“Como traigan aquí a Paquito, se va a liar una buena. El 20 de noviembre, no vamos a caber en la carretera”, dice un conductor de autobús uniformado. Camisa azul de manga corta y pantalón oscuro, se arrima a las tapias del cementerio de El Pardo para escapar del sol de mediodía.
Pedro Sánchez se ha comprometido. Asegura que sacará a Francisco Franco del Valle de los Caídos antes de que muera la legislatura. Y este lugar, en concreto la cripta donde yace su esposa, Carmen Polo, es a ojos de los expertos “el destino más adecuado”. El expediente de este pequeño mausoleo, custodiado por el Archivo de Villa, revela que fue construido debido a "circunstancias imprevisibles y de urgencia". Corría 1969. ¿A qué "circunstancias" se refería? ¿A una posible muerte repentina del dictador?
A unos metros de la entrada, se levanta una capilla de piedra. La puerta está cerrada. Al otro lado del cristal, una docena de bancos, un altar de mármol y un cristo de madera. Bajo tierra, en una cripta, la tumba de la mujer de Franco. El edificio en su conjunto es público, igual que todo el camposanto, pero la catacumba fue cedida en régimen de exclusividad a la familia Franco desde su construcción, a principios de los setenta. Sólo ellos tienen acceso. Este diario ha preguntado al Ejecutivo de Manuela Carmena si Madrid continúa pagando la manutención del habitáculo, pero no ha recibido respuesta.
El cementerio de El Pardo, en palabras de uno de sus extrabajadores, es el de “los pijos”. “El único en España con estas dimensiones tan pequeñas que permite la circulación de los coches en su interior”, relata esta fuente. Se encuentra a unos metros de la colonia de Mingorrubio -como popularmente se conoce también a la cripta-, construida por el régimen para alojar a los miembros de la escolta de Franco.
"El sitio más adecuado para Franco"
El Comisionado para la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid recorrió los lugares de la capital que encarnan símbolos relacionados con la guerra civil o la dictadura. Uno de ellos fue este cementerio, ahora en obras y repleto de avispas. “Dijimos por escrito que es el sitio más adecuado para trasladar a Franco”, confirma a EL ESPAÑOL uno de los miembros de este órgano. También influyen los demás difuntos presentes, varios de ellos íntimos amigos de Franco, como los presidentes Luis Carrero Blanco y Carlos Arias Navarro.
La cristalera oscura de la puerta a la izquierda de la capilla deja entrever unas escaleras. La luz, apagada. El techo que acompaña los escalones hasta la cripta de los Franco está cubierto por un mosaico azulado. En el sótano, otra capilla. Similar a la que luce a ras de suelo, aunque algo más pequeña. La lápida de Carmen Polo (1900-1988) menciona a su marido y su título de señora de Meirás. La simbología es exclusivamente religiosa. No hay águilas, tampoco yugos y flechas. Tan sólo, en el techo, el alfa y el omega, el “Dios como principio y fin”.
La versión de la familia Franco
Esta cripta dispone de espacio para diez tumbas más y su acceso está restringido al público. De ahí que el Comisionado lo viera “adecuado”. “La familia no ha considerado esta opción porque no se va a poner el parche antes de que se produzca la herida”, dice Francis, nieto de Franco, en conversación con este diario. Su madre, recién fallecida, fue finalmente enterrada en el nicho familiar de la catedral de La Almudena. Un portavoz de la fundación Francisco Franco se muestra tajante: “¡Sólo puede estar ahí! Este país está lleno de odio, en cualquier otro lugar lo profanarían y lo echarían a los cerdos. Si esto sigue así, ¡tendrá que hablar el Papa”.
El debate jurídico es complejo. Pedro Sánchez ya ha jugado su baza: le apoyan los nacionalistas, Podemos y Ciudadanos. El PP se abstiene. La última palabra, en cualquier caso, la tendrá la abadía benedictina que gobierna el Valle desde mayo de 1958. El arzobispado de Madrid podría mediar, pero la Orden que reside en El Escorial responde ante su máxima autoridad en Francia, y por ende, ante el Vaticano. El PSOE todavía no se ha puesto en contacto con los Franco. “Si el Gobierno nos llama, les diremos que no, esta postura ya se la hemos trasladado a los benedictinos por medio de esta carta”, apostilla Francis Franco.
Antes de morir, Franco nunca especificó dónde quería ser enterrado. Paul Preston, en uno de sus libros, apunta una conversación que el dictador mantuvo con el arquitecto del Valle el día de su inauguración, el 1 de abril de 1959. “Méndez, yo ahí, eh”. Algo a lo que la familia no otorga credibilidad. La fundación que lleva el nombre del general sublevado en julio del 36 asegura que la inhumación en Cuelgamuros fue idea del rey. Pero, ¿y la cripta de Mingorrubio? ¿Por qué ordenó fabricarla?
Los secretos de Mingorrubio
La respuesta, también la leyenda y el misterio, están anclados en el Archivo de Villa. Allí descansan los expedientes de construcción de esta cripta que casi nadie visita. “El día del aniversario, viene un administrador de la familia, deja una corona de flores y se va”, cuenta un extrabajador del cementerio de El Pardo. “Los gerifaltes del régimen sí que reciben las oraciones de algunos nostálgicos. Llegan, rezan un padre nuestro, echan alguna flor...”.
En 1969, el Ayuntamiento de Madrid, dirigido entonces por Carlos Arias Navarro -enterrado a unos metros de la esposa de Franco-, acordó la construcción de la cripta por un total de siete millones de pesetas. Mencionó “la prevención del paro obrero”. En ese primer apunte, el régimen avisó en clave interna: “Dada la urgencia con que se precisa llevarla a cabo (…) y el destino de la misma”. ¿Por qué era tan “urgente”? Franco ya tenía casi 77 años. El Valle de los Caídos había sido inaugurado hacía una década, pero él nunca contempló enterrarse allí. Entonces, ¿barajó la opción de Mingorrubio? En ninguno de esos papeles consta a qué se refería aquella “urgencia”, pero el segundo expediente, que avanzó Madridiario en 2016, aporta datos relevantes.
El Consistorio capitalino debía licitar la obra. En un principio, se acordó la presentación de varias propuestas y la adjudicación a la más económica, pero el régimen presionó y aquello voló por los aires. La excusa fue la siguiente: “Circunstancias imprevisibles demandan una inmediata ejecución que no da lugar al desarrollo de los trámites licitatorios”. Otra vez la misma pregunta: ¿cuáles fueron esas “circunstancias imprevisibles” que forzaron el adelantamiento de la obra de Mingorrubio?
El periodista Rufo Gamazo, entonces mano derecha del alcalde Arias Navarro, desveló una conversación entre Franco y su esposa. “¿Te ha gustado, Carmen?”, preguntó el dictador. Ella respondió: “No, me ha parecido muy lujosa”. Se referían a esta cripta, cerrada a cal y canto pocos días después de que Pedro Sánchez asegurara la exhumación para esta legislatura. Si Franco recala en la cripta de Mingorrubio, bromea el conductor del autobús a la salida, las peregrinaciones del 20-N podrán utilizar el transporte público: “Pasamos cada veinte minutos”.