Quim Torra será el 131 president de la Generalitat. Ni sus tuits ni sus artículos de marcado carácter xenófobo y racista y que parecen mostrar una evidente sintonía con los postulados tradicionales de la ultraderecha nacionalista han supuesto ningún obstáculo para que los diputados de JxCAT y ERC voten "sí" ni para que los cuatro diputados de la CUP, decisivos, se abstengan a su favor. En esta segunda votación tan sólo era necesaria una mayoría simple –más síes que noes– y Quim Torra la ha obtenido por sesenta y seis votos a favor, sesenta y cinco en contra (Ciudadanos, PSC, PP y Catalunya en Comú-Podem) y las cuatro abstenciones de la CUP. La cuenta atrás para el fin del 155 ha empezado.
Tanto Inés Arrimadas, líder del grupo parlamentario de Ciudadanos, muy beligerante y especialmente incisiva en su intervención, como Miquel Iceta, líder del PSC, han parecido albergar ninguna duda de que su presidencia será corta y de que Torra convocará elecciones anticipadas, a instancias de Carles Puigdemont desde Berlín o Bruselas, en el plazo de cinco meses. La fecha tiene una explicación: cinco meses es el plazo de tiempo que se espera que tarde el Tribunal Supremo en dar el disparo de salida para el juicio a los consejeros y el resto de líderes del proceso separatista encarcelados.
Durante la segunda sesión del debate de investidura, TV3 ha conectado en diversas ocasiones con el despacho de Carles Puigdemont en Berlín. El bautizado por el independentismo como "presidente legítimo en el exilio" parecía tomar notas mientras escuchaba el discurso de investidura de Quim Torra. El mensaje de la televisión pública catalana, en connivencia con Carles Puigdemont, parece claro. El presidente “legítimo” supervisará y fiscalizará al presidente “efectivo” durante toda su presidencia. La pantalla dividida de TV3 ha llamado mucho la atención en las redes sociales.
En su segundo discurso de investidura, Quim Torra ha parecido suavizar las formas mostradas durante su alocución del sábado para centrarse en la exposición de su programa de Gobierno, en realidad el programa electoral de JxCAT con alguna adición pensada para contentar a la CUP. Sus apelaciones a la diversidad de la sociedad catalana, posteriormente repetidas por Sergi Sabrià de ERC, parecían por su parte diseñadas para contrarrestar las acusaciones de supremacismo que se han volcado sobre él desde que se conoció que era el escogido por Carles Puigdemont para implementar la segunda fase del proceso separatista.
Tras la investidura de Quim Torra se abre el plazo para el desmantelamiento del 155 en Cataluña. Un desmantelamiento que no llevará, previsiblemente, demasiados días ya que han sido sólo seis los altos cargos enviados por el Gobierno español a Cataluña durante los últimos meses para controlar la gestión de la Generalitat y que ese control no ha incluido TV3 ni la educación, y sólo de forma muy tangencial los Mossos d'Esquadra o el sistema de ayudas a los medios de comunicación privados de estricta obediencia independentista.
La primera medida concreta de Quim Torra como presidente será la instalación de un gran lazo amarillo en la fachada del palacio de la Generalitat. Una medida que el ya presidente consideró durante una entrevista en TV3 "un gesto simbólico importante"
La segunda, la retirada de la demanda presentada por la Generalidad del 155 contra Artur Mas frente al Tribunal de Cuentas por la organización del referéndum ilegal del 9-N. En esa demanda, la Generalidad reclama al expresidente catalán y al resto de miembros de su Gobierno (entre ellos Irene Rigau, Joana Ortega, Jordi Vilajoana o Francesc Homs) los 5,2 millones de euros que costó la convocatoria del referéndum. Una demanda que Torra calificó el sábado de "ignominiosa" y que caerá ahora en el olvido.