Los últimos nombramientos y destituciones de Pablo Casado al frente del Partido Popular comienzan a dar muestras de la renovación "real" que le pidieron quienes le apoyaron durante las primarias del partido, sobre todo los más jóvenes.
Tras 30 años en las bambalinas de Génova, manejando los estudios, las encuestas y la estrategia en las campañas electorales durante los Gobiernos de Aznar y Rajoy, parecía imposible que Pedro Arriola, el "rasputín" del PP, abandonara el barco. Pero, según fuentes próximas al nuevo presidente Casado, lo hará. Eso sí, se trata de una salida negociada que ha partido de él mismo.
Lo llamativo es que lo haga prácticamente a la vez que su esposa, Celia Villalobos, la histórica diputada por Málaga, exvicepresidenta del Congreso de los Diputados, exministra de Sanidad y exalcaldesa de Málaga. A sus 69 años y después de toda la vida en puestos relevantes del partido, pasa a presidir la Comisión del Pacto de Toledo (la de las pensiones) y mantiene su escaño.
Crítica con Casado
Durante la dura campaña de primarias que enfrentó a Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría para hacerse con el poder en el partido, Villalobos fue crítica con el actual presidente del PP, a quien tachó de ser una copia de Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos y le auguró una corta carrera, afirmando que si ganaba se iría a "cargar cebollinos".
Ahora parece que la eterna política del PP, que procede de Alianza Popular y que nunca ha podido justificar sus supuestos estudios de Derecho, pasa a un segundo plano. Aunque tendrá que ocuparse de uno de los asuntos que más preocupan a los españoles: las pensiones.
Precisamente Celia Villalobos hizo unas manifestaciones el pasado enero respecto a las pensiones que fueron criticadas. En los desayunos de TVE afirmó que "hay ya un número importante de pensionistas que está más tiempo en pasivo, es decir cobrando la pensión, que en activo, trabajando". En ese sentido, Villalobos apostó por fomentar planes de pensiones privados.