No escogió el PSC el mejor día para romper la unidad, hasta este jueves granítica, del bloque constitucionalista (Ciudadanos, PSC y PP) en el Parlamento autonómico catalán. A sólo unas horas de la reunión entre el presidente del Gobierno y Quim Torra, y el mismo día en que los partidos independentistas aprobaban una moción de apoyo a la resolución independentista del 9 de noviembre de 2015 suspendida por el Tribunal Constitucional, el PSC presentó una moción en la que se pide "abrir una etapa de diálogo con el Gobierno de España para llegar a pactos y acuerdos que den salida a las necesidades políticas, económicas y sociales de la población de Cataluña".
La moción, que asume el lenguaje y el relato del separatismo y que confunde la parte –la Cataluña separatista– por el todo –los ciudadanos catalanes– fue aprobada con los 89 votos de JxCAT, ERC, Catalunya En Comú-Podem y el PSC. En contra votaron Ciudadanos y el PP. También la CUP, aunque, como es obvio, por motivos muy diferentes a los de los grupos parlamentarios liderados por Inés Arrimadas y Xavier Albiol.
La ruptura de la unidad del bloque constitucionalista con una moción que encaja como un guante en el relato del separatismo encrespó los ánimos en el Parlamento. Eva Granados, portavoz del PSC, llegó a acusar a Ciudadanos de "vivir mejor con Mariano Rajoy" y hasta de querer aliarse con Puigdemont. La afirmación de Granados fue recibida primero con estupor en los escaños de Ciudadanos y, luego, con risas.
La prueba de que la moción del PSC no era una mera apelación abstracta e inocente al diálogo es que su punto tercero, en el que se le pide al Gobierno de Torra "trabajar por la reconciliación" y en el que se insta a garantizar que los medios de comunicación públicos –es decir TV3 y Catalunya Ràdio– "representen la pluralidad de la sociedad catalana" fue rechazado por JxCAT, ERC y la CUP.
A favor de ese punto tercero de la moción votaron PSC, Ciudadanos, PP y, sorprendentemente para muchos en la cámara autonómica, Catalunya en Comú-Podem. Sorprendentemente porque ese punto insta también a garantizar la inclusividad de las políticas culturales y lingüísticas, además del "carácter educador y crítico del sistema publico de educación". Una referencia nada velada al adoctrinamiento en las escuelas y a la discriminación generada por las políticas de inmersión lingüística. Dos tabúes de la política catalana que los comunes de Xavier Domènech no habían osado poner en duda hasta ahora.
El separatismo, en definitiva, sólo votó a favor del único de los tres puntos de la moción del PSC que encaja como un guante en su estrategia de confrontación y de búsqueda de una relación bilateral, "de Estado a Estado", entre el Gobierno autonómico catalán y el de Pedro Sánchez. Una estrategia a la que ahora se ha sumado el PSC.