No han sido muchas las propuestas concretas mencionadas por Quim Torra durante las dos sesiones de su debate de investidura en el Parlamento de Cataluña. De hecho, se da por seguro que Torra se limitará a actuar como testaferro y avatar en Barcelona de los intereses de Carles Puigdemont.
Pocos en el bloque independentista se atreven a aventurar cuáles podrían ser los primeros pasos de Torra. La impresión general entre bastidores es que esos pasos dependerán por completo del futuro judicial de Carles Puigdemont. Lo que sí parece claro es que a Cataluña y al Gobierno central le esperan cinco meses muy calientes, hasta que comience a juzgarse a los protagonistas del procés.
De la indefinición de Torra da fe que una de las únicas propuestas que ha mencionado durante los últimos días es colgar un lazo amarillo de la fachada del Palacio de la Generalidad. Un gesto que Torra –a la espera de la firma de su nombramiento por parte del Rey y de Mariano Rajoy– calificó de "simbólico e importante". También tiene intención de colocar lazos amarillos en algunas de las sillas del Gobierno en solidaridad con los que el nacionalismo llama "presos políticos".
Otras medidas tendrán mayor empaque y, sobre todo, consecuencias en la práctica. Por ejemplo, la consistente en retirar la demanda que la Generalidad controlada por el 155 ha presentado frente al Tribunal de Cuentas y por la que se le reclaman a Artur Mas y al resto de responsables del referéndum ilegal del 9-N los 5,2 millones de euros que costó su convocatoria. Una Administración liberada del 155 y de nuevo en manos de JxCAT y ERC puede, efectivamente, retirar esa demanda, lo que dejaría el futuro judicial de Mas prácticamente limpio de polvo y paja.
Una presidencia cargada de gestos simbólicos
Fuentes cercanas a la cúpula del PP catalán reconocen que su impresión sobre los posibles primeros pasos de Quim Torra al frente de la Generalidad son, a día de hoy, una incógnita. Pero coinciden con las informaciones que manejan también en ERC. "Es previsible que intenten volver en el tiempo a la situación previa a la aplicación del 155. Eso implica revertir los ceses decididos por el Gobierno central y anular los cierres de los chiringuitos nacionalistas clausurados. Es también probable que una de sus primeras medidas sea la creación de la llamada 'comisión del 155', cuya misión será estudiar el impacto que ha tenido la aplicación del 155 en la Administración y las finanzas catalanas", señalan los populares.
De lo que no parece caber ninguna duda es de que las primeras semanas de la presidencia de Quim Torra estarán cargadas de simbolismo para tensar al máximo posible la relación con el Gobierno central. Y eso puede incluir una reactivación de unos CDR controlados por la CUP y que durante los últimos días han permanecido sospechosamente pasivos.
Torra viajará mañana miércoles a Berlín para reunirse con Carles Puigdemont, al que el nuevo presidente de la Generalidad llama "el presidente legítimo", y escenificar así la presidencia dual: gestión del día a día desde Barcelona y líneas maestras e internacionalización del enfrentamiento con el Gobierno central desde Berlín. Ambos comparecerán a las 16:00 de este mismo miércoles en una rueda de prensa conjunta donde se espera que dibujen las líneas maestras de la presidencia de Torra y el papel del Puigdemont en ella.
"Mientras Puigdemont esté en Berlín esto va a ser mayoritariamente simbólico, lo cual no deja de ser grave y ofensivo. Luego, el independentismo tensará de nuevo la situación en otoño, que se prevé caliente por los juicios por el procés. Quién sabe si decidirán volver a elecciones, con Puigdemont como mártir en Estremera", añaden las mismas fuentes del PP. "No olvidemos que las finanzas siguen intervenidas porque no dependen del 155 sino de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Además, todavía estamos ejecutando el Presupuesto de Puigdemont de 2017. Y eso será así hasta que presenten uno nuevo", aseguran.
A la espera de unas municipales clave
Pero no todo depende de Carles Puigdemont. Los intereses del segundo pilar del gobierno de Quim Torra, la ERC de Oriol Junqueras, pueden no coincidir con los de Puigdemont, JxCAT y la CUP. Y, de hecho, en algunos casos son radicalmente opuestos. Porque si a alguien amenaza el enquistamiento del mito martirológico puigdemontista es a unos republicanos a los que los sondeos de intención de voto anuncian pérdidas por el centro en dirección a Puigdemont, pero también por la izquierda en dirección a la CUP.
Las elecciones municipales serán clave. Con Puigdemont convertido en el líder espiritual del procés y el PDeCAT destruido, las municipales, y muy especialmente las de la ciudad de Barcelona, son la esperanza de ERC para recuperar algo de la centralidad mediática perdida desde que Junqueras languidece en Estremera y Puigdemont aprovecha con entusiasmo estajanovista todos sus resortes mediáticos. Y entre ellos el más poderoso de todos: el de TV3.
TV3 es, finalmente, otro de los terrenos en el que se espera que el gobierno de Quim Torra ponga más énfasis. Señal de ello es que el debate entre JxCAT, PDeCAT, Carles Puigdemont y ERC para determinar quién controlaba TV3 y la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, cuando ni siquiera se conocía el nombre del candidato a la presidencia, fue el más caliente de todos los que se produjeron para la formación de gobierno. TV3 y, en menor medida, Catalunya Ràdio ponen y quitan presidentes y ganan y pierden elecciones en Cataluña, y su control es clave para el independentismo.
Lo resume otro buen conocedor de lo que se cuece en el horno del bloque independentista desde su atalaya como antiguo líder de una de las asociaciones civiles que más batalla ha presentado contra el régimen nacionalista: "Lo que van a a hacer creo que está muy claro: desarrollar las llamadas estructuras de Estado. Hacienda propia, internacionalización del conflicto, embajadas, comunicación, TV3, seguir regando de subvenciones a más empresas privadas. Y, sobre todo, pensar en las elecciones municipales. Los ayuntamientos son la clave. Y en especial el de Barcelona".