Transcurridos casi 100 días desde su huida a Bruselas -la efeméride se cumple este miércoles 7 de febrero-, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, parece haberse aclimatado a las costumbres belgas. Al menos así se desprende del test que le ha hecho el youtuber flamenco Bart Meese. ¿Chocolate o frites? "Como miembro de una familia muy antigua de pasteleros, prefiero el chocolate". ¿Cerveza o ginebra? "Sin duda, cerveza belga". ¿Conoce a Eddy Merckx? "Un monstruo del ciclismo, uno de los héroes de mi niñez". ¿Después de unos meses aquí, habla un poco de neerlandés? "Sólo algunas palabras como dank u wel (gracias) y alstublieft (por favor)", responde el líder de JuntsxCat.
Los nacionalistas flamencos de la N-VA le perdonan a Puigdemont sus escasos avances en el aprendizaje del neerlandés, incluso que se dirija a ellos en francés, algo que verían como una afrenta si lo hiciera cualquier otra persona (prefieren el inglés). Y es que la N-VA es quien presta cobertura política y también logística en Bélgica al candidato de JuntsxCat desde el minuto uno. En realidad, desde la fase de calentamiento. El secretario de Estado de Inmigración, Theo Francken, le ofreció asilo político el domingo 29 de octubre, un día antes de que el expresidente de la Generalitat emprendiera su escapada a Bruselas. Nunca se ha aclarado si conocía de antemano sus planes.
La calurosa acogida que Francken ha dado a Puigdemont contrasta con su política de mano dura contra los refugiados, que le ha situado en el ojo del huracán por haber ordenado la deportación de sudaneses que luego fueron torturados en su país de origen. "Esta diferencia de actitud con Puigdemont es chocante. Sugiere que su política de asilo no está determinada por la gravedad de las amenazas que pesan sobre una persona sino por consideraciones políticas: seducir al electorado independentista flamenco concediendo asilo político al señor Puigdemont y seducir al electorado de extrema derecha expulsando a los sudaneses", explica a EL ESPAÑOL la líder de los democristianos valones en el Parlamento federal, Catherine Fonck, que pide la dimisión de Francken.
¿Son los nacionalistas flamencos los que están pagando la estancia del expresidente de la Generalitat en Bélgica? "No, la N-VA no está dando ningún tipo de apoyo financiero al señor Puigdemont", asegura a este periódico la portavoz del partido en la Eurocámara, Helga Stevens. Ella es una de los militantes que se ha reunido con él estas semanas porque "es lo que hacen los amigos (políticos)". El líder de la N-VA y alcalde de Amberes, Bart de Wever, sí admite que el partido está protegiendo al expresidente de la Generalitat. "Puigdemont es ciertamente un amigo y no dejamos caer a los amigos con problemas. Le ayudamos logísticamente. Eso significa que le enseñamos el camino, le ayudamos con las cosas prácticas", ha dicho De Wever a la cadena VTM.
La incógnita de la casa de Puigdemont
¿Está entre estas cosas prácticas de las que se ocupa la N-VA la vivienda de Puigdemont? Uno de los lugares en los que se aloja el expresidente de la Generalitat, una majestuosa casa en Sint Pauwels -una localidad de 4.000 habitantes a 30 kilómetros de Amberes y cerca de la frontera con Holanda- es propiedad del empresario flamenco Walter Verbraeken, que financia no sólo a la N-VA sino también al partido de ultraderecha Vlaams Belang, según ha desvelando el periódico Het Laatste Niews. Puigdemont no vive habitualmente en esta discreta villa, rodeada de un amplio jardín de 2,6 hectáreas y que se vende por 900.000 euros, sino que la utiliza como refugio para aislarse del mundo algunos fines de semana. Allí se ha reunido con su mujer, Marcela Topor, y sus dos hijas. Su presencia se descubrió cuando acudió al bar local, Blablabla, y se hizo fotos con los clientes.
La vivienda habitual de Puigdemont en Bélgica es uno de los secretos mejor guardados desde su llegada. La mayor parte del tiempo lo pasa en la suite presidencial del hotel de cuatro estrellas Husa President Park de Bruselas, propiedad de la familia Gaspart, que se encuentra en fase preconcursal desde principios de año por su abultada deuda, asegura la RTBF. Allí organizó la rueda de prensa para valorar la decisión del juez Pablo Llarena de retirar la euroorden contra él, el mitin de campaña con Artur Mas o la reunión de los diputados electos de la lista JuntsxCat. También allí celebró la Nochevieja y según los trabajadores del establecimiento se aloja gratis. Otras informaciones periodísticas, sin embargo, sostienen que Puigdemont dispone de un apartamento a las afueras de la capital belga.
La residencia definitiva del expresidente de la Generalitat en Bélgica podría estar en la localidad valona de Waterloo, a una veintena de kilómetros de Bruselas. Allí alquiló la semana pasada una espaciosa casa de 550 metros cuadrados, con 3 cuartos de baño, sauna, garaje para cuatro coches y terraza de 100 metros que da a un jardín, según ha publicado L'Echo. El alquiler, de 4.400 euros al mes, ha sido firmado por Josep Maria Matamala, alias Jami, empresario y exconcejal de CiU en el Ayuntamiento de Gerona. Su nombre figuraba también en la factura del Hotel Chambord, el primer alojamiento de Puigdemont en Bruselas a 99 euros la noche.
Los escuderos del expresidente de la Generalitat
Matamala, amigo personal de Puigdemont desde su época de periodista, ha ejercido en Bruselas de confidente y asesor y le ha acompañado incluso en su reciente escapada a Copenhague, que se sepa la única vez que ha salido de Bélgica en estos 100 días. Era la persona con la que Puigdemont tomaba café en Bruselas al mismo tiempo que Oriol Junqueras y los exconsellers que se quedaron en España declaraban ante la Audiencia Nacional. Su otro escudero constante es Lluís Escola Miquel, sargento de escoltas de los Mossos d'Esquadra, que aprovecha vacaciones y días libres para guardar las espaldas del líder del de JuntsxCat, aún a riesgo de un expediente del ministerio del Interior.
Pero el auténtico cicerone que ha guiado a Puigdemont en su periplo por Flandes es su asesor legal, Paul Bekaert, el abogado histórico de ETA en Bélgica. Beakert no sólo ha logrado que Llarena retire la euroorden contra el expresident de la Generalitat, sino que además le ha acompañado en varios eventos sociales. A finales de noviembre fue a ver con él a Gante El duque de Alba, una ópera inacabada y poco representada de Gaetano Donizetti que narra el levantamiento de los flamencos contra la dominación española en 1568. Una revuelta que Puigdemont ha equiparado con el actual desafío independentista en Cataluña.
Bekaert también organizó la visita que Puigdemont hizo el pasado 8 de enero a la pequeña localidad de Dentergem, a 30 kilómetros de Gante, para que ejerciera de embajador del cava. "Cuando hay una recepción oficial en nuestro municipio, servimos a nuestros invitados un vaso de cava. En diciembre decidimos comprar cava catalán. Como el presidente está en nuestro país, nos pareció adecuado invitarle a la presentación oficial", explican a EL ESPAÑOL desde la oficina del alcalde, Koenraad Degroote, de la N-VA. El cava en cuestión era el N1 Masia Pau Brut Nature: las botellas, embutidas en una funda con los colores de la cuatribarrada y el escudo del Barça.
Y es que pese a la simpatía de los nacionalistas flamencos por la causa de Puigdemont (proyectan en él el ideal independentista al que ellos han renunciado al entrar en el Gobierno federal), los principales dirigentes de la N-VA como De Wever o Francken han eludido reunirse con él, a menos que se sepa. También han dado marcha atrás en su intención de invitarle al Parlamento flamenco, o incluso dejarle pronunciar desde allí su discurso de investidura. No quieren poner en riesgo la estabilidad del Gobierno de coalición del liberal Charles Michel. Michel, que ha hecho lo posible por evitar una crisis diplomática con España, sostiene que Puigdemont debe responder de sus actos como cualquier otro ciudadano y ha pedido a sus ministros que no hablen de Cataluña.
Puigdemont en la Flandes profunda
Así que la mayor parte de los actos a los que los nacionalistas flamencos invitan a Puigdemont son a nivel local y lejos del radar de los medios. Porque si por algo se han caracterizado estos primeros 100 días del expresidente de la Generalitat en Bélgica ha sido por jugar al escondite con la prensa española. Convocatorias restringidas, actos sin anunciar, cambios de escenario en el último minuto. Sólo ha contestado en rueda de prensa a periodistas españoles no catalanes en dos ocasiones: tras levantarse la euroorden contra él y cuando le visitó el presidente del Parlament, Roger Torrent. En contraste, ha dado múltiples entrevistas a la prensa belga e internacional, así como a los medios públicos catalanes, TV3 y Catalunya Ràdio.
Uno de los últimos actos públicos a los que ha asistido por sorpresa el líder de JuntsxCat fue la recepción de año nuevo de la N-VA en la pequeña localidad de Lennik, a las afueras de Bruselas, en la que sólo había medios belgas. Se celebró el domingo 28 de enero, el día después de que el Tribunal Constitucional prohibiera su investidura telemática o por delegación.
En Lennik, Puigdemont visitó el café In de Verzekering tegen de Grote Dorst (algo así como El seguro contra la gran sed). Un local que sólo abre los domingos o después de los entierros de los vecinos del pueblo y que está considerado como la mejor cervecería del mundo, con una selección de 250 cervezas diferentes. Allí, el político catalán pidió café, para indignación de la prensa local. "Aparte de un regalo -un paquete de cervezas locales-, su almuerzo y un café, no hemos financiado al señor Puigdemont", aseguran a EL ESPAÑOL fuentes de la N-VA local.
En contraste, el expresidente catalán dio plantón a los nacionalistas flamencos el 30 de enero en la recepción de año nuevo en Lovaina, donde su presencia sí se había anunciado con antelación y donde la organización trató de vetar la presencia de prensa española (aunque luego rectificó). Le había convocado el candidato a la alcaldía de Lovaina, Lorin Parys, que fue el primer dirigente de la N-VA en invitar públicamente a Puigdemont a cenar a su casa -un estofado- el pasado noviembre.
Parys quería que el líder de JuntsxCat explicara cómo logró hacerse con la alcaldía de Gerona y poner fin a más de 30 años de hegemonía socialista. Los socialistas gobiernan ahora en Lovaina y las elecciones municipales son en octubre. Tras la decisión de Torrent de aplazar indefinidamente la investidura, al acto sólo acudió el exconseller de Sanidad, Toni Comín. Allí se grabaron los mensajes derrotistas que le había enviado Puigdemont. Pero el expresident se limitó a mandar una intervención en vídeo.
Y es que desde su huida a Bélgica Puigdemont se ha convertido en un personaje sobre todo virtual. Que se comunica con el mundo exterior a través de vídeos, de conexiones de Skype en directo (así hizo sus intervenciones en los mítines de la exitosa campaña electoral de JuntsxCat), de fotos evocadoras del regreso en Instragram y sobre todo a través de Twitter. En esta red social ha difundido sus entrevistas con medios internacionales cuestionando la democracia española; sus ataques al Gobierno de Mariano Rajoy, a Ciudadanos o al PSC; sus críticas a los dirigentes de la UE por no apoyarle; o su petición de libertad para Junqueras y para Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. En total, más de un centenar de mensajes al mes entre tuits y retuits.
¿Quién paga?
Además de la cobertura de la N-VA, Puigdemont ha contado en Bruselas con el apoyo de los eurodiputados independentistas catalanes: Ramon Tremosa, del PDeCAT; y Josep-Maria Terricabras y Jordi Solé, de Esquerra Republicana. Los tres estuvieron en la caótica primera rueda de prensa del 31 de octubre o en la manifestación independentista del 8 de diciembre en la capital belga. De hecho, el asistente de Tremosa ejerció de portavoz oficioso de Puigdemont durante sus primeras semanas en Bélgica. Fue sustituido durante la campaña por Joan Maria Piqué, que trabajó de portavoz de Artur Mas entre 2008 y 2016.
Los tres eurodiputados aseguran que en ningún caso han utilizado fondos del Parlamento Europeo para financiar la estancia del expresidente de la Generalitat. La polémica estalló a raíz de la visita a Bruselas de los 200 alcaldes independentistas el 7 de noviembre. El presidente de la Asociación Catalana de Municipios, Miquel Buch, dijo que los eurodiputados habían pagado el alquiler de la sala del centro cultural Bozar en la que los alcaldes se reunieron con Puigdemont. Algo que los tres se esforzaron en desmentir durante los días siguientes. La Eurocámara no ha iniciado ninguna acción oficial, pero vigilará que se cumplan las normas en materia de asistentes, que prohíben que se les utilice para tareas de partido, explican fuentes parlamentarias.
Aunque el apoyo de los eurodiputados a Puigdemont se diluyó desde que el PDeCAT y ERC empezaron a competir entre sí en la campaña electoral, los tres han presentado conjuntamente una batería de quejas a Bruselas denunciando las supuestas vulneraciones de los derechos humanos en Cataluña. La semana pasada organizaron otro acto en el Parlamento Europeo sobre la crisis catalana al que invitaron a víctimas de las cargas policiales del 1-O. El PP español pidió al presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, que extremara la vigilancia para frenar al ex presidente de la Generalitat si intentaba entrar, cosa que al final no ocurrió.
Pese a que Puigdemont justificó su huida a Bruselas con el argumento de que quería colocar la independencia de Cataluña en el centro del debate europeo, en el "corazón de la UE", en estos tres meses y pico no ha sido recibido por ningún dirigente comunitario. Ni siquiera por funcionarios de segundo nivel. El Ejecutivo comunitario ha rechazado por infundadas todas las denuncias contra España por la crisis catalana. Considera que no hay ningún indicio de que se esté vulnerando el Estado de derecho y le recuerda al líder de JuntsxCat que debe afrontar las consecuencias de incumplir la ley. Eso sí, el escondite de Puigdemont en Bélgica se ha convertido en centro de peregrinación para políticos y alcaldes independentistas, tanto antes de la campaña como después del 21-D.
¿Cuáles serán los próximos pasos de Puigdemont? A corto plazo y alentado por el éxito propagandístico de su viaje a Copenhague, el expresidente de la Generalitat parece decidido a emprender una gira por capitales de la UE para difundir internacionalmente la causa independentista. En Eslovenia ya ha estallado una minicrisis política ante los rumores que sitúan al país como la siguiente parada a mediados de febrero. El Gobierno de Miro Cerar se ha apresurado a garantizar que ninguna institución oficial recibirá a Puigdemont.
A largo plazo, el alquiler de la casa de Waterloo parece indicar que el líder de JuntsxCat piensa quedarse en Bélgica pase lo que pase con la investidura. De hecho, y al margen de los amagos de volver nunca concretados, Puigdemont ha mantenido desde su huida una línea sorprendentemente coherente: no regresará a España a menos que se le garantice que no irá a la cárcel. En los mensajes derrotistas que intercambió con Comín asegura que dedicará los próximos meses a defenderse, "a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación". Pero con el expresidente de la Generalitat no pueden descartarse más sorpresas.