Pablo Casado cumple este lunes 100 días al frente del Partido Popoular, y en este tiempo el nuevo líder ha marcado distancias con su antecesor, Mariano Rajoy, no sólo en las formas, con su dinamismo, intensa agenda y omnipresencia pública. También las ha marcado en el fondo, con un discurso más duro y más cercano a su primer referente político, José María Aznar.
Un supuesto giro a la derecha, que no reconocen en el equipo del líder, porque entienden que el partido está donde debe, defendiendo sus principios y valores de siempre y haciéndolo sobre todo "sin complejos", lo que les vuelve a conectar con su electorado tradicional.
En la dirección nacional, además, apuestan por recuperar a los votantes más conservadores que han podido irse a Vox y se niegan a definir a ese partido como de ultraderecha, del mismo modo que no lo critican para no ofender, dicen, a sus votantes.
Pero en otros sectores del partido ven con muchas reservas esta estrategia, advierten de que las elecciones se ganan por el centro y temen que Ciudadanos aproveche esta coyuntura para moderarse y acaparar más apoyos.
Cuando el pasado miércoles concluyó la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso y el intenso 'cara a cara' con Casado, quien entre otras cosas dijo que el presidente era "partícipe y responsable" del "golpe de Estado" en Cataluña, hubo por primera vez unanimidad interna en el partido para alabar la estrategia del líder.
Y Casado recibió alabanzas generalizadas. Los populares entendían que había demostrado estar al frente de la oposición y había dejado, en palabras de un miembro de la cúpula, "desdibujado" a Ciudadanos, el partido que más votos les ha quitado -y les puede seguir quitando- en las urnas.
También coinciden muchos en que el partido está haciendo una buena labor de oposición en el 'cuerpo a cuerpo' con los ministros, desacreditando su gestión.
Pero en el día a día hay opiniones muy distintas sobre cómo está siendo la actuación del presidente y de la nueva dirección.
Según explica a Efe un dirigente regional del partido, Pablo Casado ha querido desde el primer momento mostrarse como un líder mucho más accesible que Rajoy, que está siempre en la calle y que nunca se esconde. Y su equipo defiende que lo haga.
Pero otros subrayan el peligro de desgaste que tiene el líder por exponerse demasiado al escrutinio público y de sus rivales y por dar tantos mensajes seguidos y sin mucho orden.
Critican también que "falten voces" en este nuevo PP, y el mensaje del partido sólo lo dé Casado o como mucho también el secretario general, Teodoro García Egea. Reclaman que se reparta juego.
El mensaje
Eso en cuanto a método. Otra cosa es el mensaje en sí. En la cúpula rechazan una y otra vez la idea de que el partido se esté derechizando, incluso ironizan al respecto, y subrayan que su discurso es el que siempre ha defendido el PP.
Pero con la vuelta intencionada a debates como el del aborto o la eutanasia, su discurso duro y la vuelta de Aznar, alejado del partido en los años de Rajoy y ahora presente en numerosos encuentros públicos con el nuevo líder, el PP da una imagen con la que no todos en el partido comulgan.
La presencia de Aznar molesta en muchos sectores, sobre todo entre quienes acompañaron a Rajoy en la dirección del PP en los últimos años y vieron cómo el expresidente no sólo se alejaba del partido, sino que criticaba constantemente la gestión del Gobierno en cuestiones tan delicadas como Cataluña.
Pero Casado insiste en reivindicar a Aznar, aunque en los últimos tiempos también se ha acordado en más ocasiones a Rajoy, como hizo este sábado cuando reivindicó la herencia de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
En la cúpula 'popular' aseguran que se mantiene en contacto con Rajoy, con el que hablan todas las semanas, y subrayan al mismo tiempo la actitud "impecable" del expresidente, que ha optado por alejarse completamente de la vida pública para no interferir en el partido.
¿Y qué hay de la prometida integración de Casado? En el Congreso del partido, el líder prometió que si el ganaba "nadie" perdía, pero lo cierto es que su rival en las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría, no ha encontrado su sitio y ha acabado dejando la política e incorporándose al Consejo de Estado.
Algunos de los más cercanos a Santamaría, Fátima Báñez y José Luis Ayllón, siguen en el Congreso pero otros siguieron sus pasos y dejaron también la política, como el exministro Íñigo de la Serna.