Carles Puigdment, huido a Bruselas desde finales de octubre, se compromete a volver a España si el bloque independentista es el más votado. Una estrategia con la que intenta conseguir votos para su partido, ofreciendo su martirio para coger distancia con ERC. Y para afianzar la idea de que debe ser él quien ocupe el sillón principal del Palau de la Generalitat aunque el suyo no sea el partido más votado.
Puigdemont afirma seguir siendo president de la Generalitat porque "sólo el Parlament puede nombrar o cesar a un president". Lo afirma pese a haber sido cesado por el artículo 155 de la Constitución y pese a haber huido a Bruselas. Lo afirma, además, pese a ser cabeza de lista de Junts per Caltalunya para las elecciones del próximo jueves. Según él, siendo president quiere ser elegido president.
Las contradicciones son muchas y muy obvias. Puigdemont se ve en una situación complicada: volver o no antes del 21-D. Según su partido volver les daría más diputados, pero no lo harán porque pondría en peligro su "seguridad" -sobre el expresident afronta una acusación por los presuntos delitos de sedición y rebelión, entre otros-.
¿Volverá el 22-D?
La incógnita ahora se sitúa en el 22-D. En una entrevista en La Vanguardia afirmó que si los catalanes rechazan el artículo 155 con el resultado de las elecciones tendrá que volver a Cataluña: "No tengo más alternativa". El matiz del 155 es importante ya que hoy por hoy JxCat no las tiene todas consigo para ganar el jueves: en las últimas encuestas empatan con ERC, incluso los republicanos podrían sacarles un par de escaños. Por ello, Puigdemont afirmó el domingo en una entrevista de TV3 que aceptaría ser investido aunque ganase ERC para desautorizar a Rajoy.
Sin embargo, a ERC no es una idea que le agrade. De hecho, en un mitin el sábado el diputado republicano en el Congreso, Joan Tardà, reivindicó la Presidencia para Junqueras: "Ha llegado la hora de ERC. Ha llegado la hora de las izquierdas. ¡Viva Oriol Junqueras! ¡Viva el futuro presidente de la República de Cataluña!". Una discordancia muy significativa ya que pone de manifiesto la ruptura del bloque secesionista que en 2015 a través de la candidatura conjunta de Junts pel Sí lograron un resultado muy favorable de 62 escaños.
El regreso, el caramelo del voto
Esta situación deja a Puigdemont en una situación muy complicada porque su partido, según las encuestas, no está consiguiendo ser el centro de referencia del independentismo, pese al uso victimista que han hecho de la huida de Puigdemont y que seguirán escenificando esta semana con un cibermitin desde Bruselas. Su regreso a España hubiese sido un golpe de efecto. Algo que quizá les hubiera permitido erigirse el partido hegemónico del independentismo frente a ERC, quienes han sacado mucho rédito de su segundo plano en estos casi tres años de legislatura.
Ante dicho escenario hay algo claro: si aún huido y perseguido por el malvado Estado español Puigdemont no logra ser president su carrera política entraría en un coma del que sería muy difícil salir. Por ello, la única bala ahora mismo del president es jugar con la idea de su regreso y usarla como señuelo para sus votantes.