Desde la adhesión a la UE en 1986, la antigua Convergència -metamorfoseada ahora en el PDeCAT- ha ejercido como la voz de España en la familia liberal europea, tanto en el partido ALDE como en su grupo en la Eurocámara (y sus antecesores). Una adscripción que le concedía una influencia en los debates europeos superior a su peso político real en la política española. La excoordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, llegó a ser vicepresidenta de ALDE -siglas que significan Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa- entre 2015 y 2017.
Sin embargo, la cotización de la antigua Convergència en la UE había empezado a perder puntos ya en 2012, cuando el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, lanzó el proceso independentista. De ser considerado un partido europeísta de fiar, cuyos líderes tenían interlocución directa al máximo nivel en Bruselas, se ha convertido progresivamente en una fuerza apestada en Europa. Los dirigentes comunitarios cerraron las puertas al propio Mas desde 2012 y nunca aceptaron recibir al expresidente Carles Puigemont, ahora fugado en Bélgica. Su sucesor, Quim Torra, ni se atreve a pedir entrevistas con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, o el de la Eurocámara, Antonio Tajani.
Además, desde las elecciones de 2014, la antigua Convergència se ha encontrado con la competencia de Ciudadanos, que también está adscrito al grupo y al partido ALDE. El eurodiputado del PDeCAT, Ramon Tremosa, trató de bloquear sin éxito -y con la ayuda del PNV- la entrada en la familia liberal europea del partido de Albert Rivera. Pero ALDE ha acogido con los brazos abiertos a la formación naranja, ya que confía en su potencial electoral para ganar posiciones en los comicios de mayo de 2019. Luis Garicano fue elegido vicepresidente de ALDE en 2016. Y ha marginado progresivamente al PDeCAT, un aislamiento que podría desembocar en las próximas semanas en la expulsión de partido de Puigdemont de la familia liberal europea.
El PDeCAT tiene de plazo hasta el próximo 14 de septiembre para enviar a un representante a Bruselas que dé explicaciones sobre la deriva ideológica del partido hacia el nacionalismo excluyente, considerado incompatible con el ideario de ALDE. El partido de Puigdemont debe aclarar además su implicación en casos de corrupción, así como sus continuos cambios de nombre (el último podría ser la Crida Nacional per la República) que en la capital belga interpretan como una huida hacia adelante. Este ultimátum fue aprobado por la ejecutiva de ALDE celebrada el pasado viernes, según explican a EL ESPAÑOL fuentes del partido.
Una ruptura anunciada
Pero la ruptura abierta entre el PDeCAT y ALDE se remonta ya al referéndum ilegal del 1-O del año pasado. Durante el debate sobre la crisis catalana celebrado días más tarde en la Eurocámara, el líder del grupo liberal, el flamenco Guy Verhofstadt, sostuvo que la consulta carecía de legitimidad democrática. Pascal le acusó entonces de defender las mismas recetas que el PP. Durante su huida a Bruselas, Puigdemont ha contado con el apoyo logístico de los nacionalistas flamencos de la N-VA, adscritos al grupo euroescéptico Conservadores y Reformistas Europeos y enemigos declarados por Verhofstadt.
Las críticas de ALDE subieron de tono con la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat. "La retórica separatista del nuevo presidente catalán continua estando en firme contradicción con la Constitución española pero también con la voluntad de la mayoría del pueblo catalán. Es el momento del diálogo y la conciliación y no de más provocaciones y confrontación", escribió en su cuenta de Twitter el presidente del partido, el flamenco Hans Van Baalen. Fue precisamente en mayo cuando ALDE envió su primera carta a Marta Pascal pidiéndole explicaciones.
Desde Barcelona no llegó ninguna respuesta. El PDeCAT no había pagado su cuota a ALDE y tampoco participaba en las reuniones de su familia política europea. ALDE remitió un segundo aviso a mediados de julio y entonces el partido de Puigdemont sí contestó, pero fue para pedir más tiempo: había que esperar a que se resolviera el congreso del 21 y 22 de julio, que se saldó con la decapitación de Marta Pascal por las presiones del expresident fugado y su sustitución por David Bonvehí.
Tampoco Bonvehí ha respondido durante el mes de agosto a los requerimientos de ALDE. Así que al partido liberal europeo ya no le valen explicaciones por escrito. Exige que antes del viernes acuda a Bruselas un dirigente del PDeCAT para aclarar en persona la deriva independentista del partido, su implicación en casos de corrupción o sus cambios constantes de nombre.
En base a estas explicaciones (o a la falta de ellas, porque en Bruselas pocos confían en que el partido de Puigdemont acuda a la convocatoria), la ejecutiva de ALDE formulará una recomendación sobre si el PDeCAT debe o no ser expulsado. La decisión final tiene que ser votada por el consejo de ALDE, donde están representados los partidos adscritos de toda la UE. Y la votación se producirá probablemente durante la segunda quincena de octubre, según las fuentes consultadas. Es decir, poco antes del congreso que los liberales europeos celebran en Madrid del 8 al 10 de noviembre, en el que Albert Rivera ejercerá de anfitrión y que supondrá el pistoletazo de salida para las europeas de 2019.
Para ALDE, la presencia en sus filas de un partido nacionalista separatista y crecientemente euroescéptico como el PDeCAT le resulta cada vez más problemática, especialmente en un momento en el que ultima una alianza con La Republique en Marche! del presidente francés, Emmanuel Macron. "La lucha en 2019 será una lucha entre los populistas nacionalistas por un lado y una alternativa proeuropea", ha asegurado Verhofstadt en una entrevista este lunes. El partido de Puigdemont no encaja en este relato.
¿Qué hará el PDeCAT? Pese a la deriva hacia la eurofobia del expresidente catalán, el partido es consciente de todo lo que perderá si deja ALDE: un acceso directo a los partidos en el centro del espectro político de toda la UE, así como su legado histórico de los últimos 30 años. "Cualquier decisión que resulte en la salida de ALDE debe tomarse con especial cautela y con plena consciencia del sacrificio que una salida así puede comportar", asegura la ponencia política aprobada en el congreso de julio. De momento, el PDeCAT ha pagado su cuota a ALDE en el tiempo de descuento: lo hizo el 6 de septiembre, cuando el plazo vencía en abril.