La visita de Pablo Iglesias al lehendakari Iñigo Urkullu es el cierre del círculo para recabar apoyo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) pactados entre Podemos y el Gobierno de Pedro Sánchez. Pero también un acercamiento para consolidar la sociedad de los que echaron a Mariano Rajoy vía moción de censura. ¿Cómo? Reabriendo la negociación del partido de los círculos sobre el nuevo estatuto que pretenden el PNV y Bildu para el "Estado Vasco". Fuentes internas del partido morado confirmaron que "todos los espacios de diálogo están abiertos".
El secretario general del partido morado salió muy satisfecho de su encuentro con el líder peneuvista: “Si todos los que formamos parte de esa nueva mayoría que no sólo tiene que afrontar una legislatura, sino que tiene que afrontar retos de Estado somos responsables, los acuerdos vendrán después".
Después de dos horas en la lehendakaritza, Iglesias defendió que es imprescindible "cuidar la mayoría que hizo posible la moción de censura y desalojar al PP del Gobierno" y reconoció que, para ello, "hay que apostar por espacios de diálogo sin exclusiones". Es decir, que si en Lledoners el líder de Podemos se unió al discurso de Junqueras reclamando al Gobierno “que se mueva”, en Vitoria abría la mano a negociar el “nuevo estatus político” vasco.
Para apuntalar los Presupuestos hace falta, dijo Iglesias, “moverse”, y él ya lo está haciendo incluso maniobrando a favor de un texto que incluso propone cuatro posibles nuevos nombres para el País Vasco: "Comunidad Foral Vasca", "Comunidad Nacional Vasca", "Estado Autónomo Vasco" o "Estado Foral".
Así, si el viernes Iglesias iniciaba su tour con los independentistas catalanes dedicando su par de horas entre rejas a reafirmarse en que “los presos políticos [sic] no deben estar en la cárcel” tras verse con Oriol Junqueras en Lledoners y el domingo elevaba al fugado Carles Puigdemont a “interlocutor valioso”, este lunes el secretario general de Podemos acababa su gira negociando con Urkullu el acercamiento de posturas con el nuevo reto a la Constitución que llega desde el País Vasco.
"Ensanchar las bases"
La dirección de Elkarrekin-Podemos, la marca de los de Iglesias en el País Vasco, negoció el texto desde el principio y tras acordar seis de los puntos se bajó de la ponencia. Pero luego se ha mostrado “dispuesta a ceder”, según admitió Lander Martínez en una reciente entrevista en el Diario Vasco. Además, nunca ha mostrado reticencia alguna a pactar con Bildu por mucho que esta formación sea el brazo político de los herederos de ETA.
Martínez ha expresado en repetidas ocasiones que si el PNV está gobernando todavía en el País Vasco es porque los socialistas no quisieron “conformar otras mayorías progresistas” que también sumaban tras las elecciones de 2016: es decir, que el partido morado estaría más cómodo con un tripartito Bildu-Podemos-PSE, que sumaría mayoría absoluta.
La dirección vasca de Podemos justifica su negativa actual al texto por su “concepción identitaria” que “deja fuera al 50% de la ciudadanía”. Pero Martínez ha insistido en los últimos meses en la apertura de su formación a negociar “si se ensanchan las bases” y se incluye “mayor peso en la garantía de los derechos sociales, que deben centrar el nuevo texto”.
Un desafío asumible por Podemos
El líder vasco de los morados acompañó este lunes a Iglesias en el cierre de su gira territorial. Por la mañana en su encuentro con los trabajadores de La Naval de Sestao, donde exigieron “un rescate público” para los astilleros, y por la tarde en su visita a la lehendakaritza, en Vitoria.
La negociación del apoyo del partido de los círculos al acuerdo de PNV y Bildu llamado Bases y principios para la reforma y actualización del autogobierno vasco, no debería ser difícil, al menos en su contenido. Repasando el texto, no hay ninguno de sus puntos que no hayan sido apoyados por el partido morado por ejemplo en Cataluña.
El articulado inicia su índice con el “reconocimiento de la identidad nacional del pueblo vasco”, el “derecho democrático de la ciudadanía vasca a elegir su estructura política” y la reivindicación esencial de Podemos: la “profundización en los aspectos sociales” ampliando los derechos y deberes de la ciudadanía.
Los siguientes puntos son un desarrollo normativo de estos aspectos políticos ya enunciados que se centran en la identificación de las competencias, las relaciones con el Estado -"un concierto político como el económico"- y con el resto de territorios que los redactores llaman “pueblo vasco” -el país vasco francés y Navarra-, todo ello defendido por el partido de Iglesias desde sus inicios.
El texto incluye, de hecho, una reforma constitucional encubierta cuando en su punto VIII expresa que "el Estado español incorporará los compromisos derivados del Estatuto Político a su normativa interna". Además, en varios de sus desarrollos explica que el estatuto se redactará "en términos abiertos de forma que el articulado dé cabida a nuevas opciones o fórmulas que la propia evolución de la normativa pueda posibilitar a futuro".
Los apartados finales comprenden la nueva capacidad del País Vasco para aprovechar su prevista "relación bilateral con el Estado" para asumir su propia representación en los foros internacionales -tanto de la UE como de entidades como la UNESCO- y el sistema de garantías para blindar este nuevo marco de relaciones.
Podemos no debería sentirse incómodo con nada de esto pues siempre ha defendido el ejercicio del supuesto “derecho a decidir” de las regiones. Su concepto de la democracia se basa en que “la voluntad del pueblo está por encima de las disposiciones legales” porque éstas se deben cambiar si así lo vota una mayoría. Más allá de que esa votación esté o no contemplada en la legislación vigente.
El propio Unai Urruzuno, portavoz bildutarra en el Parlamento vasco, fue quien denunció que los líderes vascos del partido de Iglesias habían obedecido a “los miedos” de la formación a nivel nacional al retirarse de la ponencia. La formación de la izquierda abertzale se ha mostrado abierta a “darle tiempo al PSE y a Podemos” para que expliquen sus alternativas, les ha instado a que “aclaren qué inconvenientes tienen” y “hasta dónde están dispuestos” a llegar.
De hecho, Urruzuno emplazaba a Podemos, precisamente a “este otoño” para que volviera a subirse “a la dinámica de debate” dejando atrás “la del veto”.
Acuerdos a tres bandas
El intercambio de apoyos cerraría un pacto a tres bandas, como se busca en Cataluña, entre el Ejecutivo autonómico, el PSOE y sus socios de Podemos. Y es que el actual acuerdo de Gobierno entre el PNV y los socialistas -que suman 37 de los 75 escaños del Parlamento vasco- necesita del apoyo de otro grupo para sacar adelante las cuentas autonómicas. Autodescartado el PP, los candidatos a unirse son tanto EH-Bildu como Elkarrekin-Podemos.
La idea es negociar por separado los aspectos pero incluir los intereses cruzados en un pacto más ambicioso, como Iglesias y Sánchez en Madrid. Los PGE no se limitan sólo a números, sino que son un compendio de medidas en todos los ámbitos que conforman un “acuerdo político”, según fuentes internas del partido morado, “para lo que queda de legislatura”.
En todo caso, los nacionalistas vascos ya dejaron claro, a lo largo de la semana pasada, que se podrá contar con ellos para probar las cuentas públicas en el Congreso. Eso sí, respetando "lo pactado con Rajoy" y negociando nuevas concesiones.
Y la principal es la de el nuevo Estatuto del "Estado Vasco". Los trabajos, pese a las reticencias de PSE y PP, ya están en marcha. En septiembre, los cinco grupos de la Cámara vasca nombraron a sus expertos para lo que ya no se llamaría “Estatuto de Autonomía”, un texto que quiere dar forma a un nuevo modelo de relación con el Estado español… e incluso al Estado español, convirtiéndolo en uno confederal.