Mariano Rajoy tenía un objetivo este fin de semana en Sevilla: levantar la moral a los militantes de base de su partido. Y lo intentó, aunque la mayoría de los afiliados que se congregaron en Andalucía para escuchar a su líder volvieron a sus respectivas regiones con las mismas dudas con las que llegaron: Ciudadanos es el enemigo a batir "pero no sabemos cómo frenarles".
Escándalos como el que ha protagonizado Cristina Cifuentes en las últimas semanas "no ayudan" a que los conservadores puedan cortar el trasvase de votantes que ya dicen abiertamente que su opción favorita es Albert Rivera. De hecho, cargos del PP que en 2019 tienen que medirse en las urnas critican la forma con la que la presidenta madrileña ha gestionado su crisis política y la culpan de "intentar salvar su pellejo aunque sea a costa de arrasar la imagen del partido".
"Vino el viernes para hacerse una foto con Rajoy, acaparando todas las portadas. El sábado tuvo su ovación y el domingo se vende como una víctima de una cacería perpetrada por el PSOE. Pero ella no piensa en la imagen que transmitimos como Partido Popular", resume un dirigente autonómico que sufre en sus propias carnes el desgaste del partido.
Cifuentes tuvo en la Convención lo que buscaba: el apoyo oficial de la cúpula del PP. Mariano Rajoy se abrazó con ella en la inauguración y la secretaria general, María Dolores de Cospedal, pidió a todos un cierre de filas en torno a su figura. Pero el futuro de la baronesa madrileña todavía no está escrito.
"No podemos mostrar la mínima debilidad"
Las últimas informaciones que apuntan a que un profesor vinculado al PSOE podría ser el filtrador de la información que ha destruido su imagen han servido para insuflar ánimo al PP de Madrid, que intentó transmitir durante todo el fin de semana una imagen de partido unido y fuerte pese a la adversidad. "No podemos mostrar la mínima debilidad o estaremos muertos", reconocía un miembro de la cúpula del partido madrileño.
El número dos del Ejecutivo y del PP madrileño, Ángel Garrido, cumplió años este fin de semana en Sevilla. Fue el escudero de la presidenta madrileña durante las 48 horas que estuvieron en Andalucía. Él se descarta categóricamente de la sucesión y su único objetivo es defender la honorabilidad de su jefa. Sin embargo, su nombre suena en todos los estamentos del partido cuando se habla del final político de Cifuentes. Sobre todo, porque están convencidos de que Ciudadanos exigirá su dimisión.
La mayoría en el PP cree que Rivera no apoyará la moción de censura presentada por el PSOE pero que exigirá a Génova sacrificar a Cifuentes. En la organización madrileña se resisten a creer aún que Rajoy esté dispuesto a entregar la cabeza de Cifuentes a Rivera. Sin embargo, crece la sensación de que se cierra la etapa de Rivera y que Garrido es "el único" candidato posible para "salvar los muebles hasta la primavera de 2019", cuando habrá de nuevo elecciones en la Comunidad de Madrid.
Hombre de su máxima confianza
Discreto y educado, Garrido es un hombre de la máxima confianza de Cristina Cifuentes y amigo personal de la presidenta. Cuando la hoy presidenta era delegada del Gobierno lo eligió como su director de campaña para luchar por la presidencia de la Comunidad de Madrid. Garrido es uno de los tres hombres que negoció el pacto con Ciudadanos una vez que el PP consiguió ganar, pero sin mayoría suficiente para gobernar.
Ingeniero de Minas de profesión, fue presidente del Pleno del Ayuntamiento de Madrid cuando Ana Botella era alcaldesa. Político por vocación, ha presidido las Juntas de Distrito de Latina, Usera y Chamberí, Villa de Vallecas y Retiro, además de tener acta de concejal en Pinto.
Con la llegada de Cifuentes a la Puerta del Sol, Garrido se convirtió en consejero de Presidencia, Justicia y portavoz del Gobierno. El "hombre con más poder" del Ejecutivo madrileño que podría convertirse en presidente de la Comunidad si Cifuentes acaba teniendo que salir.