En esta profunda y reposada conversación con EL ESPAÑOL, José María Aznar (Madrid, 1953) se muestra extremadamente pesimista con la inacción del Ejecutivo de Pedro Sánchez ante el golpe separatista y cree que esta situación “solo se puede enderezar” desde el espacio del centroderecha. El expresidente del Gobierno, retirado ya de la vida política activa, pide a los dirigentes actuales, Pablo Casado y Albert Rivera, que tomen conciencia de “la magnitud” de la tarea histórica que tienen por delante para que España no deje de ser nunca lo que fue.
La noche de su mayoría absoluta, en el año 2000, usted me dijo: "Hoy se ha terminado la Guerra Civil como argumento político". Dieciocho años después, parece que es mejor ensayista que profeta porque estamos con la exhumación de Franco, con el futuro del Valle de los Caídos y se acusa a Casado y a Rivera de ser franquistas.
Es curioso que eso lo protagoniza una generación que ni hizo la guerra ni padeció la posguerra. Es una buena pregunta porque, probablemente, la crisis económica vivida desde el año 2008 tiene algo que ver con ello. Y probablemente la falta de reacción de las democracias a lo que significa la revolución actual tiene mucho que ver. Por otra parte, la falta de convicciones y de ideas entre los partidos tradicionales de España, también.
De todas maneras, aunque se intente volver a esa dinámica no creo que se logre, porque quiebra un pacto que llegó antes. Es verdad que la izquierda española acepta muy mal la mayoría absoluta del año 2000 porque piensa que eso es suyo. Pensaban que el gobierno del PP era un paréntesis y cambiamos la mayoría social de España. Es decir, aquello que se decía de que España era un país de centro izquierda no era verdad. España era de izquierdas, pero se convirtió en un país de centroderecha.
Si se mira incluyendo la crisis del 2008 y el impacto que tuvo en España, si se compara con otros países, España es un país en el que han pasado relativamente pocas cosas desde el punto de vista de conflictividad social. Lo que ha pasado es la secesión.
En España hay un espacio moderado enormemente extenso, mucho más de lo que la gente se piensa. Y ese espacio bien organizado es capaz de recoger ese caudal. Ahora, que algunos radicales quieren volver a la Segunda República, ya se sabe. Que quieren volver a la Guerra Fría, ya se sabe. Que esos sean los nietos de aquellos que pelearon y se reconciliaron en la Transición es una cosa insólita. Que solo puedan vender eso, tampoco dice mucho de la trayectoria intelectual de la izquierda.
Intelectualmente, la izquierda es un páramo total. Y solamente plantea estas cosas para intentar sacar la cabeza.
Que algunos radicales quieren volver a la Segunda República, ya se sabe. Que quieren volver a la Guerra Fría, ya se sabe. Que esos sean los nietos de aquellos que pelearon y se reconciliaron en la Transición es una cosa insólita
¿El PSOE de Sánchez es recuperable para la causa de la estabilidad constitucional?
Yo quiero pensar que sí es recuperable, pero desde luego no con estas políticas y no con estas personas. Con lo cual, es una complicación. Yo ahí no pongo ninguna esperanza. Sólo se puede enderezar esta situación desde el espacio del centroderecha. Por eso es muy importante que los dirigentes del centroderecha español hoy, Pablo Casado y Albert Rivera, se den cuenta de la magnitud de la tarea histórica que tienen por delante y de lo que deben hacer.
Creo que los dos son muy sensibles en cuanto a lo que significa la Nación española y su continuidad histórica. Podrán competir por ver quién se queda con la primacía, pero en algún momento la refundación del centroderecha, planteada desde el punto de vista de la estabilidad democrática de España y del futuro democrático de España, tendrá que ponerse encima de la mesa. La refundación del PP es sólo una parte de la reconstrucción del centroderecha en España.
Pero usted mantiene que, sin los secesionismos nacionalistas del País Vasco y Cataluña, el populismo español sería una broma. Bueno, una broma que anda en el 16%, en el 18% y el 19% de intención de voto.
Sí, pero su principal amenaza viene por su complicidad con el movimiento secesionista. Yo creo que por sí solo ese populismo tiene un recorrido limitado en España. Dice usted que puede tener el 15% de los votos. Dependerá de cómo evolucionen otras fuerzas de izquierdas, en este caso el Partido Socialista. Pero no tiene más recorrido.
Dice en su libro que Felipe González y Mariano Rajoy recibieron "dos cheques en blanco". También hubo un tercer cheque en blanco: el que recibió usted en el año 2000.
No, porque yo me lo gané, que es distinto, después de una acción de Gobierno. A mí no me dan un cheque en blanco en 1996, me dan una mayoría en el año 2000 porque ha habido un período anterior que se valora positivamente.
A González le dan un cheque en blanco en 1982. Históricamente tiene su sentido: es la primera vez que la izquierda gobierna desde hace muchas décadas. Otra cosa distinta es el juicio de cómo se utilizó, pero era un cheque en blanco de 202 diputados. Que había que entrar ahí como yo entré, ver a los 202 diputados juntos y compararlos con lo pequeñitos que éramos nosotros con 105 escaños. Duró 13 o 14 años. Las cosas tienen su recorrido histórico.
Mariano Rajoy recibió también un cheque en blanco por la crisis económica y los errores de Zapatero. Los socialistas tenían la tarea de normalizar la Transición y la europeización de España. Al PP se le da un mensaje muy claro en el 2011: os damos un cheque en blanco para que enderecéis el rumbo del país, no solamente para que nos saquéis de la crisis económica. Los votantes, para eso, son muy inteligentes.
A mí no me dan un cheque en blanco en 1996, me dan una mayoría en el año 2000 porque ha habido un período anterior que se valora positivamente
Mantiene en su libro que "si bien desde el punto de vista económico las cosas han mejorado sustancialmente, es verdad que en el ámbito institucional el balance es muy distinto". Al leer ese párrafo el lector piensa que está a punto de entrar en uno de los pasajes más interesantes del libro, pero usted pone un punto y aparte y habla de otra cosa. ¿Por qué elude hacer balance de los años de Rajoy?
Porque no es el objeto del libro; pero es un hecho sabido que yo advertí al Gobierno de entonces y le di mi opinión de que sacar a España de la crisis económica era un objetivo muy importante. Pero el tema político que teníamos delante era todavía mucho más importante: el tema catalán, que iba a estallar. En aquel entonces no se consideró lo que iba a suceder y se concentraron todos los esfuerzos, donde se hicieron enormes méritos, en el tema económico, con buenas decisiones. En cambio, hubo una falta de acción política que ha tenido consecuencias negativas.
¿A qué cree que se debió esa falta de acción política?
Probablemente a que no se creía que Cataluña iba a avanzar rápidamente hacia la secesión, como así fue, o no se entendió correctamente cuál era el mensaje de los españoles porque se pensaba que la nave española no se había torcido, sino que sólo estaba azotada por una crisis económica. Yo no tenía esa visión, creía que el rumbo histórico del país se había torcido desde el año 2004 y había que enderezarlo. Ese es el mandato que dieron los españoles y creo que algunos de los problemas que ha tenido el PP nacen justamente de no comprender la totalidad de ese mensaje.
¿La elipsis que hay en el libro a este respecto no será consecuencia de lo mucho que le cuesta aceptar que en el año 2003, al designar a Rajoy como sucesor, se equivocó de persona?
En el año 2003 había mucha gente que pensaba que la persona que me sucedería iba a ser yo; pero no. Ahora sería imposible hacerlo de aquella manera, pero entonces era la primera vez que se hacía. Y había que establecer unas garantías de jerarquía para que funcionasen.
Yo no me refiero al método, sino al fondo de la decisión. A la personalidad de Rajoy.
El PP ha tenido muchos activos, los sigue teniendo. El PP es un partido disciplinado, ordenado, con una militancia muy leal, con sus convicciones, al que le gusta que defiendan sus ideas, y eliges lo que crees que es mejor. Pero eso ya es pasado. Ahora lo importante es que el PP tiene un nuevo líder que significa que la sangría de votos ha terminado, significa que el PP puede recuperar la supremacía del espacio de centroderecha y significa que el PP va a competir por ser el partido más votado en las próximas elecciones generales.
Entonces, usted ve el triunfo de Pablo Casado en las primarias como un elemento de continuidad respecto a su propio proyecto político, después de un paréntesis en el que ese proyecto no ha sido aplicado.
Pablo Casado se ha ganado su legitimidad con un mérito extraordinario, a pecho descubierto, en abierta competición con el aparato del partido, en condiciones extremadamente difíciles. Y Pablo no necesita tutelas, ni tutías, ni sobrinas, ni primas. Necesita concentrarse en lo que está haciendo, que lo está haciendo muy bien. Pero lo que era un espacio totalmente unido en el año 2003 hoy está dividido en tres: PP, Ciudadanos y Vox.
¿Considera que Vox tiene ya fuerza suficiente como para obtener representación parlamentaria?
Tiene una fuerza significativa, limitada, pero la tiene, y ha salido del propio PP, como han salido tres millones de votos del PP hacia Ciudadanos. Eso son hechos, no opiniones. Ese espacio único, que era garantía de estabilidad, ahora tiene que reconstituirse.
¿Qué significa Pablo Casado? Que puede empezar a reconstituir todo eso. Pero para conseguirlo hay que hacer un ejercicio de suma, no de división. De adhesión, que es lo que hizo siempre el PP. Por lo tanto, no generar divisiones en el seno del PP ni en la historia del PP.
Algunos, en las últimas etapas, decidieron que había que enterrar el pasado, que había que hablar del PP viejo, del PP nuevo, del PP de antes, del PP de ahora. Eso fue un error muy grave que desconcertó al electorado y debilitó al Partido Popular de una manera extremadamente fuerte. Pablo es la expresión de la superación de todo eso, y por eso ha generado tanta esperanza.
Ahora lo importante es que el PP tiene un nuevo líder que significa que la sangría de votos ha terminado, significa que el PP puede recuperar la supremacía del espacio de centroderecha
Da la sensación de que usted está mejorando día a día su percepción de ese PP porque en el libro dice que Ciudadanos tiene un recorrido muy grande "a menos de que cometa errores muy notorios". En cambio, del PP dice que "si evita la centrifugación y recupera el dinamismo... no es un partido desahuciado".
El libro está escrito en junio y ahora la situación es distinta. Sigo pensando que Cs, como partido emergente, puede tener largo recorrido si no comete grandes errores. Pero lo que ha cambiado sustancialmente es la situación del PP, que tiene que intentar recuperar una parte del electorado que está deseando volver al partido.
Pablo Casado inicia una nueva etapa a partir del legado que recibe. Y recibe un centroderecha troceado. Tiene que reconstruir un partido, tiene que recuperar una posición política, ejercer la oposición y plantear un proyecto de futuro para España. Ese es un esfuerzo muy grande que requiere unas capacidades de liderazgo enormes.
Cuando usted consigue la mayoría absoluta en el año 2000 dice en el libro que era previsible un ciclo prolongado de permanencia del PP en el poder que hubiera trascendido a su propio liderazgo.
Y así quería que fuera.
Pero surge el 11-M. ¿Sigue intentando entender cuál fue el propósito, cómo se gestó aquella masacre? ¿No le parece que debería ser una obsesión colectiva hasta que no estén aclarados todos sus extremos?
Creo que España ganaría mucho si se pudiese dedicar tranquilamente, pacíficamente, algún tiempo a intentar analizar esa situación. Yo sigo pensando, básicamente lo que dije en el Congreso de los Diputados, donde estuve 12 horas hablando. Y sigo pensando lo mismo.
Ha transcurrido mucho tiempo desde entonces y usted ha tenido la oportunidad de conversar con muchos dirigentes mundiales. Además, han aparecido nuevos elementos de información.
No tengo nada que añadir. Digo que la reflexión serena sobre esas cosas siempre sería buena para la propia salud del país. Se pueden tener visiones diferentes sobre eso, se puede pensar que hay hechos que faltan por poner encima de la mesa, pero una reflexión sobre esas cosas no vendría mal. Pero eso necesita de las circunstancias políticas que lo permitan.
Hace pocos días tuvo la oportunidad de mantener un cara a cara en el Congreso con Pablo Iglesias. ¿Qué impresión le causó?
La primera, que es una persona que no mira de frente cuando habla, se esconde. Y eso dice muy poco a su favor. Porque probablemente es un síntoma de que él es consciente de que está faltando a la verdad. Y desconfío de las personas que no te miran cuando te hablan.
Lo que le dije el otro día de que es un peligro para las libertades de España lo pienso seriamente. Y que Iglesias está sobrevalorado en la política española también lo creo: está sobrevalorado.
En su libro sostiene que "Podemos carece de personalidades carismáticas y abunda en cambio en caracteres descaradamente picarescos". ¿Se refiere a Iglesias?
Me estoy refiriendo también a Iglesias, sin duda.
También dice: "Lo que no se ve en el horizonte es el surgimiento con posibilidades de ganar de un partido radical, antieuropeo y antisistema". Tal vez de ganar no, pero nunca un partido como Podemos había tenido ni tanta influencia en las decisiones de un Gobierno ni tantas perspectivas de poder entrar en el Gobierno.
Tampoco nunca había sido presidente del Gobierno la persona que obtiene los peores resultados electorales de su partido por dos veces consecutivas. Que es una cosa que tiene mérito, y lo reconozco. Desgraciadamente, la influencia de Podemos va a ser creciente. Lo cual no quiere decir que sea buena, sino al contrario, quiere decir que es negativa. Pero eso explica todavía más la debilidad de la actual situación.
Pablo Iglesias es una persona que no mira de frente cuando habla, se esconde. Y eso dice muy poco a su favor
Ahora que la dirección del PP se ha renovado, ¿reforzará los lazos entre Faes y Génova?
Faes va a seguir siendo independiente, no va a volver a ser una fundación vinculada al Partido Popular, lo cual no quiere decir que no pueda firmar acuerdos de colaboración con el PP. Es lo normal.
¿Aceptaría volver a ser presidente de honor del Partido Popular ahora que ha vuelto a sus esencias?
No, ya no tiene sentido. Era una tradición que había, pero que no hay por qué seguirla. Otra cosa distinta es que los expresidentes del Gobierno puedan tener un sitio donde estar, pero ser presidente de honor no.
¿Y por qué no fue usted el lunes al acto sobre el final de ETA que se celebró en Moncloa?
Porque no puedo estar en dos sitios al mismo tiempo. Participé en un programa de visitantes iberoamericanos en Faes, por la mañana; inauguré un curso de máster de gestión pública en el Instituto Atlántico y tuve que presentar un libro. No me dio tiempo a todo.
Escribí al embajador de Francia una carta para explicárselo, pero le voy a decir una cosa: ese tipo de actos es bueno consultarlos, no comunicarlos de esa manera. Porque en estos momentos yo tengo una vida muy ocupada, afortunadamente. Y paso muy pocos días en España.
Anunció hace unos días que en las próximas elecciones generales votará al Partido Popular. ¿Eso quiere decir que había dejado de hacerlo?
Yo lo que digo es que ahora voy a votar al Partido Popular.