La presidenta de la Comunidad de Madrid no tiene pensado presentar su dimisión porque cree que no hay ningún motivo para hacerlo. Cristina Cifuentes se siente víctima de una cacería política por haber intentado limpiar su partido e insiste en que ella presentó personalmente su trabajo fin de máster en el campus de Vicálvaro, aunque no recuerda quiénes eran las personas que formaban parte de su tribunal ni los ha buscado para que ratifiquen su postura.
El Partido Popular de Madrid no se ha puesto de acuerdo con Ciudadanos para pactar una comisión de investigación para analizar el caso que amenaza a Cifuentes. Los conservadores creen que el partido de Albert Rivera no apoyará la moción de censura presentada por el PSOE. "Sería su muerte política", consideran. Sin embargo, la dirección nacional del PP ha decidido tomar las riendas de la crisis para intentar destensar la cuerda y evitar por todos los medios tener que sacrificar a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
La línea roja que la dirección nacional del PP no está dispuesta a traspasar es entregar la Comunidad de Madrid a sus adversarios. "El PP es un partido de Gobierno", resume un miembro del Comité de Dirección del partido conservador, por lo que entre todos los escenarios posibles Génova no contempla que la moción de censura de los socialistas prospere.
Cifuentes siente el cariño de su partido y sobre todo el del presidente. Mariano Rajoy convocó a todos sus barones autonómicos el sábado a mediodía para almorzar juntos y allí volvió a mostrar su respaldo a la presidenta madrileña. El líder del PP se sentó entre el anfitrión Juan Manuel Moreno y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que tuvo que explicar que él no desconfía de su compañera de partido.
A la presidenta madrileña no le hizo ninguna gracia que el gallego, al que considera un amigo, dijera que "no ha dicho la verdad" si no hay un título expedido por la Universidad. De hecho, hubo personas cercanas a ella que le preguntaron a Feijóo por el asunto en los pasillos del congreso y él tuvo que defenderse enseñando en su móvil la literalidad de su frase, que considera que fue sacada de contexto.
La presidenta del PP de Madrid cuenta con el respaldo absoluto apoyo de la 'número dos' del PP, María Dolores de Cospedal, que pidió el viernes a todos los militantes que se congregaron en Sevilla cierre de filas en torno a la baronesa madrileña.
Víctima de una operación política
La jefa del Ejecutivo madrileño acudió el viernes por la noche a una cena cóctel con todos los miembros de la federación madrileña que acudieron a Sevilla. Allí ella misma les explicó que se siente víctima de una operación política por su tolerancia cero con la corrupción y les reconoció que piensa luchar con uñas y dientes por defender su honorabilidad.
Cifuentes cuenta, de momento, con el respaldo tácito de la dirección nacional. Sin embargo, en Génova han saltado todas las alarmas porque el hiperliderazgo de la presidenta no ha permitido despuntar a ningún delfín con el que ahora pudieran contar si finalmente la líder no puede salvarse. El coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, midió mucho sus palabras este lunes a la hora de defenderla y recordó que "los madrileños se merecen un Gobierno estable. Por eso todos tenemos que hacer un ejercicio de responsabilidad". En ese "todos" se incluye también a Cristina Cifuentes.
La Operación Murcia
En el Partido Popular se han cansado de que Ciudadanos se "cobre cabezas" de presidentes autonómicos y recuerdan que el caso de Murcia no tiene nada que ver con el máster de Cifuentes. "Ella no está imputada por nada y no es Pedro Antonio Sánchez". De momento, la estrategia de Génova es retratar a Albert Rivera para que sus propios votantes se den cuenta de que "son puro márketing político". Sin embargo, el tiempo apremia y la Mesa de la Asamblea ya ha aceptado la moción de censura, que se celebrará antes del 7 de mayo.
PP y Cs tienen por delante ahora otro agónico mes para ver cuál de las dos formaciones es capaz de derribar al contrario. Los dos partidos son formaciones aliadas y rivales a la vez, y ninguno de sus dirigentes lo olvida. Por eso les resulta muy difícil mantener ese equilibrio para no romper las relaciones del todo. Quién ganará la partida es todavía una incógnita.