Que la Crida de Carles Puigdemont nace, si no muerta, sí con respiración asistida y pronóstico grave, lo demostró este sábado ERC cuando contraprogramó la presentación en Manresa del "movimiento apartidista y transversal" del expresidente con la noticia del nombramiento de Ernest Maragall como candidato a la alcaldía de Barcelona. ERC se suma así a una CUP que tampoco ha mostrado excesivo entusiasmo por el proyecto de Puigdemont y que anda enfrascada en su batalla particular: la oposición a un Gobierno autonómico al que considera poco menos que cobarde, cuando no traidor, por su negativa a implementar la república a las bravas.
El movimiento de ERC supone, en términos políticos, una bofetada a Carles Puigdemont. El prófugo de Waterloo pretendía sumar a republicanos y 'cuperos' a su causa y nombrar a un candidato independentista único para las elecciones municipales barcelonesas del próximo mes de mayo. Pero el nombramiento como candidato republicano de Maragall, más preocupado por Manuel Valls que por el futuro de la Crida, ha finiquitado cualquier esperanza de unidad independentista a corto y medio plazo.
Está por ver que la Crida, que consideraba prioritaria la alcaldía de la ciudad de Barcelona y la convergencia de los partidos y las asociaciones civiles independentistas en una plataforma única, logre recuperarse del golpe recibido de manos de Oriol Junqueras desde su despacho en el ala de Psiquiatría de la prisión de Lledoners. La división en el seno del independentismo es desde hace meses un secreto a voces en Cataluña y ni siquiera el calificativo de 'guerra fría' hace justicia a la temperatura volcánica que suelen alcanzar las periódicas reuniones entre los grupos parlamentarios republicano y convergente en el Parlamento autonómico catalán a cuenta de las suspensiones y las delegaciones de voto.
No es un secreto para nadie en el mundo independentista, en fin, que Oriol Junqueras, cuyos planes para Cataluña tienen el visto bueno del Gobierno de Pedro Sánchez, ha tomado la decisión de abandonar a Puigdemont a su suerte en Waterloo. También de dejar que la Crida languidezca hasta la irrelevancia o se destape, sin más, como el proyecto personal del expresidente prófugo. En el mejor de los casos, como la enésima reencarnación de la vieja CDC de Pujol.
La postura de ERC no es una sorpresa para nadie entre el independentismo. El partido republicano no se ha movido ni un solo milímetro de su posición desde que Carles Puigdemont anunció la creación de la Crida a principios de este verano. "La Crida es la enésima reinvención de la vieja Convergència. Les deseamos suerte con su nuevo proyecto" ha sido el argumento pasivo-agresivo con el que los republicanos han rechazado sumarse al proyecto del expresidente. Puigdemont continúa teniendo cierta influencia entre los sectores más radicales del independentismo y a ERC no le conviene enfrentarse abiertamente a él.
En la práctica, Oriol Junqueras y el vicepresidente de la Generalidad catalana, Pere Aragonès, han tenido menos problemas de los previstos para resistir las presiones del entorno de Puigdemont, de la prensa digital nacionalista y de la ANC y Òmnium Cultural. Tuits como el que publicó ayer la diputada 'puigdemontista' en el Congreso Míriam Nogueras llamando a "priorizar el poder sobre los principios" han sido habituales durante los últimos meses. También las referencias a las "cosas viejas y obsoletas", una nada velada alusión de Nogueras alusión al sistema de partidos, a los propios partidos y a las instituciones democráticas catalanas y españolas. Ninguna de esas presiones ha tenido el más mínimo efecto en ERC.
Carles Puigdemont ni siquiera puede presumir de contar con el apoyo de su propio partido. El presidente del PDeCAT, David Bonheví, ha rechazado diluir a tumba abierta a la formación heredera de Convergència en la Crida y suele lanzar balones fuera cuando es preguntado al respecto por la prensa nacionalista.
No ha ayudado a disipar las reticencias de ERC, CUP y PDeCAT que Puigdemont, después de comparar Cataluña con Escocia, Quebec, Kosovo, los países bálticos y Eslovenia, se saque ahora de la manga una plataforma teóricamente transversal "sin referentes previos". "Yo creo que David está muy tranquilo, entre otras cosas porque en el último congreso del PDeCAT salió un claro mandato de confluir con la Crida" ha dicho Puigdemont en una entrevista reciente concedida a elnacional.cat.
Lo cierto es que a día de hoy, y a pesar de la purga de la coordinadora Marta Pascal durante el último congreso del partido, el PDeCAT está lejos de aceptar mansamente su disolución en la Crida. De momento, sólo los más acérrimos partidarios de Puigdemont (Ramón Cotarelo, David Madí, Agustí Colomines, Quim Torra, Damià Calvet, Elisenda Paluzie, la mencionada Nogueras…) le acompañan en su iniciativa. Está por ver que la Crida pueda llegar mucho más lejos. De momento, y más allá de los 6.000 asistentes de este sábado, la Crida es poco más que un susurro. Como suele responder ERC en privado, "está por ver que en Cataluña haya tantos hiperventilados como cree Puigdemont".