El ex vicepresidente del Parlamento Europeo y exministro socialista Josep Borrell se ha erigido este domingo en el líder moral del catalanismo no separatista tras pronunciar un discurso antológico para la mayoría silenciada en Cataluña. El político que a finales de los 90 tumbó al aparato felipista, al imponerse a Joaquín Almunia en las primeras primarias socialistas, vuelve a ver emerger su popularidad a cuenta del conflicto catalán.
La rebelión cívica contra el Goliat separatista en Cataluña ya ha encontrado en cierto modo a un político capaz de hacer de David. Armado de una bandera Europea -a modo de honda-, Borrell aprovechó la manifestación multitudinaria de Societat Civil Catalana para recriminar al Govern y lamentarse ante los propios. Fue el suyo un discurso con verdades como piedras.
“Todos tenemos culpa por haber callado demasiado”, dijo Borrell a mitad de su intervención, como pidiendo disculpas por reprender no sólo al Gobierno de la Generalitat, responsable directo del apartheid secesionista, sino un poco también a quienes pensando de otro modo y sintiéndose españoles y catalanes, han tolerado que el independentismo monopolice el espacio público e imponga su discurso.
Tocaba templar porque el veterano socialista había abroncado a discreción. A Carme Forcadell por no estar a la altura de la Presidencia del Parlament cuando azuzó la intolerancia contra PP y Cs, a su modo de ver partidos adversarios de Cataluña: “Debió haber dimitido antes de decir esas cosas”. Hay que recordar que "esas cosas" han acabado en escraches.
Fuga de empresas
También riñó al conseller de Presidencia, Jordi Turull por tachar de “súbditos” a quienes están en contra del referéndum. A los empresarios por dar la espantada en lugar de “haber avisado” o “haber dicho antes en público lo que decían en privado”. A Oriol Junqueras y Artur Mas por negar la mayor y asegurar que ninguna empresa se iría de Cataluña cuando él mismo, hace dos años, advirtió de los riesgos de la desconexión.
A los medios de comunicación públicos catalanes por haberse prestado a colaborar en la propaganda nacionalista y la estigmatización de los no nacionalistas: “Son una vergüenza democrática”, dijo. A los países -y medios- extranjeros por dar pábulo a las mentiras sobre las que el separatismo justifica una ruptura unilateral con España: “Cataluña no es Kosovo, no es Lituania, no es Argelia…”. E incluso a los más vehementes de su entregado público por pedir prisión para Puigdemont: “No hagáis como en el circo romano -conminó a la multitud-; a la prisión sólo va quien dice el juez que tiene que ir”.
Borrell se valió de un tono seráfico para suavizar la reprimenda, lo que multiplicaba el efecto acusatorio. También abundó en la necesidad de restituir “la convivencia”, defender el “pluralismo” y reconstruir a fuerza de seny -sensatez- y el “afecto” porque “en el siglo XXI tenemos derecho a la tranquilidad”.
Comprad cava, nada de boicots
La voz de Borrell, acreditada intelectualmente y por su trayectoria política, viene a defender la restitución de la normalidad democrática en Cataluña desde la catalanidad. El matiz es importante. Con la ley en la mano cualquiera podría suscribir y defender su discurso; da igual haber nacido o vivir fuera de Cataluña. Pero partiendo de un catalán afincado en Cataluña, su mensaje viene además avalado por un bagaje sentimental que refuerza su autoridad y credibilidad. En este punto resultó muy relevante que Borrell pidiera a la multitud que comprara cava catalán.“Os pido que compréis un cava catalán, que las ventas han bajado un 15% y eso significa paro para Cataluña. Nada de boicots”, enfatizó.
Josep Borrell se ha distinguido en los últimos años por desmontar las mendacidades del separatismo, acaba de publicar un ensayo esclarecedor y necesario contra la secesión junto a Francesc de Carreras, Juan-José López Burniol y Josep Piqué. Además, el vídeo de un debate televisivo en el que noqueó a Junqueras -2016- suma más de 3,2 millones de visualizaciones. El dirigente socialista, que en 1998 venció internamente al felipismo porque supo interpretar y capitalizar el sentir de las bases, se erige ahora en referente moral y altavoz de la Cataluña silenciada. El siglo XX boqueaba y el aparato acabó a los pocos meses con el candidato de las bases. Pero algo cambió para siempre en el PSOE, como demostraron Zapatero y Pedro Sánchez. La duda es si la intervención de Borrell este domingo en Barcelona también cambiará el statu quo nacionalista.