"Creo sinceramente que al término de este año 2017 son más los elementos para un balance positivo que negativo". El presidente del Gobierno reconoció en su última rueda de prensa que el presente ejercicio ha sido un "año extraordinariamente difícil". Pese a sufrir el mayor desafío independentista de la historia, el jefe del Ejecutivo considera que hay más cosas que celebrar que lamentar. "Ha sido, a pesar de todo, un año ganado para la recuperación de España desde el punto de vista económico, social e institucional".
Mariano Rajoy no hizo ni una sola autocrítica sobre cómo ha gestionado la crisis en Cataluña para que el bloque secesionista se haya impuesto al constitucionalista el 21-D. Además, ha decidido mantener la misma estrategia que ha provocado que el PP se quede con tan solo cuatro diputados en el Parlament y se blinda a sí mismo en Moncloa con el Gobierno intacto. El jefe del Ejecutivo fue muy claro cuando se le preguntó por una hipotética remodelación de Gobierno. Es impensable porque el actual gabinete "ha cumplido con sus obligaciones".
Con este rotundo mensaje, el presidente pretende sofocar el aluvión de críticas que ha recibido por haber convocado elecciones el mismo día que aplicó el 155. También así protege a su 'número dos', la vicepresidenta del Gobierno. Fue precisamente Soraya Sáenz de Santamaría la persona que eligió para dirigir la Operación Diálogo que resultó ser un auténtico fracaso: ni Oriol Junqueras resultó ser un hombre de confianza y el 1 de octubre hubo urnas para el referéndum ilegal.
Blindaje a Santamaría
Las voces críticas en el PP centran todos sus ataques hacia la vicepresidenta. Al fin y al cabo, resumen, Xavier García Albiol "es un simple peón en este juego de ajedrez". Consumado el triunfo del separatismo en las urnas puestas por el propio Mariano Rajoy, hay una vertiente cada vez más fuerte en el seno del PP que pide "un cambio de estrategia" para sofocar el independentismo. "A la vista de los resultados, todo lo que se aplicó ha resultado ser un fracaso".
El camino que ha escogido Rajoy para sofocar su crisis interna es el de siempre: no hacer nada. En un momento de su intervención, deslizó la idea de que "precipitarse en la vida nunca conduce a nada positivo". El presidente del Gobierno no reunirá a su consejo de ministros en la primera semana de enero y ya ha puesto fecha a la constitución de la Cámara catalana: el próximo día 17. Además, ha pedido a su candidato Albiol que se mantenga en su puesto hasta que el panorama se despeje. Las dimisiones en el PP catalán solo han hecho que empezar.
En su balance anual, el presidente tampoco quiso dejar claro si recibiría a Carles Puigdemont en Moncloa si el expresident consigue ser de nuevo investido. El presidente tendió la mano a un interlocutor que gobierne "dentro de la ley" y remarcó que siempre y cuando quiera, puede tomar la palabra en la conferencia de presidentes o en el Congreso de los Diputados, que es donde reside la soberanía nacional.
Es "absurdo" un presidente fuera
Rajoy sí quiso dejar claro que le parece "absurdo" pretender ser presidente de Cataluña "viviendo en el extranjero". Y mucho "más absurdo" intentar ejercer como presidente "estando en el extranjero. Imagínense que estuviera yo en Lisboa", añadió. El presidente quiso quitar presión a Inés Arrimadas, a la que gran parte de la cúpula del PP le pide insistentemente que intente formar Gobierno. "Cada uno es libre de tomar las decisiones que le parezcan bien", remató el presidente.
La economía volvió a centrar el discurso triunfalista de un Mariano Rajoy que presumió de poder gobernar "en tiempos de fragmentación política". A su juicio, él y su equipo han demostrado "que se puede hacer frente a retos tan exigentes como la declaración unilateral de independencia" y "la aplicación de la Ley para restituir el orden constitucional". El presidente clausuró su comparecencia agradeciendo el apoyo al resto de partidos que le brindaron su apoyo: "PSOE, Ciudadanos y otros".