La Guardia Civil buscó a Igor el Ruso unas horas antes del triple crimen mortal de Andorra (Teruel) en una zona muy cercana donde hay cuevas abandonadas. Fue precisamente José Luis Iranzo, el ganadero que murió a manos de Norbert Feher, quien alertó a la Guardia Civil de que el sospechoso de disparar a dos vecinos unos días antes pudiera esconderse ahí. El ganadero sospechaba que el hombre que había robado durante dos semanas consecutivas estaba muy cerca de su masía porque la noche de antes había robado en ella.
El propio Iranzo hizo de guía el día de su muerte a los seis guardias civiles que se desplegaron para comprobar si la persona que buscaban se encontraba en las citadas cuevas. El ganadero conocía el lugar exacto donde se encontraba este refugio idílico para alguien con el perfil de Igor el Ruso. Sin embargo, el resultado fue "infructuoso", según consta en un informe de la Guardia Civil del sumario del caso.
Tras comprobar que no había rastro de que alguien se alojara en esa guarida, se "decidió finalizar el operativo". Iranzo abandonó el lugar en su propio vehículo, la Mitsubishi Pick Up que horas después robara su asesino para huir. Los seis guardias civiles se desplazaron hasta el Cuartel de la Guardia Civil de Andorra (Teruel).
El ganadero volvió al pueblo y volvió a subir al paraje del Mas del Saso donde Igor el Ruso robó la noche anterior cuando le llamó su padre. Iranzo volvió para recoger a su progenitor cuando se encontró con su asesino. Según el testimonio de Feher ante la juez de Alcañiz (Teruel), escuchó "un ruido muy particular" como de recargar un arma y por eso disparó dos veces contra la persona que vio.
El padre, escondido en unas alpacas de paja
Solo cuando se acercó a la víctima, que ya había fallecido, se percató de que no iba armado y le quitó las llaves del coche para fugarse. Antes de emprender la marcha, Igor el Ruso fue a buscar a un lugar cercano su bicicleta y sus enseres. Fue el padre de Iranzo quien llamó al 062 para alertar de que acababa de escuchar dos disparos, sin saber todavía que alguien había matado a su hijo. Previamente, se había ocultado entre unas alpacas de paja.
Los Guardias Civiles de Andorra recibieron el aviso de la Central Operativa de Servicio (COS), pero los agentes que se encontraban de guardia desconocían la ubicación exacta del lugar. Uno de los agentes telefoneó a un amigo y se ofreció a llevarlos hasta el lugar en su propio vehículo Hasta allí, según consta en el mismo informe, se desplazaron "la persona voluntaria en su vehículo, cuatro guardias civiles en el vehículo oficial y otros dos Guardias Civiles del Equipo Roca".
"Las luces encendidas"
Los tres vehículos entran en el camino juntos. Sin embargo, antes de llegar al paraje donde se produjeron los dos disparos, "observan un vehículo estacionado con las luces encendidas junto a una casa de campo". Un oficial de la Guardia Civil ordena al equipo Roca verificar este vehículo y los otros dos coches se alejan y continúan hasta el lugar donde se alertó de los disparos.
Al llegar al paraje, los guardias civiles pidieron al voluntario que abandonara el lugar "por motivos de seguridad". Los guardias rastrean la zona sin "observar ninguna anomalía". Inmediatamente después se desplazan hasta el lugar donde se habían dirigido los dos compañeros del equipo Roca y observan que el vehículo está "con las luces encendidas". Uno de los fallecidos, Víctor Romero, está "tumbado en el suelo junto a la puerta del conductor". En el suelo, junto a a puerta trasera del copiloto, se encontraba el cuerpo de Víctor Caballero.
Los agentes subieron a sus compañeros, que aún mantenían un hilo de vida, en cada uno de los coches y los desplazaron hasta el centro de salud de Andorra, donde fallecieron. En el momento en el que el último vehículo salía de la zona para ir al hospital, llegó otra patrulla para recoger al padre de Iranzo, que seguía escondido en la zona desde que Igor el Ruso asesinó a su hijo. También lo trasladaron al centro de salud.
El informe recoge que, una vez que los dos guardias civiles y el padre de Iranzo estaban en el hospital del pueblo, volvieron al lugar de los hechos para trasladar al cuerpo sin vida de Iranzo. Los guardias civiles decidieron acceder a la finca de nuevo y no esperar a ninguna ambulancia "ante la posibilidad de que el autor de los disparos estuviera presente en la zona".
Pero Igor el Ruso ya estaba camino de Valencia, donde pretendía llegar tras este triple crimen. Él mismo confesó ante la juez que se le pinchó una rueda y que, por tanto, no pudo continuar su viaje. Había bebido y, por eso, se quedó dormido al lado del vehículo. Según las pesquisas, en el momento de ser detenido llevaba las "dos pistolas oficiales marca Beretta" que pertenecían a los guardias que había asesinado, así como "sus cargadores reglamentarios, cinturón de doble cuerpo oficial de la Guardia Civil con los grilletes oficiales, una defensa extensible y dos chalecos oficiales" del Equipo Roca. Antes de emprender la huida, el asesino registró al menos a una de sus víctimas y le robó la documentación "profesional, su cartera y documentos privados".