Pedro Sánchez ya reconoce abiertamente en privado que no agotará la legislatura. El presidente del Gobierno baraja dos momentos para la convocatoria, según ha revelado en conversaciones recientes y reservadas con dirigentes de peso a cuyo contenido ha tenido acceso este periódico. El escenario que Sánchez cree en estos momentos más probable es el de unas elecciones antes del 26 de mayo, día marcado en rojo por otras tres convocatorias: las de las municipales, autonómicas y europeas.
El jefe del Ejecutivo se muestra en privado mucho más escéptico que en público sobre la elaboración de sus primeros Presupuestos Generales del Estado. No da por hecho ni siquiera el acuerdo con Podemos, con cuyo secretario general, Pablo Iglesias, mantuvo este jueves una reunión de la que tanto el líder morado como el Gobierno aseguraron salir satisfechos.
"Pedro cree que las negociaciones con Podemos pueden descarrilar por el gasto público", explican las fuentes consultadas. Iglesias reclama una batería de medidas sociales de impacto que, de capitalizarlas, resucitarían las expectativas de su formación política, muy debilitada desde hace meses tanto por la compra de su chalé junto a su pareja, la portavoz parlamentaria Irene Montero, y su posterior salida de escena por el nacimiento prematuro de los hijos de ambos.
Las fuentes consultadas recalcan que en el Ejecutivo todavía no hay una idea clara del margen del que dispondrá para superar la senda de estabilidad fijada por el PP. No puede modificar la actual, considerada poco realista incluso por Bruselas, que cree que es muy estricta y ha autorizado un mayor gasto. El cambio lo impide el veto del Senado, en mano de los populares, y el "filibusterismo" que Sánchez denuncia en PP y Ciudadanos, con mayoría en la Mesa del Congreso, donde el Gobierno propone cambiar la ley para precisamente no depender de una Cámara Alta que nunca levantará el bloqueo.
Los papeles económicos para la papelera
En otras palabras: en estos momentos, con las negociaciones ya iniciadas con Iglesias, el Gobierno ni siquiera sabe cuánto puede gastar, algo que complica enormemente el proceso mientras las ministras de Hacienda y Economía, María Jesús Montero y Nadia Calviño, hacen números en papeles que no saben si acabarán en la papelera. La situación genera altas dosis de ansiedad que el Ejecutivo camufla con gestos y sencillamente tratando de sobrevivir día tras día.
"Pedro confía en que, llegado el caso, podrá acorralar a Podemos con el argumento de que o apoya los Presupuestos o será el culpable del adelanto electoral", explican las fuentes consultadas. Pero incluso con Podemos a bordo tras ser puesto entre la espada y la pared hacen falta otros compañeros de viaje: los partidos nacionalistas e independentistas que lo hicieron presidente. Y el viento podría soplar en contra por la inflamada situación en Cataluña, que espera el juicio y la sentencia del Tribunal Supremo sobre los líderes del procés.
El presidente del Gobierno "asume que es muy posible que haya elecciones antes del 26 de mayo" y que el fracaso del propio Presupuesto se convierta en el primer argumentario de campaña para pedir a la ciudadanía más votos y escaños con los que llevar a cabo su acción de Gobierno. Las elecciones podrían celebrarse a finales del primer trimestre.
El incierto plan b
Sánchez no pretende ya agotar la legislatura y ni siquiera se plantea apurar 2019. Incluso aunque sobreviva a los próximos meses. Y de ahí el plan b electoral que ha revelado recientemente en privado: unas elecciones poco después del 26-M. El presidente es optimista sobre el resultado de esos comicios.
El PSOE dispone de prometedoras encuestas para sus feudos autonómicos, empezando por Andalucía, se conforma con que las grandes ciudades no sean recuperadas por la derecha y sigan en manos de las coaliciones que lidera Podemos y cree que ganar las europeas está al alcance de la mano aunque sólo sea por la división de la derecha.
El fin del ciclo electoral durante otros cuatro años (exceptuando las autonómicas catalanas, vascas y gallegas) y haber logrado seguir a flote un año después de la moción de censura darían argumentos a Sánchez para, entonces sí, pedir una mayoría holgada a la sociedad española, según explican las fuentes consultadas. Pero de aquí a ese momento hay demasiados puentes que cruzar y Sánchez cree más probable tener que llamar a las urnas antes, tan solo ocho o nueve meses después de mudarse a la Moncloa.
El presidente confía en que Susana Díaz mantenga la Junta de Andalucía y que, aunque Ciudadanos suba un poco, eso sirva para frenar la recuperación del PP. Todo a pesar de que las voces menos optimistas temen en el PSOE que Pablo Casado y Rivera logren una competencia virtuosa que, al final, amplíe la base del centro derecho y les dé en conjunto la mayoría social de la que ahora no disponen por los pelos.
El presidente del Gobierno pensó en un primer momento que a Casado no le convendrían unas elecciones muy pronto para tratar de forjar su propio proyecto y equipos, pero asume ya que actuará como ariete constante, "con todos los recursos a su disposición y con una estrategia basada sobre todo en la economía y en Cataluña".
La consolidación de los nuevos partidos como opciones estables es la gran incógnita que falta por despejar en un ciclo electoral que medirá cuánto tienen de coyuntural. En ese sentido, a Sánchez también podría convenirle que Unidos Podemos no baje demasiado, ya que sin él, su permanencia en la Moncloa corre aún más peligro.