aseguradora española, también ha señalado que no descarta cambiar su sede social con el objetivo de "preservar los intereses" de sus clientes, trabajadores, mediadores y accionistas.
Otras empresas como Dogi International Fabrics también quieren dejar Barcelona. En el caso de la textil, con destino Madrid. Ha comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que ha comenzado los trámites para trasladar su domicilio social.
La decisión la ha tomado durante una reunión extraordinaria del consejo de administración, con la intención de "optimizar sus operaciones y la relación con sus inversores".
4. Los ahorros y los inversores
Sus directivos lo saben, y lo han comprobado en las últimas horas con las preguntas de sus clientes. Cientos de ellos se han acercado a sus sucursales a preguntar qué va a pasar con su dinero. ¿Lo han retirado? La mayor parte, no. Sus ahorros permanecen en las entidades basadas en Cataluña, pero también es cierto que en Comunidades limítrofes se ha detectado un aumento significativo del número de aperturas de cuentas.
Presión para la banca, presión también para los inversores. El mercado en negativo por culpa de los bancos, grandes empresas y dinero previsto para proyectos en Barcelona paralizado. Directivos preguntando qué va a suceder, grandes empresas pidiendo a sus trabajadores no viajar a Barcelona esta semana. Y existen empresas del resto del país que están cancelando sus pedidos con a compañías catalanas hasta que no se resuelva la crisis. Es una asfixia económica.
Todo por un motivo: la incertidumbre, que es una mala consejera para el dinero.
Noticias relacionadas
- El 46% de los españoles rechaza las cargas policiales del 1-O y el 44% las aprueba
- El consejo de Caixabank se reúne mañana para estudiar el cambio de sede a Palma
- Sabadell traslada su sede social a Alicante para dar seguridad a sus clientes
- Catalana Occidente también se plantea abandonar Cataluña
- Hoteleros confirman aumento de cancelaciones y caída de reservas en Cataluña
- Qué puede pasar y qué debemos hacer