El ala liberal del PP ha dado un paso al frente tras permanecer años acantonada en sus cuarteles de invierno: los que ha durado el imperio marianista. Su reaparición viene respaldada por todo un programa político de regeneración: 76 páginas que suponen una enmienda a la labor de los gobiernos de Rajoy y que pide más democracia interna, con medidas como "la sustitución del actual sistema de compromisarios por el de un militante un voto".
El documento, coordinado por el expresidente balear José Ramón Bauzá y el exconsejero de Economía madrileño Percival Manglano, supone un aldabonazo en el actual proceso para elegir al sucesor de Rajoy. Constata, de entrada, la "clara desconexión entre los españoles y el PP", que atribuye al alejamiento de los principios que han inspirado al partido. "La gestión de la crisis económica se ha dirimido en términos contrarios a los postulados que defendemos", denuncia. Y asegura que la necesaria regeneración "ha sido relegada a un segundo plano en favor de una gestión gubernamental gravemente desideologizada".
Los "miembros de la corriente liberal del PP", como se denominan, reclaman en su programa una vuelta a "los principios y valores fijados en el año 1989 y parcheados desde entonces". Piden, en cuatro palabras, "más libertad y más España", y levantan viejas banderas del PP que fueron guardadas durante los mandatos de Rajoy, como la rebaja y eliminación de impuestos (patrimonio y sucesiones), la reducción del gasto público y de la deuda, la libertad de horarios comerciales o el cambio del sistema de elección de miembros del Consejo General del Poder Judicial.
Contra la socialdemocracia y el nacionalismo
Pero el programa también incluye iniciativas novedosas para promover el debate y la transparencia en el PP, como fijar una convención política anual "al más puro estilo británico", crear un internet para los afiliados con el que cohesionar a las bases y plantear consultas, o actualizar el censo anualmente para evitar situaciones como la actual, en la que se calcula que apenas un 10% de los 800.000 militantes está al corriente de sus cuotas y puede votar en los procesos congresuales.
Otra de las medidas que plantea el documento es la derogación de la ley de memoria histórica, con el argumento de que ha sido "un instrumento del pensamiento guerracivilista para reintroducir en España los sentimientos de odio y enfrentamiento". Y plantea "luchar contra los nacionalismos" partiendo de la autocrítica: "Hay ciertos sectores de nuestra formación que entienden que la idiosincrasia particular de ciertos territorios españoles es real", y pone como ejemplo los bandazos dados en Baleares.
"Habría que acabar con el chantaje al que han tenido sometidos los nacionalistas a todos y cada uno de los gobiernos españoles, incluso a los que lo han sido por mayoría absoluta", se insiste, al tiempo que se reclama la centralización de competencias en materia educativa y el cierre del grifo para financiar actividades en favor del separatismo.
En definitiva, el planteamiento de los liberales es darle la vuelta al PP de Rajoy como a un calcetín para, lejos de hacer caso a aquellas palabras suyas de 2008 -"si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya"-, devolver a la formación a una senda más alejada de la socialdemocracia y del intervencionismo de la que se ha transitado estos últimos años.