A Xavier García Albiol sólo se le pudo ver indignado, al borde incluso de la pérdida de la compostura, durante unos pocos segundos del debate electoral del pasado 7 de diciembre en La 1. Fue cuando uno de sus rivales independentistas arremetió contra los casos de corrupción que afectan al PP.
El cabeza de lista popular podría haber contestado con un “y tú más” de manual. Porque según datos oficiales la comunidad más corrupta de España es Cataluña, con más de 300 procesados, mientras que Andalucía, la segunda comunidad de la lista, suma sólo 150 encausados a pesar de tener un millón de habitantes más.
Pero Albiol optó por tomárselo de forma personal. “Mi gestión en el Ayuntamiento de Badalona fue impecable. IM-PE-CA-BLE”, dijo levantando la barbilla y regodeándose en cada sílaba como lo hacía Humbert Humbert al comienzo de Lolita. “Im-pe-ca-ble: la punta de la lengua emprende un viaje de cuatro pasos…”.
Albiol es caricaturizado por los medios independentistas como intolerante, anticatalán y xenófobo. En el PP no le guardan muchas más simpatías
Albiol es frecuentemente caracterizado por los medios independentistas como un hooligan descerebrado. También como un político radical, intolerante, racista y de ideas cercanas al ultraderechismo. Alguien tan lejano a la supuesta cultura política catalana como podría estarlo un talibán de la Cámara de los Lores británica. Pero hasta sus más vehementes detractores reconocen que la gestión de Albiol al frente del ayuntamiento de Badalona es sólo uno más de los casos en los que el popular ha optado por desmarcase claramente de los modos de su partido.
Una aplastante pero amarga victoria
Albiol nació en Badalona en 1967. Su padre, Pedro García Sánchez, es almeriense y nació en Vélez Blanco, se crío en Vélez Rubio y emigró a Cataluña en 1960, cuando rondaba los veinte años, junto a sus padres y sus cuatro hermanas. Allí trabajó como camionero de Campsa y conoció a la madre de Xavier, una peluquera catalana.
El hoy candidato al 21-D se crió en el barrio de La Morera de Badalona, jugó en el Joventut aprovechando sus más de dos metros de altura, estudió Derecho (aunque no acabó la carrera) y se afilió al PP en 1989, con 22 años. Es católico, está casado con Vanesa Carcasona, también militante del PP, y tiene dos mellizos llamados Sandro y Nadia, de dos años.
Después de que le fuera arrebatada la alcaldía a pesar de haber ganado claramente las elecciones, fue de los primeros en felicitar a su sucesora
Albiol es presidente del PP catalán desde marzo de 2017. En 2011 fue investido alcalde de su ciudad, la tercera de Cataluña (215.000 habitantes, casi tantos como Oviedo o Granada y más que San Sebastián o Pamplona) y la alegría le duró hasta 2015, cuando fue apartado de la alcaldía por un pacto a cinco de Guanyem Badalona en Comú, ERC, IC-V, CiU y el PSC a pesar de haber recibido el doble de votos y de escaños que el segundo partido.
La beneficiaria fue Dolors Sabater, de Guanyem Badalona en Comú, una coalición de la CUP, Podemos y otras fuerzas marginales bendecida por la monja antivacunas Teresa Forcades. El día de su investidura, Albiol fue uno de los primeros en felicitar a su sucesora a pesar de la polémica que provocó en la ciudad la multitudinaria alianza de perdedores para apartar del Gobierno municipal a quien tan claramente había ganado las elecciones.
Un duro entre blandos
En 2010, IC-V denunció a Xavier García Albiol por incitación al odio racial. Un panfleto en el que según los comunistas se vinculaba a los gitanos rumanos con la delincuencia y que el líder popular repartió en persona junto a Alicia Sánchez-Camacho fue el principio de su leyenda negra.
Albiol fue absuelto el 11 de diciembre de 2013 de todos los cargos, pero el estigma de su supuesto racismo quedó implantado en la memoria colectiva de muchos de sus detractores. Ser el primer alcalde de Badalona desde la Democracia que no pertenecía al socialismo o al comunismo no le ayudó en nada: si algo une al socialismo catalán y al independentismo, más allá del nacionalismo, es el rechazo al PP.
“Albiol es un hombre con muchos principios, muy asentados, que el PP ha intentado ocultar a toda costa. Lo cual es absurdo, porque su principal valor personal y electoral es precisamente ser un verso suelto de la línea dura. No se puede tener un Gobierno blandiblú como Gobierno de la nación y a un candidato duro reprimido en Cataluña. Porque entonces el riesgo es que ocurra lo que está ocurriendo: que Albiol, además de incoherente, resulte errático, confuso y sin apenas valor electoral”, me cuenta un colaborador cercano al dirigente del PP.
Albiol ha intentado compaginar su clara oposición al nacionalismo con la táctica apaciguadora de Soraya y el resultado ha sido desastroso
“Es mucho menos hombre de partido que Alicia Sánchez-Camacho y por eso muchos opinan que fue un riesgo hacerle candidato. Parte de sus errores pasa por haber querido revertir eso. Ni se ha ganado la confianza de los de dentro ni ha optimizado su frescura (que era su principal valor)” añade.
“Que se luche abiertamente contra el nacionalismo no se perdona en el PP. Albiol llevaba camino de ser el primero (o el segundo) que de verdad plantara cara sin complejos en Cataluña. Pero le han frenado” relata mi confidente. La idea de un Albiol que va por libre y que debe transigir (a la fuerza ahorcan) con la complicidad de su partido con el nacionalismo catalán, aparece varias veces más durante la conversación.
Una campaña tirada a la basura
La campaña está perdida para Albiol. La delicadeza con la que el PP ha aplicado el 155 en Cataluña ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de unos votantes populares que se sienten a día de hoy mucho más identificados con una Inés Arrimadas que sólo ha tenido que recoger los símbolos que el PP ha dejado caer al suelo: la bandera española, la Constitución, la igualdad entre españoles, la ley y el rechazo abierto no ya al independentismo, sino al nacionalismo.
No son pocos los que sospechan que Albiol votaría a Ciudadanos si no fuera por ese sentido de la lealtad que acabará llevándole por el mismo camino por el que también se fue del PP Alejo Vidal-Quadras, otro duro cuya resistencia numantina frente al pujolismo le llevó a ser finiquitado por su propio partido.
La sustituta de Albiol, ya decidida por el sorayismo, será con mucha probabilidad una Dolors Montserrat cuyo talante moderado y relajado pero sobre todo sumiso con el nacionalismo encaja mucho mejor en el PP actual. Un PP que ha decidido abandonar a su suerte a los catalanes no nacionalistas y venderlos a la segunda fase del procés, la de la implementación de la república catalana por la vía de los hechos consumados, si con ello se asegura acabar la legislatura en paz.
Albiol será sustituido, muy probablemente, por Dolors Montserrat y se refugiará en su feudo de Badalona al abrigo de las interferencias de Soraya
Un plan perfecto desde un punto de vista estrictamente maquiavélico (el de sacrificar a cuatro millones de catalanes a cambio de llegar sin sobresaltos al final de la legislatura)… si no existiera Ciudadanos.
“Albiol lleva meses más pendiente de ver quién le clavará el último puñal que en defender sus principios. Y saber que Dolors Montserrat es cada vez más favorita es un problema para él y para los suyos. Además de eso, Arrimadas no es política de perfil bajo. Albiol tiene las de perder, lo va a hacer y a nadie le va a importar. Al menos le quedará Badalona. Albiol es la antesala de la caída del PP como partido de gobierno” finaliza mi interlocutor.
De perdidos al río
Es fácil intuir lo que pasa por la cabeza de Albiol. Si el PP es calificado de franquista en Cataluña a pesar de haber aplicado un 155 prácticamente imperceptible que ha dejado en manos del independentismo la educación, los medios de comunicación, la policía y las redes clientelares nacionalistas, nada de lo que haga el partido aminorará en lo más mínimo la demonización del partido. Y si esa es la situación… ¿por qué no ejercer de partido constitucionalista sin complejos?
Albiol, fan de los Rolling Stones, Estopa y Joaquín Sabina, ha tenido gestos mucho menos publicitados en Cataluña que sus salidas de tono. Hace unas semanas visitó a los policías y los guardias civiles acosados en su hotel de Pineda para darles su apoyo y el de “todos los catalanes de bien”.
Tras su llegada a la alcaldía de Badalona en 2011 suspendió la ofrenda floral y el discurso institucional del 11 de septiembre. También se negó a descolgar la bandera de España del Ayuntamiento ese día, como se hacía tradicionalmente para que sólo ondearan la catalana, la del municipio y la europea, y ordenó que el término “nacional” desapareciera de todas las comunicaciones oficiales relativas al 11 de septiembre.
Los líderes del PP sólo tienen dos opciones en Cataluña. La de Vidal-Quadras, es decir la dureza con el nacionalismo, que conduce a buenos resultados en las elecciones autonómicas y sobre todo en las generales, pero también a que sus líderes sean traicionados por su propio partido cuando el nacionalismo siente amenazada su hegemonía. Y la de Alicia Sánchez-Camacho, la de la intrascendencia, que convierte al partido en un muñeco de feria para el nacionalismo pero asegura unos cuantos años de plácido y bien pagado letargo a la orilla de la cálida charca nacionalista. Albiol ha optado por una vía intermedia, a regañadientes, y el resultado han sido los votos de la segunda opción pero con el destino final de la primera.
Si esto no es un aviso para futuros navegantes, nada lo es.